Latin Latas: Sonido reciclado

Este proyecto es una apuesta musical y ambiental que lleva 11 años, desde la cual se enseña a crear instrumentos con materiales reciclables, huertas comunitarias y actividades sostenibles.

Yorley Ruiz M / yorley.ruizm@gmail.com
22 de marzo de 2018 - 12:00 p. m.
 Andrea de Franco, directora de la corporación Latin Latas.  / Mauricio Alvarado
Andrea de Franco, directora de la corporación Latin Latas. / Mauricio Alvarado

Rueda, rueda, siente la brisa fresca que va limpiando tu cabeza, siente la fuerza intensa, el motor de tu corazón, cuida la madre tierra, abre tu mente y tu conciencia para poder respirar cada día un poquito más. Rueda, rueda por la vida, rueda, rueda por el barrio, rueda, rueda, por el campo, rueda, rueda, hacia el trabajo”, es la letra de una de las canciones de la agrupación Latin Latas, dirigida y creada por Andrea de Franco, más conocida en el mundo artístico como Andrea Latas.

Esta gestora cultural y música, compone canciones sobre temas ambientales, que interpreta con instrumentos hechos con materiales reciclables, desarrollados por ella misma, tan profesionales y afinados como los de cualquier tienda.

Pero la agrupación es solo una parte de esta propuesta, pues ella también dirige una corporación cultural con el mismo nombre, que integra talleres desde todas las artes para todos los públicos. Sin embargo, el corazón del proyecto es el cuidado del medio ambiente, donde los visitantes pueden aprender a hacer huertas comunitarias, instrumentos con material reciclable y a conectarse con el mundo desde los cotidiano.

“En Ciudad Bolívar, unos niños a los que les enseñaba música insistían en que querían tener instrumentos. Como una montaña de basura me saludaba cada vez que me bajaba del bus de camino a clase, dije: ¡hagamos instrumentos con esta basura!”, recuerda la música, que desde el 2011 decidió emprender su propio camino, y así fue como nació la propuesta.

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Actualmente, la corporación queda en el barrio Park Way, en la localidad Teusaquillo, en el centro-occidente de Bogotá. Allí De Franco tiene su taller de creación, su batería, su saxofón, sus guitarras y hasta una piano, hecho con botellas plásticas, cada una con elementos estéticos curiosos y originales.

“Esto es un proyecto pedagógico y ambiental, con una estética ‘basurienta’, que busca pasar del discurso a la acción, para encontrar soluciones y así poder seguir viviendo en este planeta. La gente habla del medio ambiente como si estuviera afuera, pero el medio ambiente eres tú. Hay una gran desconexión. Lo que hace la música es hablar de eso”, dice De Franco.

Esta propuesta, que actualmente es apoyada por la Fundación Gratitud del cantante Fonseca, ha tenido un arduo recorrido de caídas y levantadas, durante siete años, hasta lograrse consolidar como un centro alternativo de sensibilización ambiental, en el cual también participan, de forma indirecta, recicladores de la ciudad que son proveedores de material aprovechable.

“La gente no sabe el impacto que tienen nuestras acciones cotidianas en nuestra propia vida, ni las soluciones que tenemos a la mano para poder hacer parte de ese cambio. Hay un montón de gente haciendo cosas por el cambio”, agrega.

Y es que esta mujer, busca hacer de su discurso vida, pues su casa, ubicada en Guasca, Cundinamarca, está fabricada con material reciclable y barro, y cuenta con energía sostenible y una huerta. “Intento aplicar todo eso a mi vida y encontrar soluciones para hacer canciones. Esto es muy lindo, porque me ha llevado a ser más consciente con el medio ambiente”, resalta.

De Franco no terminó su carrera universitaria en música, porque, según dice, se decepcionó de la academia y con el paso de los años descubrió que “el arte y la música no necesitan un título, sino disciplina". Por eso tomó clases particulares con profesores universitarios que le permitieron afianzar los conocimientos que adquirió en su paso por la academia Misi, durante 12 años.

Ahora, con la originalidad de su proyecto ve que el éxito en la música convencional está cerrado, pero encontró un océano azul en las empresas y organizaciones ambientales a las cuales sus letras y su sonido “latoso”, le llegan de forma fresca y directa. “No creo en las barreras ni en las etiquetas. Lo que intento con mi trabajo es romper con esas marcas que nos ponen y transmitir el mensaje de que el futuro es ahora”, concluyó De Franco.


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Por Yorley Ruiz M / yorley.ruizm@gmail.com

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