Opinión: El aire de Bogotá más allá de la emergencia ambiental

Si se trata de lograr una verdadera calidad del aire a largo plazo, que evite impactos en la salud de la población como enfermedades respiratorias crónicas y hasta muertes prematuras, la ciudad necesita medidas contundentes frente a los principales contaminantes: buses, camiones e industrias.

Verónica Téllez Oliveros*
21 de febrero de 2019 - 05:53 p. m.
Archivo particular.
Archivo particular.

Las consecuencias de respirar un aire contaminado, de mala calidad, son prácticamente invisibles para la mayoría de las personas. Rara vez nos detenemos a pensar acerca del peligroso efecto de, por ejemplo, ir en bicicleta y quedar en la primera fila de la cebra junto a un bus o un camión de carga, que expulsen todo su humo y partículas en nuestra cara. Pues bien, respirar este aire tiene el mismo efecto devastador para nuestras vías respiratorias que el hecho de estar fumando todo el tiempo y esta humareda también tiene componentes (Material Particulado – PM) catalogados como cancerígenos por la Organización Mundial de la Salud.

“A diferencia del agua, no puedes comprar aire potable, no puedes elegir el aire que respiran tus hijos. Todos vamos a respirar el mismo aire contaminado. Entonces es un asunto que nos compete a todos”, dice Paula Rodríguez, especialista en temas urbanos de WWF-Colombia.

Actualmente tenemos que lidiar con altas cantidades de uno de los contaminantes más peligrosos del aire: el material particulado, conocido como PM. Estas partículas afectan a más personas que otros contaminantes y al ser inhaladas, pueden penetrar los pulmones y acumularse hasta generar consecuencias como tos y dificultad para respirar, complicar el asma e, incluso, la muerte prematura en personas con problemas de pulmón o corazón, según lo indican los datos de la Secretaría Distrital de Ambiente. Estar expuestos a altas concentraciones de estas micro partículas también contribuye al riesgo de enfermedades cardiovasculares y cáncer de pulmón, como lo señala la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En la capital colombiana los principales emisores de PM son las chimeneas de las industrias, buses de transporte público, vehículos de carga y motocicletas de dos tiempos. También hay algunos factores que pueden empeorar aún más la concentración de estas partículas en el aire como las épocas de verano y los incendios forestales. Justamente, el intenso verano fue una de las razones expuestas para justificar las alertas amarilla y naranja decretadas la semana pasada.

En medio de la emergencia ambiental, la Administración Distrital decidió implementar la medida de pico y placa ambiental extendido en la ciudad, desde el sábado hasta que bajara la concentración de PM en el aire. En los medios y las redes sociales la ciudadanía criticó la medida y cuestionó si realmente servía. Paula Rodríguez señala que se necesitan medidas contundentes dirigidas a los buses y camiones de carga que han cumplido ya su vida útil y tienen tecnologías muy viejas, que no cuentan con sistemas de control de emisiones, pues por lo tanto son los principales generadores de PM. Basta con salir a la calle para verlos circular.

Los gobiernos locales suelen tomar este tipo de medidas, incluyendo la flota de carros particulares, porque el frenar y arrancar repetitivamente en medio de la congestión vehicular genera una mayor emisión de contaminantes. Aunque el argumento es cierto, y a mayor congestión mayores emisiones, no se debe dejar de lado el problema de fondo y es que los buses y camiones viejos que funcionan con diésel son los mayores responsables de las altas concentraciones de PM en la ciudad.

Por ejemplo, una de las deudas políticas de la ciudad ha sido la salida de los buses provisionales del Sistema Integrado de Transporte Público, que continúan expulsando bocanadas de humo negro y partículas en las calles.

Es clave, también, que la ciudadanía exija la inclusión de tecnologías realmente limpias como los vehículos eléctricos en las licitaciones de sistemas de transporte. “Es algo que debería tener más atención porque no sólo les compete a los operadores de transporte sino a toda la población, por tratarse de la calidad del aire que respiramos todos”, resalta Rodríguez.

El Distrito ha dicho que este año entrarán a circular en el sistema Transmilenio “741 buses con estándar Euro VI a gas y 700 con estándar Euro V que, adicionalmente, deberán incorporar un filtro de partículas que capturen como mínimo el 75% del material particulado”. Sin embargo, estos vehículos seguirán emitiendo PM y sobre estas partículas “no se ha podido identificar ningún umbral por debajo del cual no se hayan observado daños para la salud”, como lo dice la OMS en su reporte sobre calidad del aire y salud, de mayo de 2018. Sería mucho más favorable para la población bogotana que circularan buses cero emisiones como los eléctricos. Por lo pronto, se trata de una oportunidad que la ciudad perdió, pues no se incluyó en la licitación de los nuevos buses de Transmilenio.

También quedan retos enormes en el manejo de la flota de camiones de carga y de las emisiones de las industrias en sus chimeneas. La ciudadanía está en mora de conocer cuáles fueron los avances del Distrito al respecto, de acuerdo al Plan Decenal de Descontaminación del Aire de Bogotá (2010-2020), que planteaba controles más rigurosos, filtros de partículas y combustibles más limpios en las industrias.

No tener medidas contundentes implicaría que la ciudad siga atendiendo a alertas como las registradas la semana pasada y hace un año. Vale la pena aprovechar la coyuntura para revisar las estrategias y evitar que la escena cotidiana sea la de personas con máscaras y tapabocas tratando de enfrentar al enemigo silencioso que se ha vuelto el aire contaminado.

LOS DATOS DE LA OMS

 

*Oficial de Comunicaciones de WWF-Colombia

Por Verónica Téllez Oliveros*

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar