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Paula Torres no tenía motivos para suicidarse

La joven fue detenida y trasladada a una UPJ. De allí la llevaron rumbo al hospital San José, a donde llegó muerta. La Policía dice que ella se quitó la vida. La familia no cree las explicaciones de los uniformados.

Catalina Erazo
14 de diciembre de 2015 - 11:00 a. m.

Alejandro Torres y su esposa, Ana Llanos, perdieron la tranquilidad desde que la noche del sábado 5 de diciembre, cuando recibieron una llamada de su hija Paula Torres, que alterada les contó que dos policías la estaban golpeando y arrastrando en la calle. Lo siguiente que supieron, luego de salir a buscarla, fue que primero la llevaron a la UPJ de Puente Aranda y que de allí la llevaron sin vida al hospital San José. Las versiones de lo que ocurrió, desde la última vez que la vieron con vida hasta el momento de su muerte, son confusas y por eso piden justicia.

Paula era una joven transgénero de 28 años, que desde los 20 les habló a sus padres de su orientación sexual. Desde entonces se cortó el cabello, empezó a vestir ropa ancha y dentro de la comunidad LGTBI la conocían como Carlitos. A pesar de su orientación, ella no se había hecho ningún tratamiento hormonal e, incluso, su cédula conservaba su identidad inicial: Paula Alejandra Torres Cabrera, de sexo femenino.

La versión que da la Policía sobre la muerte de esta joven señala que ella entró a la UPJ de Puente Aranda a las 9:50 p.m., de donde salió a las 10:10 p.m. rumbo al hospital San José, donde murió 10 minutos después. Según la explicación del general Humberto Guatibonza, director de la Policía Metropolitana, “el uniformado, que estaba de servicio, se dio cuenta de que la joven se había intentado ahorcar y en su afán por salvarle la vida, la subió a un vehículo de la institución y la llevó al hospital”.

Sin embargo, esa versión del suicidio es algo que no creen los padres de Paula. Según sus familiares y amigos, ella no tenía motivos para hacerlo, ya que estaba en el mejor momento de su vida: tenía un trabajo estable, estaba juiciosa y hace dos meses había tomado la decisión de irse a vivir con su pareja, de quien estaba felizmente enamorada. De hecho, el día en que murió tenía planeado conocer a su suegra y al resto de su familia.

La detención

La historia detrás de su muerte comenzó ese sábado cuando los amigos de Paula la invitaron a celebrar su cumpleaños. Luego de unas horas, al verla un poco alicorada, la mandaron en un taxi para la casa. Debía irse temprano, porque tenía una cita importante: iba a conocer a su suegra. El recorrido inició en el barrio Restrepo y debía terminar en el barrio 20 de Julio, donde la esperaba su novia.

Al ver que Paula se estaba demorando y no contestaba su teléfono, su pareja llamó al taxista para saber dónde venían. El hombre respondió que estaba en el almacén Metro, en la carrera 10 con calle 30b sur, muy cerca del lugar de destino. De inmediato, ella se dirigió hasta allá y encontró a Paula enfrentada con el taxista, porque al parecer le estaba cobrando más de lo debido.

La joven intentó calmar la situación, pero a la escena llegaron dos policías. El taxista les aseguró que Paula lo quería robar y de inmediato los uniformados la tiraron al suelo, le pusieron una rodilla sobre su cabeza para ponerle unas esposas. Para levantarla, la halaron de la pretina del pantalón. “No les importó que ella les hubiera dicho: ‘ojo que soy mujer y me están lastimando’. Paula medía 1,50 mt y pesaba 50 kilos. No era necesario usar tanta fuerza”, contó una testigo.

Ante la escena, la novia de Paula alcanzó a llamar a sus suegros y les contó que se iban a llevar a Paula, pero que los policías no querían decir a dónde. Minutos después, y cuando los uniformados vieron que les estaban tomando fotos, dijeron que la llevarían a la UPJ de Puente Aranda, en la carrera 39 con calle 10. De inmediato, los padres de la joven salieron rumbo a la estación. Sin embargo, cuando llegaron, se encontraron con la fatal noticia: a su hija la habían trasladado a un hospital.

La madre asegura que al llegar a la UPJ no había ningún policía, sólo estaba el defensor, quien les dijo que habían recibido a Paula; que le habían hecho el procedimiento de ingreso que se les hace a todas las mujeres (revisan que no estén lactando, ni en embarazo), y que luego la habían pasado a una celda, donde intentó ahorcarse con el cordón de la sudadera. “En ese punto surgen las primeras preguntas, pues Paula no llevaba sudadera, sino un pantalón de dril, con un cordón decorativo en algodón, de menos de 30 cm, con lo que sería difícil quitarse la vida. Además, lo que nunca nos dijo el defensor fue que ella salió muerta de la celda. Cuando llegamos al hospital, encontramos que la niña había ingresado muerta a las 10:20”, relató Ana Llanos.

Dudas

La madre, quien también es policía, pudo conocer el informe que hicieron los uniformados luego de detener a Paula. Según ella, el documento siembra más dudas detrás de su muerte. En el formato, que es lo único que han recibido de las autoridades, dice: “La ciudadana se encuentra en alto grado de exaltación en la carrera 10 con 31 sur. Por su estado, se conduce a la UPJ para que se evite daños a su propia identidad y a terceros”. En ninguna parte dice que estaba alicorada ni menciona la pelea con el taxista. Además, no está su firma, datos de contacto, ocupación, ni tampoco está marcada la casilla de condición de comunidad LGBTI.

Los padres de Paula conservan la fotografía que le tomaron ese día en el hospital, en donde se evidencian golpes en su rostro y en la parte izquierda del torso. Además, de una marca en su cuello que denota asfixia, pero no por suicidio, como asegura la Policía. Según su padre, que estudió enfermería, “por la posición del cuerpo, la marca de una persona que se ahorca es diagonal y en la parte superior del cuello. Pero la de Paula es totalmente horizontal, en la parte inferior del cuello, típica de una asfixia mecánica inducida o estrangulamiento”.

La explicación de la Policía no tiene satisfecha a su familia ni a sus amigos, pues son más las preguntas que las certezas. ¿Qué pasó de las 9:15 a las 9:50 dentro de la patrulla que trasladó a Paula a la UPJ? ¿Por qué en la UPJ, en el momento del ingreso, no le fueron retirados elementos como un anillo o el cordón con el que supuestamente se iba a ahorcar? ¿Llegó viva a la UPJ? ¿Por qué su firma y los datos que tenía que llenar en el informe no están? ¿En tan sólo 20 minutos, la registraron, le hicieron la valoración, la trasladaron a la celda, vieron el intento de suicidio y la sacaron al hospital? Y por qué en el momento que llega la Policía a detenerla, si ella expresó que era una mujer, nunca llegó una policía femenina a hacer el procedimiento.

Son explicaciones que tendrá que dar la Policía de Bogotá, que se ha limitado a sostener la versión del suicidio. Su familia ahora piensa poner este caso en manos de los organismos de control. Por ahora, han radicado unos cuantos derechos de petición, solicitando el acceso a cámaras de seguridad del lugar, el dictamen de Medicina Legal y la responsabilidad de la Policía en los hechos, pues en el caso de Paula, su familia tiene una cosa clara: el día de su muerte, ella estaba celebrando su vida y esta se apagó en 30 minutos, mientras estuvo bajo custodia del Estado.

Por Catalina Erazo

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