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Miguel Ángel Barbosa: el caso que agudiza la tensión en la U. Distrital

En medio del paro contra la elección de rector, los estudiantes reclaman por lo ocurrido con su compañero, herido de gravedad en una manifestación que disolvió el Esmad.

Carlos Hernández Osorio
13 de mayo de 2016 - 04:25 a. m.
 María Eva Vanegas, la madre, y Alexánder Rodríguez, el hermano, visitan a diario a Miguel Ángel Barbosa en el hospital El Tunal. / Andrés Torres - El Espectador
María Eva Vanegas, la madre, y Alexánder Rodríguez, el hermano, visitan a diario a Miguel Ángel Barbosa en el hospital El Tunal. / Andrés Torres - El Espectador
Foto: ANDRÉS TORRES

Los estudiantes de la Universidad Distrital llevan 15 días en paro. Su inconformismo por el proceso de elección de rector, que está en curso, y por políticas nacionales que no comparten, los llevó a declarar el cese de actividades indefinido y a cambiar las horas de cátedra por asambleas de discusión. Así están desde el 28 de abril. Su enfado, sin embargo, se había agudizado siete días antes, cuando Miguel Ángel Barbosa, estudiante de tecnología mecánica, resultó herido en medio de un choque con el Escuadrón Móvil Antidisturbios de la Policía (Esmad), ocurrido en Ciudad Bolívar, donde funciona la Facultad Tecnológica. Quedó inconsciente. Sólo hace unos días, cuando abrió los ojos, comenzó a dar señales de posible mejoría, pero el caso sigue sin aclararse y se convirtió en acicate para la lucha estudiantil.

Miguel Ángel vive en Madrid (Cundinamarca), desde donde iba todos los días a estudiar en un recorrido de hora y media. Es un pilo. Así lo recuerda su hermano, Alexánder, quien cuenta que el puntaje en las pruebas del Icfes le permitía participar por una beca del programa Ser Pilo Paga, pero se lo impidió su clasificación en un nivel del Sisbén más alto del permitido para ganarse un cupo universitario. Insistió por sus propios medios y logró un espacio en la Distrital, donde ha costeado su estudio.

Allí está desde comienzos de 2015. María Eva Vanegas, la madre, una mujer menuda que corta flores en un cultivo de Madrid, le da los pasajes. Así fue hasta el 21 de abril, cuando fue ella quien comenzó a viajar diariamente a Bogotá. Ese día, Miguel Ángel cayó herido durante la manifestación. “Me llamó un amigo de él”, recuerda. “Me dijo que se había caído, que estaba en el hospital. Hice una vuelta y me fui para allá. Llegué a las 6:00 de la tarde a urgencias. Los profes salieron a hablarme, me abrazaban y yo ni sabía por qué. Hasta que me dijeron que lo tenían en cirugía. Lo vi a las 10:00 de la noche”.

Aquella tarde, los estudiantes se movilizaron por un carril de la avenida Villavicencio, entre otras, contra la decisión del Consejo Superior (CS) de convocar la elección de rector en propiedad (el actual, Carlos Javier Mosquera, está como encargado desde febrero de 2015). No están de acuerdo porque desde diciembre acordaron, con el propio CS, que antes de ese proceso debía aprobarse una reforma estatutaria, para la que presentaron una propuesta, y no les han respondido.

Las versiones sobre la trifulca no coinciden del todo. Una estudiante que participó en la marcha, que pidió la reserva de su nombre, describe así los hechos: “El choque comienza cuando salimos a la avenida. La Policía llega, trata de dialogar con los líderes estudiantiles e incluso con el delegado de derechos humanos de la universidad. Otros estudiantes tratan de acercarse a los policías para contarles la finalidad de la marcha, pero contados cinco minutos llega el Esmad y dispara con balas marcadoras a diferentes estudiantes, corriéndolos a todos del carril de la avenida”.

En un comunicado del 30 de abril, los representantes de los estudiantes aseguraron: “Un gas lacrimógeno llegó directo a la cabeza de nuestro compañero Miguel (…) el proyectil salió en línea recta hacia la cabeza”. Hasta ahora, sin embargo, ninguna versión oficial lo confirma. La alumna que habló con El Espectador admite no haber visto qué produjo el golpe, aunque sí vio sus efectos. “Me encontraba dentro de la universidad”, relata. “En cierto momento, el Esmad manda esos artefactos de gas en gran cantidad y los manifestantes tienen que salir corriendo para ventilarse. Cuando se dispersan y pasa el efecto del gas, nos damos cuenta de que un compañero se había quedado allá. Pensamos que se había asfixiado por el gas. Salgo corriendo a verlo, está herido y tiene la cara, la cabeza y el cuello llenos de sangre. Llamamos a los médicos de la universidad”. Llegó al Hospital El Tunal con trauma craneoencefálico severo. El pronóstico, hasta ayer, era reservado y permanecía en cuidados intensivos.

Alexánder Rodríguez, hermano medio de Miguel Ángel, dice que, hasta ahora, le han dicho que un grupo de desconocidos llegó “de un momento a otro a provocar al Esmad, que respondió con gases”, pero no se atreve a señalar un autor del golpe. La madre, María Eva Vanegas, agrega: “Un profe me dijo que en esa manifestación había infiltrados”. La estudiante acepta que “en la universidad hay personas que siempre están dispuestas a generar violencia”, pero teme que hayan sido infiltrados por personajes ajenos al movimiento estudiantil para distorsionar el sentido de la marcha.

Los directivos prefieren esperar el resultado de la investigación. El Espectador conoció el informe que recibió el rector (e) sobre lo ocurrido ese día, firmado por personal administrativo. No señala posibles autores, pero sí describe que a las 2:40 de la tarde salieron del “primer piso algunas personas encapuchadas” que “lanzaron botellas incendiarias y bombas explosivas contra el Esmad”. La estudiante niega que lanzaran algún material explosivo.

El coronel William Sánchez, subdirector de la Policía de Bogotá, reporta que actuaron “frente a unos disturbios”, pero no entrega detalles porque, dice, debe esperar a que el CTI de la Fiscalía culmine la investigación. En el ente investigador tampoco dan declaraciones con el argumento de que siguen recogiendo pruebas.

Las cámaras de seguridad de la universidad, que entraron en custodia desde el día siguiente, podrían dar una luz, pero allí parece haber otro punto ciego. Para ese momento, solo funcionaban 13 de las 17 instaladas. Este diario conoció un oficio del 28 de abril en el que la compañía de seguridad que vigila la sede informa esa novedad a la Universidad, y agrega: “aparentemente el sistema en ese sector fue víctima de un posible sabotaje por aislamientos de corriente (...) algo muy frecuente en las sedes donde se presentan desmanes”. La Universidad interpuso una denuncia penal para que se investigue la veracidad y la causa de lo relatado por la firma de vigilancia.

Este caso, en medio de la incertidumbre que lo rodea,agudiza la tensión que vive la Distrital (que tiene 26.000 estudiantes) debido a las diferencias entre el Consejo Superior y buena parte de la comunidad académica. La elección de un nuevo rector sigue su curso y, de acuerdo con el cronograma, el ganador se posesionará el 1° de julio. Hay 14 candidatos. Los estudiantes marcharán hoy hasta el Concejo Distrital reclamando no sólo por esto, sino por la venta de la ETB, y claro: por Miguel Ángel. Su madre y su hermano, en la tarde, regresarán al hospital. Piden orar por él. En redes sociales hay quienes lo animan escribiendo: #FuerzaMiguel.

Por Carlos Hernández Osorio

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