“La última revisión del avión fue en enero”: general Emiro José Barrios

Peritos del Ejército investigan las posibles causas del siniestro aéreo registrado en la tarde del lunes. Las primeras hipótesis indican que factores climatológicos influyeron en el accidente.

Juan David Moreno Barreto.
03 de mayo de 2017 - 04:56 a. m.
Las autoridades recuperaron ayer los cuerpos de las ocho personas que viabajan en el avión del Ejército, que se estrelló en Facatativá. /  Cortesía
Las autoridades recuperaron ayer los cuerpos de las ocho personas que viabajan en el avión del Ejército, que se estrelló en Facatativá. / Cortesía

Una comisión investigadora de accidentes, de la División de Aviación de Asalto Aéreo del Ejército, llegó en la madrugada de ayer hasta el cerro Majuí, en Facatativá (Cundinamarca) con una misión: determinar las causas de la tragedia aérea, que el pasado lunes les cobró la vida a ocho personas. Todos viajaban en una aeronave del Ejército, que partió de Tolemaida (Tolima) y tenía como destino el aeropuerto de Guaymaral, en el norte de Bogotá. “Ellos son los encargados de activar unos protocolos y con base en esa información podremos identificar qué fue lo que sucedió”, explicó ayer el general Emiro José Barrios Jiménez, comandante de la División de Asalto Aéreo. (LEA: Siniestro de avión militar deja ocho víctimas) 

El alto oficial aseguró que el equipo de peritos revisa los últimos reportes que hicieron los tripulantes del avión, antes de perder la comunicación. Además, verifican las trazas de altitud de la aeronave. Agregó que el avión Cessna C208B Grand Caravan, de matrícula EJC 1130, cumplía la misión de “movimiento aéreo”, es decir de trasladar pasajeros. (LEA: Fiscalía investiga accidente de avión militar en Cundinamarca)

Si bien este tipo de aviones suelen transportar expertos en mantenimiento para atender fallas y emergencias de helicópteros en las zonas de operación, el pasado lunes en la tarde llevaron a cinco personas (dos militares y tres civiles) que se encontraban en el fuerte militar de Tolemaida. “Son familiares de soldados que piden el apoyo. En estos casos, cuando se tiene el cupo, los llevamos”, aseguró el oficial.

Aunque todavía no se tiene certeza sobre las causas del accidente, los militares, en principio, descartan una falla humana o mecánica, especialmente al conocer la pericia y experiencia de la tripulación, así como las condiciones mecánicas de la aeronave. El mayor Jefferson Parada Ramírez, piloto al mando del avión, tenía más de 2.000 horas de vuelo en el Cessna C208, y en el Ejército se había caracterizado por ser una persona “seria y respetable”.

El teniente Carlos Narváez Linero (copiloto) tenía 11 años de experiencia en la fuerza, 860 horas de vuelo y, según sus familiares, era un profesional entregado a cada una de las misiones que le encomendaban. Así mismo, el sargento segundo Iván Darío Herrera Castillo (tripulante de vuelo) se destacó “por apoyar las misiones con todo el profesionalismo” en las 1.800 horas de vuelo que acumuló.

El general Barrios Jiménez explicó, además, que esa aeronave había sido sometida a los más rigurosos estándares de mantenimiento y de inspecciones técnicas. Incluso, sostuvo que en enero tuvo su última inspección de rutina. “Son aeronaves con las cuales se manejan protocolos muy estrictos y gozan de un extraordinario mantenimiento. Además, el saber que era una tripulación eficiente y experimentada, nos da, la tranquilidad de que los pilotos estaban cumpliendo con todos los estándares del pilotaje”.

Actualmente, la aviación del Ejército tiene ocho aviones de tipo Grand Caravan que se usan para misiones de comando y control, sostenimiento de aviación y Movimiento Aéreo. “Durante estos 22 años, desde la reactivación de la Aviación del Ejército, se han volado 24.772 horas con estas aeronaves y se han realizado más de 12 mil misiones”.

Por estas razones, no se entiende cómo la aeronave colisionó contra el cerro y quedó a 500 metros de la base de la montaña. De hecho, según la Aeronáutica Civil, es la primera vez que una avioneta choca en este sector. Además, la zona no está catalogada como de alto riesgo para la operación aérea, por lo tanto, no es posible afirmar que este accidente haya sido por temas topográficos. Las primeras versiones hablan de malas condiciones climatológicas.

A esa explicación se suma la del alcalde de Zipacón, Gustavo Cortés, quien considera que la espesa niebla en ese sector pudo afectar la visibilidad de la tripulación. Por su parte, el capitán Álvaro Farfán, delegado del Cuerpo de Bomberos de Cundinamarca, aseguró que las labores de rescate de los cuerpos se vieron afectadas por las lluvias en el sector.

Una vez CTI de la Fiscalía terminen las labores de inspección de la zona del accidente, los restos mortales serán trasladados a Medicina Legal en Bogotá, donde completarán las tareas de identificación.

Luego los cuerpos serán entregados a sus familiares y despedidos con honores militares. El Comando del Ejército asegura que hasta que no se presenten los resultados del grupo especializado, las causas seguirán siendo, de momento, “desconocidas”.

Por Juan David Moreno Barreto.

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