Lo que se necesita para descontaminar el río Bogotá

Para adelantar la recuperación de los ríos Sena y Loira se necesitó de voluntad política y sensibilización de las poblaciones cercanas. Expertos recomiendan mayor control de vertimientos industriales.

Mónica Rivera Rueda / mrivera@elespectador.com - @Yomonriver
12 de mayo de 2018 - 04:00 a. m.
El río Bogotá comienza en Villapinzón y desemboca en el río Magdalena, en Girardot, Cundinamarca. / Cristian Garavito
El río Bogotá comienza en Villapinzón y desemboca en el río Magdalena, en Girardot, Cundinamarca. / Cristian Garavito

La descontaminación de los ríos Loira y Sena, en Francia, es ejemplo en el mundo por los esfuerzos hechos para devolverles espacio a sus cuencas hídricas y recuperar la flora y la fauna que componían su ecosistema. En el caso del Sena, se ha trabajado en su navegabilidad y recuperación de tal forma que pasó de albergar dos especies, en los años 70, a tener 35 hoy en día.

Para Maurice Bernard, director de la Agencia Francesa de Desarrollo, el principal problema en Europa fue que, en vez de respetar el cauce de los ríos, se pensó en canalizarlos e incluso desviarlos, pero “la nueva filosofía de integración de los ríos es hacerlos parte del patrimonio como eje importante de desarrollo urbano, con el fin de recuperar el espacio que necesitan”.

Para ello, en París se peatonalizó un tramo del río dentro de la ciudad, se aumentó el cobro de alcantarillado para adelantar los trabajos de mantenimiento y se reguló el vertimiento de residuos industriales al Sena, lo cual es para Bernard una de las cosas más importantes.

Por eso cree que en Bogotá se ha comenzado con algo importante y es la parte física. “Desde El Dorado se puede ver cómo están recuperando su cuenca principal, pero queda por completar el tratamiento de aguas residuales, y la mejor práctica es pedir un pretratamiento a los industriales e imponer altas sanciones para quienes no cumplan”.

En el caso del Loira, el trabajo fue liderado, en principio, por la comunidad y organizaciones no gubernamentales que buscaban evitar la construcción de tres embalses sobre la cuenca del río, y terminó en labores encaminadas a limpiar la ribera del afluente y rescatar los humedales cercanos. El trabajo de 20 años ha permitido que hoy se pueda nadar en el afluente.

Para Daisy Terrier, directora de la asociación Envol Vert, lo importante en esta recuperación fue la apropiación de quienes rodeaban los ríos, así como el trabajo para devolverles a los afluentes sus características, por encima de los que buscan su modificación.

¿Cuál fue el proceso de recuperación del río Loira?

Varias organizaciones se manifestaron para evitar la construcción de embalses, lo que provocó un movimiento muy grande para protegerlo y, por consiguiente, una declaratoria, en los años 90, en la que se estipulaba que no había razones para construirlos. Así se comenzó a estudiar su recuperación.

¿Qué se hizo?

En vez de canalizar el río se pensó en darle más espacio para no afectar su curso natural y así evitar inundaciones. Se comenzó un enorme programa de prevención, de limpieza de los bordes y de desalojo de empresas y viviendas cercanas a las riberas. En vez de construir diques se decidió fragilizarlos para que, en caso de presentarse una subida, puedan romperse y darle paso al agua.

¿Qué se ha logrado rescatar?

El salmón estaba por perderse, porque dos embalses antiguos impedían que subieran por el río para reproducirse. Lo que se hizo fue construir una especie de escalera que les permite a los peces movilizarse por un lado de los embalses sin dificultad.

¿Qué tan importante fue recuperar los humedales?

Cumplen con unos servicios importantes. Había muchos que estaba tapados porque se había sacado arena del río, por el exceso de basuras y por las mismas construcciones. Lo que no se tenía en cuenta es que en estos lugares nacen peces, anfibios y aves, y además cumplen funciones imprescindibles como la descontaminación natural de las aguas sucias.

¿Qué es lo más importante en estos trabajos de descontaminación?

Si se quieren cambiar las cosas se deben cambiar los modelos, y para eso hay que hacer estudios para comprender y entender qué se quiere y qué es lo mejor que se puede hacer. En nuestro caso, los embalses valían mucho más de lo que gastamos en recuperar el río. Cada vez es más productivo recuperar que modificar o destruir.

¿Cómo sensibilizar a la gente?

Ese fue un reto, cambiar la visión de que el río era peligroso, porque por eso la gente le daba la espalda. Hubo muchas modificaciones paisajísticas para que se volviera a aprovechar. No se protege algo que no se ama y por eso es importante que quienes viven cerca de los afluentes los conozcan. Logramos que quienes en un comienzo buscaban construir los embalses, cambiaran de visión y luego financiaran a las ONG que buscaban rehabilitar y reforestar.

¿Qué cambios se vieron con la sensibilización?

Hubo un caso particular. En uno de los tramos del río, en el que se forman bancos de arena en verano, se practica kayak, por lo que era común durante esta temporada que la gente llegara allí para acampar u organizar días de campo. Esto redujo la población de una especie de ave que ponía sus polluelos allí. Luego de la sensibilización hay un altísimo respeto por los bancos de arena y su protección.

Por Mónica Rivera Rueda / mrivera@elespectador.com - @Yomonriver

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