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Mejorar la seguridad para ciclistas en la Séptima, una idea que no muere

Ante los riesgos que enfrentan en el carril preferencial para buses, ciclistas y expertos consideran que se necesitan soluciones de parte del Distrito como capacitación a los conductores.

Verónica Téllez Oliveros
22 de mayo de 2015 - 01:44 a. m.
Aunque las cifras de ciclistas muertos en vía han bajado de 89 víctimas mortales en 2003 a 56 en 2014, las amenazas que enfrentan cada día los ciclistas siguen siendo una preocupación. /IDU
Aunque las cifras de ciclistas muertos en vía han bajado de 89 víctimas mortales en 2003 a 56 en 2014, las amenazas que enfrentan cada día los ciclistas siguen siendo una preocupación. /IDU

El martes 12 de mayo Erika Delgado iba en su bicicleta sobre la carrera Séptima con calle 54 hacia el norte. Se encontró con un bus de la Universidad Manuela Beltrán que estaba estacionado en este carril preferencial y para continuar su viaje decidió cruzar al del medio. Pero atrás iba un bus del Sistema Integrado de Transporte Público (SITP), que la impactó y la arrojó contra la ruta de la universidad. El choque le quitó la vida en minutos.

Aunque para muchos podría tratarse simplemente de una muerte más, al menos, para quienes promueven la bicicleta como un verdadero medio de transporte, el tema no quedó ahí. Juan Pablo Bocarejo, investigador de la Universidad de los Andes, cuestionó en El Espectador el sábado pasado si con historias como esta “¿es responsable promover como sociedad el uso de la bicicleta si no podemos generar unas condiciones mínimas de seguridad?”. (Lea: Ciclistas a la guerra en la carrera Séptima)

La muerte de Erika plantea una discusión sobre cómo reducir los riesgos para que andar en bicicleta no sea un riesgo o una tragedia, en términos de seguridad vial. También una discusión acerca de lo que se puede hacer en un corredor como la carrera Séptima, donde hay un carril preferencial para buses que los ciclistas deben compartir con éstos (porque el Código de Tránsito señala que deben circular por el carril derecho en las vías). Y llama la atención sobre las precauciones que hay que tener en cuenta para subirse a la bici (infortunadamente Érika no llevaba luces ni reflectivos el día de su muerte).

Para Bocarejo, quien también ha experimentado como usuario los riesgos del carril en la Séptima, dos puntos importantes para que el Distrito tenga en cuenta en este corredor son que evalúe si el volumen de buses allí hace seguro el uso compartido con la bicicleta y que asegure capacitación especial a los conductores de buses, como lo dijo en su columna del sábado en este diario.

Y aunque los ciclistas comparten el carril de la Séptima, un verdadero carril bus-bici debería tener unos 4,20 metros de ancho y una circulación de buses que no sea tan alta, explican Darío Hidalgo (investigador de temas de transporte sostenible) y Jesús David Acero (quien ha asesorado al Distrito en políticas para la bicicleta). Lo que ocurre hoy es que hay un carril de 3,50 metros, que resulta un espacio insuficiente para que circulen los buses y al mismo tiempo proteger al ciclista.

Carlos Cadena, miembro de La Ciudad Verde y promotor de los tema de sostenibilidad, dice a propósito del carril de la Séptima que “de ninguna manera se pude poner en riesgo la poderosa idea de un carril compartido bus-bici, a causa de errores en su primera implementación. Esa gran idea debe protegerse y optimizarse, fundamentalmente porque tiene el potencial de ser replicada en muchas ciudades del país”.

Cadena también anota que es importante que la institucionalidad imponga su autoridad y entrene a todos los conductores que tengan posibilidad de entrar a la vía. “La autoridad no puede permitir la entrada de ningún bus, taxi, carro, moto que no esté autorizado. Y por otro lado, se requieren estrategias creativas para que los conductores experimenten lo que se siente ser ciclista en esa vía compartida. Partimos de la base que muchos de ellos nunca han estado en esa posición, y por lo tanto, pedirles algo que no entienden, simplemente es muy lejano a su realidad, como para interiorizarlo”.

Muchos coinciden en que si el Distrito se animó a implementar el carril preferencial en la Séptima, lo mínimo que debería tener en cuenta es la capacitación a los conductores. De hecho, ya hay programas que ha implementado la Secretaría de Movilidad, que intentan disminuir los conflictos entre conductores y peatones.

Jesús David Acero cuenta que la Secretaría ha adelantado desde hace más de un año el proyecto Juego de Roles con grupos de 20 o 30 conductores de taxi, buses, transportadores de carga o policías. “Se llevan a rodar en bicicleta para que sepan a que sepan a qué se enfrenta un ciclista en la ciudad”.

Otra idea que podría ser bastante controversial, y señala Darío Hidalgo, es que debido a que la Séptima es un corredor de alta circulación de bicicletas, es dedicar un carril exclusivo para este vehículo. “Eso eliminaría conflictos pero reduciría la capacidad para circulación de automóviles” y sería muy controversial, explica.

En cuanto a las precauciones que deben tomar los ciclistas, Acero reitera la responsabilidad de cada persona en la vía con precauciones como tener los reflectivos para ser más visibles ante los vehículos en las noches. Cadena, señala que “los ciclistas también deben recibir mensajes claros sobre su comportamiento en la vía. Desde la infraestructura y señalización, pasando por la educación vial, incluyendo equipamiento sencillo de comunicación con los buses. Por ejemplo, una campana en los buses diseñada para los ciclistas”.

Aunque las cifras de ciclistas muertos en vía han bajado de 89 víctimas mortales en 2003 a 56 en 2014, las amenazas que enfrentan cada día los ciclistas siguen siendo una preocupación cuando se trata de incentivar uno de los modos de transporte más sostenibles con las ciudades, genera menos riesgos para otros actores y resulta muy económico.

Implementar carriles bus-bici verdaderos tal vez sea una opción que puede evaluar el Distrito en este sentido. De hecho, ya se prepara uno con las condiciones de ancho en la carrera 60 entre calles 26 y 68, donde habrá un proyecto piloto de la administración de Bogotá. 

Por Verónica Téllez Oliveros

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