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Mucho más que un juego

La pasión por el fútbol volvió a convertirse en excusa para los violentos en el país, quienes dejaron tres muertos en tres días en Bogotá. Gobierno Nacional y dirigencia de ese deporte respaldan decisión del Distrito que aplazó para el 8 de octubre el partido Millonarios – Nacional, pero hacen falta medidas de fondo.

Camilo Segura Álvarez/ Élber Gutiérrez Roa
24 de septiembre de 2013 - 11:10 p. m.
Líderes de Nacional, Millonarios y Santa Fe se reunieron   en el Palacio Liévano con autoridades del Distrito. / Andrés Torres
Líderes de Nacional, Millonarios y Santa Fe se reunieron en el Palacio Liévano con autoridades del Distrito. / Andrés Torres

Una cachetada contra el corazón de la sociedad y contra los seguidores del fútbol. Una inaceptable racha de asesinatos que en sólo tres días se llevó a un policía retirado, a un artesano y a un joven que aspiraba a estudiar computación en el Sena.

Ese fue el panorama que delincuentes vestidos de hinchas sembraron desde el sábado en hechos aislados en Bogotá y que convirtieron la fiesta del fútbol en un acto luctuoso. A usanza de las aciagas épocas en las que la mano del narcotráfico sembró la muerte en los estadios y obligó incluso a la cancelación del campeonato de fútbol profesional colombiano (en 1989), ayer el alcalde de la capital, Gustavo Petro, tuvo que suspender la realización del partido Millonarios-Nacional (previsto para anoche en el estadio El Campín) debido a que la violencia insiste en colarse en ese espectáculo deportivo.

No se trata en esta ocasión de la influencia de los grandes capos de la droga, sino más bien de células delincuenciales que corresponden más con nuevas modalidades de pandillismo urbano que ha intentado filtrarse en las barras de los equipos —creen las autoridades— y que es proclive a la generación de violencia en momentos previos o posteriores a los partidos, no necesariamente dentro de los escenarios deportivos.

El militar en retiro Pedro Contreras fue apuñalado y murió por tratar de defender a su hijo (hincha de Santa Fe) ante una agresión por supuestos hinchas de Millonarios al occidente de Bogotá y el lunes pasado, dos días después, en similares circunstancias, pero en hechos aislados, fueron asesinados Carlos Medellín y Javier Rodríguez, hinchas del Nacional, también a manos de hombres que serían hinchas de Millonarios. Una especie de ley absurda del puñal contra quien portase una camiseta del equipo rival.

Pero la sociedad reaccionó y las autoridades nacionales, deportivas y hasta los mismos miembros de las barras del fútbol respaldaron la decisión de Petro de suspender el partido. Desde el ministro del Interior, Aurelio Iragorri, pasando por Ramón Jesurún, presidente de la División Mayor del Fútbol Colombiano.

La del repudio a dichos crímenes fue una reacción nacional. Como la que se vivió el 25 de junio con un sentido homenaje en el estadio Pascual Guerrero, de Cali, a Óscar Eduardo Sandino, el hincha de Millonarios asesinado por fanáticos del Deportivo Cali. O como el luto que generó la muerte de la universitaria Diana Constanza Quintero, quien fue arrojada de un bus en movimiento por seguidores de Millonarios que libraban una batalla en el vehículo con seguidores del Santa Fe, luego del clásico bogotano del 6 de abril. Fue ese caso el que derivó en la campaña de El Espectador #FutbolEnPaz, que semanas después logró el compromiso de equipos e hinchas a favor de la paz en los estadios.

Para el caso específico del suspendido partido entre Millonarios y Nacional (que se jugará el 8 de octubre) la Alcaldía de Bogotá y los hinchas de los equipos también tenían un compromiso de buen comportamiento en la capital.

“El alcalde se reunió el lunes con los barristas para que esta fuera una fiesta. Llegamos a un acuerdo, permitimos el ingreso de sus banderas y nos responden con estos muertos”, reprochó el secretario de Gobierno de Bogotá, Guillermo Alfonso Jaramillo.

Para la barra de Nacional en la ciudad (Los del Sur Bogotá) los dos asesinatos de sus hinchas se pudieron evitar. “El 9 de septiembre le entregamos una carta a la Alcaldía pidiéndole que se inhabilitara el estadio para este partido. Las barras de Millonarios (Comandos Azules y Blue Rain) han mostrado su xenofobia frente a nosotros y sabíamos que esto se iba a presentar”, afirmó Alberto Bautista, uno de los 22 dirigentes de ese colectivo.

¿Qué salió mal? Si llega a ser cierto que los crímenes de esta semana fueron cometidos por hinchas afiliados a las barras, lo que estaría quedando en evidencia es que las mismas no tienen control sobre las acciones de cada uno de sus miembros. Por otro lado, también es claro que el programa Goles en Paz, que por 10 años promovió un diálogo con las barras, se quedó corto.

“Ese programa no está funcionando por dos razones. Primera, los chicos están buscando oportunidades de educación y empleo para separarse del vandalismo y la ilegalidad, pero no tienen interlocución con la Secretaría de Educación ni la de Desarrollo Económico. Segunda, porque dentro de las barras hay gente que opera por su cuenta”, dijo una fuente de la Secretaría de Gobierno.

Jaramillo sostuvo que la administración “está preocupada” porque “es posible que haya fenómenos criminales asociados con estas expresiones violentas. Esto no es de apasionados del fútbol, sino de vándalos”.
De ahí que el Distrito anunciara ayer 500 gestores de convivencia durante los partidos de fútbol en Bogotá y $15 mil millones del presupuesto distrital a programas de empleo a barristas.

Mientras tanto, los representantes de la Federación Colombiana de Fútbol y la Dimayor se reunirán hoy con el viceministro del Interior, en busca de medidas para evitar que la pasión por el fútbol siga siendo la excusa de los violentos para manchar el deporte.

 

Felipe Gaitán, presidente de Millonarios:

"Los criminales no se pueden disfrazar de hinchas para cometer sus fechorías”


Ramón Jesurún, presidente de la Dimayor:

-“Esto no es un problema del fútbol. Esto es un problema de la sociedad”.

-“Cuando los problemas se han presentado en el estadio desde Dimayor lo hemos atacado sancionando con quita de puntos y cierre de estadios”.

-“Repudio a los actos de violencia. A los criminales todo el peso de la ley. Se están disfrazando con camisetas de futbol para delinquir, debe haber plan de judialización severa”.

-“La Dimayor hace lo que le corresponde; Atacar los problemas que se presentan en los estadios. La legislación colombiana debe intervenir”.

-“Dimayor actúa en lo que le compete pero no puede judicializar porque no le corresponde. Estamos dispuestos a acompañar a las autoridades en lo que necesiten”.
 

csegura@elespectador.com

egutierrez@elespectador.com

 

Por Camilo Segura Álvarez/ Élber Gutiérrez Roa

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