Micromovilidad en Bogotá: normas exigentes y vigilancia laxa

Con el auge de las patinetas eléctricas surgieron los primeros problemas, que el Distrito trató de resolver con la regulación que expidió a mediados de año. Sin embargo, las propias empresas afirman que no se están cumpliendo las exigencias y que falta mucho para asegurar el éxito del negocio.

Felipe García Altamar - @FelipeAltamar (fgarcia@elespectador.com)
13 de diciembre de 2019 - 03:23 a. m.
Hay seis empresas habilitadas para el alquiler de, máximo, 712 patinetas eléctricas cada una. Casi ninguna cumple dicha norma. / Cristian Garavito
Hay seis empresas habilitadas para el alquiler de, máximo, 712 patinetas eléctricas cada una. Casi ninguna cumple dicha norma. / Cristian Garavito

Con sorpresa, hace un año los transeúntes y conductores de Bogotá empezaron a notar la presencia de nuevos actores viales en la capital: usuarios de patinetas eléctricas, que no solo se movían entre andenes, ciclorrutas y avenidas, sino que dejaban parqueados los vehículos en cualquier parte. Aunque estos monopatines, a los que solo hay que presionarles un botón para acelerar y frenar, hace varios años ruedan por ciudades de Europa, Asia y Norteamérica, su auge en Bogotá empezó a finales de 2018, lo que llevó al Distrito a fijar una regulación que, según alertan las propias empresas, se está incumpliendo casi en su totalidad.

Antes de detallar las irregularidades es preciso conocer qué dicta la norma que la Secretaría de Movilidad expidió en julio de este año respecto a la conocida como micromovilidad. Según la Resolución 336 de 2019, la prioridad para el uso de estos vehículos es la seguridad vial, por lo que las recomendaciones más importantes son transitar a máximo 20 km/h, moverse por las ciclorrutas y en ningún caso por andenes o vías principales. La directriz también exige que las patinetas no se deben parquear en andenes, zonas verdes, áreas peatonales, antejardines, ciclorrutas, entre otros puntos de la ciudad.

Asimismo, delimitó un único perímetro en el que está autorizado su uso, comprendido entre las calles 45 y 134, y desde la avenida Caracas (que luego se transforma en la autopista Norte) hasta la carrera 7ª. Pese a que la resolución contiene otras condiciones, son estos puntos los que han generado mayor discordia entre los demás actores viales y, de forma inesperada, entre las mismas empresas de alquiler de patinetas.

Una de ellas es la multinacional Lime. Enrique Cuéllar, gerente para Colombia, si bien destaca la labor de la Secretaría de Movilidad al diseñar la reglamentación, también reconoce que no se ha cumplido a cabalidad en Bogotá. “El Distrito hizo un excelente trabajo diseñando una primera versión de regulación. Sin embargo, vemos con preocupación que no la están cumpliendo todas las empresas y el Distrito no ha tomado acciones al respecto. Todo eso está generando que en la ciudad circulen patinetas ilegales”, afirma.

De hecho, Lime construyó un informe que le hizo llegar a Movilidad, en el que destaca, con evidencias fotográficas, las principales irregularidades que existen en torno al uso de patinetas eléctricas. Su primer reclamo es que pocas empresas están respetando el perímetro autorizado, con patinetas que llegan casi hasta el centro de la ciudad y a barrios como Cedritos, Morato y algunas zonas de Suba.

Además, criticó que se sigan utilizando los antejardines para el parqueo de patinetas, pues “las condiciones de ubicación son el aspecto de mayor relevancia, ya que impacta la competencia entre las empresas”. La compañía, aunque reconoce que también tiene usuarios que incurren en malas prácticas, ahora espera una respuesta oficial del Distrito. De lo contrario, dicen que evaluarían su salida del país.

Los otros operadores involucrados en el informe no se refieren de forma directa a los reclamos de Lime, pero tienen sus propias quejas respecto al balance de este primer año de operación. La empresa Grin, que reconoce tener casi 4.500 patinetas en la ciudad (pese a que la resolución solo les autoriza 712), tiene varios reparos frente a la regulación.

“No hemos logrado transmitir a las autoridades cómo este modelo de negocio se tiene que mover por libre oferta y demanda, y necesitamos que la regulación sea diferencial. Tampoco logramos que entendieran que un cupo para todas las empresas no responde a la realidad, sino a la demanda de diferentes zonas. Además, los cajones de parqueo son insuficientes frente a lo requerido y nuestras estaciones no son reconocidas como se debe. Necesitamos una mesa de usuarios, autoridades y empresas para saber cómo mejorar con las nuevas autoridades”, dice María Villate, gerente de Grin.

Por su parte, la empresa Voom (antes conocida como Movo), que también incumple la regla al tener en la ciudad cerca de 1.000 patinetas, considera que lo más importante es que las autoridades estén más conectadas con la realidad de la micromovilidad. Juan José Acosta, director para Voom en Colombia, asegura que “desde que salió la regulación la aplaudimos, porque se hizo en un corto período, pero este es un negocio que va en constante avance y evolución, y el llamado es a que las autoridades se mantengan a la vanguardia de lo que pasa y a las nuevas tecnologías, para así garantizar el buen servicio”.

Otro obstáculo en el que coinciden las empresas es el robo de sus patinetas, que las “hackeen” para un uso permanente en otras ciudades. Además, que los usuarios no sean conscientes de las exigencias de seguridad. Fuera de estos temas, los concesionarios destacan que en su primer año lograron forjar alianzas con locales comerciales para parquear las patinetas; abrir billeteras virtuales, para evitar el uso exclusivo de tarjetas de crédito; el aumento de los empleados, y en el caso de Grin, la apertura de la operación en Cali y Medellín.

La forma más visible de la micromovilidad llegó para quedarse en Bogotá. No obstante, su éxito radica no solo en que las empresas cumplan las reglas y que las autoridades velen por su cumplimiento, sino que los usuarios también entiendan y apliquen las normas diseñadas para disminuir al máximo la accidentalidad, no invadan el espacio público ni circulen por vías no autorizadas para el tránsito. Sin duda, de esta conjugación de factores depende que su crecimiento sea ordenado, para que presten realmente un buen servicio a la ciudad.

Por Felipe García Altamar - @FelipeAltamar (fgarcia@elespectador.com)

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