No llegarán buses eléctricos, pero...

Mientras varias ciudades de la región le apuestan con solidez a renovar sus vehículos con motores eléctricos, en la capital se dan pasos lentos con el auge de proyectos del sector privado. Estas son algunas iniciativas y los retos que tienen.

Felipe García Altamar / fgarcia@elespectador.com / @FelipeAltamar
12 de enero de 2019 - 03:43 a. m.
Bicicletas y monopatines compartidos son algunas alternativas para aliviar la movilidad. / Gustavo Torrijos - El Espectador
Bicicletas y monopatines compartidos son algunas alternativas para aliviar la movilidad. / Gustavo Torrijos - El Espectador

Es un hecho que por los carriles exclusivos de Transmilenio (TM) no transitarán buses eléctricos al menos en los próximos seis años, cuando se prevé que estén construidas las troncales que dejará en obra la actual administración (carrera 7ª, Av. 68 y Av. Ciudad de Cali). Durante el proceso de renovación de la flota más antigua del sistema se debatió con intensidad el futuro de la movilidad sostenible en la capital, teniendo en cuenta los impactos ambientales de la tecnología eléctrica que desde distintos sectores le exigieron a TM implementar, aunque fuera en un pequeño porcentaje.

No ocurrió así y los articulados que empezarán a llegar desde el segundo semestre del año serán de gas y diésel, una decisión que se confirmó al mismo tiempo que otras ciudades de la región anunciaban sus planes para avanzar en la movilidad sostenible. Y aunque podría pensarse que esto deja mal parada a Bogotá frente al resto de ciudades líderes del continente, lo cierto es que acá hay un auge de otros modos de transporte eléctrico que se configuran como un avance que se da hacia una movilidad moderna y multimodal.

Se trata de alternativas como bicicletas, monopatines o carros eléctricos, con características bien definidas: son propuestas de empresas privadas, funcionan mediante aplicaciones y su uso es compartido. Así lo explica Édder Velandia, experto en movilidad y desarrollo sostenible de la Universidad de La Salle: “Son iniciativas pequeñas e innovadoras, pero exitosas. Es muy positivo, porque muestra que hay muchas opciones de transporte que son el futuro para nosotros, pero que son una realidad en otras ciudades. No obstante, pone a pensar si son negocios lucrativos porque hacen falta muchos incentivos. Por ejemplo, hay esquemas de bicicletas compartidas que se caen si se les quita el soporte del sector bancario”.

Estas propuestas de micromovilidad, que son los primeros o últimos tramos de un trayecto, son en realidad un segundo paso que da la ciudad para posicionarse en cuanto a movilidad eléctrica. El primero se dio en 2013 con el proyecto de traer 50 taxis eléctricos —solo quedan 37—, un piloto que se fue quedando sin apoyo y que hoy solo es un buen recuerdo del momento en que Bogotá fue referente en el tema de movilidad eléctrica para la región, pero se quedó ahí.

“Fuimos líderes, pero seguimos con lo mismo después de esa experiencia y ahora otras capitales del continente tienen más propuestas de movilidad eléctrica que Bogotá. Esta administración no dio continuidad a iniciativas como bicicletas públicas o taxis y buses eléctricos. Y, mientras tanto, otras ciudades demostraron que aprendieron de nosotros, pero ellos sí despegaron. Pudimos ser pioneros en muchas cosas y eso es frustrante”, agrega Velandia.

Como en el proyecto de taxis, el apoyo de la compañía de energía Codensa ha sido fundamental para que las iniciativas de movilidad eléctrica despeguen. La empresa también adelantó la instalación de cuatro electrolineras de acceso público, que se suman a los puntos de recarga de energía que se encuentran en algunos centros comerciales.

Los retos de estas alternativas son grandes. El primero es el costo de los vehículos, una de las razones por las que se descartó la llegada de articulados eléctricos. Los otros desafíos pasan por el tema de los vacíos en cuanto a normatividad. De acuerdo con los promotores, son propuestas que no tienen reversa, porque ya existen en muchas ciudades del mundo, por lo que hay que aprovechar que está en una etapa temprana para que se puedan organizar e incorporar a tiempo a la movilidad de la ciudad.

Para empezar a cumplir con esta labor se adelantó una primera reunión en diciembre entre la Secretaría de Movilidad y las empresas que promueven estas alternativas, y se espera que se desarrolle otra antes de que culmine este mes. El objetivo de los encuentros es buscar formas para que las propuestas se puedan materializar de la mejor manera para la movilidad de la ciudad. No obstante, y según expertos y promotores, también es necesario generar esquemas para que sea más sencillo adquirir estos vehículos y acceder a estas propuestas.

Bicicletas compartidas

Es la iniciativa que cuenta con mayor fuerza en la ciudad. Hay dos aplicaciones líderes que operan de manera similar: una aplicación en la que el usuario busca la bicicleta más cercana, la alquila y paga al final de acuerdo a los minutos recorridos. Una de las apps es Muvo, que se creó en diciembre de 2017 con 50 bicicletas y hoy ya tiene 150. La otra es BiciCo, que nació en agosto de 2018 con 50 bicicletas.

No obstante, estos proyectos también son los que cuentan con los mayores retos debido al tema de estacionamientos, pues funcionan igual que el sistema de bicicletas públicas compartidas que no ha podido salir adelante. Por eso, estas aplicaciones no pueden hacer uso del espacio público para dejar las bicis, por lo que deben recurrir a alianzas con supermercados y grandes superficies en las que se puedan parquear las bicicletas. El otro aspecto es la seguridad, para lo cual cada app cuenta con seguros contra robos y accidentes de terceros.

Por ahora, estos proyectos se desarrollan en un perímetro que va de la Calle 45 a la Calle 134, y de la Carrera Séptima a la Autopista Norte. Es una zona en que, de acuerdo con los planes del Distrito, estará en obra durante los próximos años, por lo que esta alternativa se presenta como una buena solución.

Monopatines

Hace unas semanas, en la cuidad se vienen observando monopatines eléctricos de color verde estacionados en las aceras y otros puntos del espacio público. Llegaron en diciembre como parte de una alianza entre las empresas Rappi y Grin, y buscan suplir la necesidad para los trayectos cortos, pero complejos de hacer a pie o en automóvil. Estos monopatines se pueden utilizar mediante una aplicación y, por ahora, solo es posible usarlos con tarjeta de crédito.

Liberar el monopatín cuesta $1.500 y cada minuto que se recorre en ellos tiene un valor de $300. Esta propuesta de micromovilidad se puede ver en muchas ciudades de Europa, y ha tenido los mismos retos que deben afrontar estas empresas en Bogotá: la invasión del espacio público, la accidentalidad, la inseguridad, pero, sobre todo, la falta de una regulación. Al respecto, lo único que existe es una circular de la Secretaría de Movilidad, que brinda algunas recomendaciones sobre la velocidad, los estacionamientos y las zonas por donde pueden transitar. Asimismo, la entidad indicó que pronto emitirá un acto administrativo para regular estos vehículos.

Carros eléctricos

Las aplicaciones son las dueñas del mercado de carros eléctricos. Por $ 600 cada minuto, una persona puede liberar un pequeño vehículo eléctrico y llevarlo hasta otro punto, donde esperará a ser desbloqueado por otro conductor.

El hecho de apostarles a los carros eléctricos, además de una alternativa ser amigable con el medio ambiente, les permite a los conductores evitar ciertas restricciones, como el pico y placa. En diciembre pasado, el Concejo de Bogotá aprobó un proyecto con el que se busca que en 2040 solo se vendan en la capital vehículos cero emisiones. La idea es que la implementación de esta nueva reglamentación sea progresiva a partir de 2025.

Transporte público

Una de las iniciativas más interesantes en el proceso de modernización de la movilidad son los buses del SITP que deben llegar a la ciudad este año. La Secretaría de Movilidad ya anunció que, en lo posible, se buscará traer a la ciudad buses como los que llegaron a finales de 2018 a Cali y Medellín. Además, el Distrito también debe adelantar las convocatorias para vincular buses azules a las zonas en las que aún existe el SITP provisional, y que dejaron desiertas los operadores Coobús y Egobús , ya liquidados.

Por otra parte, hay empresas que proponen traer taxis eléctricos para fortalecer el proyecto que empezó hace seis años, y que según Codensa evitó 2.800 toneladas de CO2.

Movilidad eléctrica en la región

Medellín (Colombia)

La capital antioqueña busca incorporar 55 buses eléctricos a su flota de buses zonales. A finales de 2018, se inauguraron dos electrolineras (ya suman 25) y tiene un plan para reducir los vehículos de combustión a 2025.

Santiago (Chile)

La ciudad estrena la flota de articulados eléctricos más grande de Latinoamérica, con 100 buses para Transantiago. La capital chilena espera tener pronto 3.500 buses y convertirse en el segundo país con más buses de este tipo.

México D.F. (México)

Aunque en la capital de México hay compañías que se dedican al alquiler de bicicletas y motos eléctricas, su uso no ha tenido el alcance esperado. En paralelo, se trabaja en la incorporación de buses y taxis eléctricos.

Cali (Colombia)

En noviembre de 2018 llegaron a la ciudad 26 buses eléctricos para su sistema zonal y este año piensa adquirir otros 100. Además, hay en proceso una licitación para comprar 400 buses para el MÍO, de los cuales un 30 % sería de eléctricos.

Lima (Perú)

La capital peruana, así como el país en general, ha dado grandes pasos para promover la movilidad eléctrica, entre ellos, reducir los impuestos a la importación de estos vehículos y la incorporación de autobuses públicos.

Sao Paulo (Brasil)

Sumado a que hoy circulan varios vehículos eléctricos y se trabaja en un plan piloto de autobuses eléctricos, el gobierno ha promovido iniciativas para estimular esta tecnología y el uso compartido de sus carros.

Por Felipe García Altamar / fgarcia@elespectador.com / @FelipeAltamar

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