Peñalosa, a metros de Cambio Radical

Aunque Germán Vargas Lleras respaldó al alcalde Enrique Peñalosa, en los últimos meses ha sido evidente el distanciamiento. Las presiones burocráticas desde el Concejo, traducidas en la falta de respaldo de ese partido, amplían la brecha.

Redacción Bogotá
23 de agosto de 2017 - 04:20 a. m.
Uno de los grandes respaldos del alcalde Enrique Peñalosa en campaña fue el exvicepresidente Germán Vargas Lleras. / Cortesía
Uno de los grandes respaldos del alcalde Enrique Peñalosa en campaña fue el exvicepresidente Germán Vargas Lleras. / Cortesía

La distancia entre el alcalde Enrique Peñalosa Londoño y el líder de Cambio Radical (CR), Germán Vargas Lleras, es cada día más grande. Aunque en los últimos meses las posibles grietas apenas eran rumor, las declaraciones públicas del mandatario distrital y un cambio obligado en su gabinete ratifican que ayer fueron aliados en campaña, pero hoy parecen tomar rumbos distintos.

La mayor evidencia se dio la semana pasada, cuando, en medio de un evento, Peñalosa dijo que no cedería ante presiones y que sus nombramientos se basaban en las habilidades y aptitudes de los funcionarios, no por recomendaciones políticas. Agregó que esa es la única forma de garantizar que no se presenten casos de corrupción. “No existe posibilidad de que vaya a cambiar a un solo miembro del equipo por presiones. Así me cueste políticamente lo que me cueste... Y que recuerden que su jefe es el alcalde y no un padrino político”. (Lea: Otra baja en el gabinete Peñalosa: renunció la secretaria de Hábitat)

Esta declaración tiene su historia. Comenzó con las reiteradas críticas a Peñalosa en los debates de control político hechas por algunos concejales de la Unidad Nacional que cuestionaron sus estrategias en las secretarías de Movilidad y Hábitat. “Desde hace un tiempo, en especial la bancada de CR, ha ejercido presión contra el alcalde. Están pidiendo cabezas, porque dicen que no hay avances. Una de ellas, la de Juan Pablo Bocarejo, secretario de Movilidad”, comentó un concejal. Era tal la presión, según la fuente, que en ocasiones los cabildantes estaban más del lado de la oposición que de la administración. “Un ejemplo fue el proyecto de valorización que le negaron. Ni siquiera lo votaron. Una forma de advertirle que debía tenerlos en cuenta”.

Aunque el mensaje fue contundente y por primera vez le rechazaron una iniciativa clave a la administración, Peñalosa dejó algo claro: no va a sacar a Bocarejo, “así lo revoquen”, como dijo una fuente cercana a la Alcaldía. La otra opción para calmar a los concejales era la cabeza de María Carolina Castillo, secretaria de Hábitat, quien llegó al gabinete con respaldo de Vargas Lleras. Su experiencia es prueba de esa cercanía: fue viceministra de Agua en el Ministerio de Vivienda de Luis Felipe Henao (cercano al exvicepresidente) y directora de Participación y de Asuntos Legislativos en el Ministerio del Interior cuando Vargas Lleras fue cabeza de la cartera.

Si bien la secretaria era ficha de CR, el partido la quería fuera de la administración. Al final fue tal la presión que ella renunció para quitarle un peso al mandatario distrital. Castillo y Peñalosa tuvieron buena relación desde el comienzo y por eso el alcalde no la quería dejar ir. Para conservarla en su gabinete, simplemente la cambió de puesto. Castillo reemplazará al gerente del Acueducto, Germán González, quien dejó su cargo “por motivos personales”, aunque a todas luces es el único sacrificado.

A pesar de su discurso, Peñalosa finalmente cedió a que los concejales de Cambio Radical postularan candidatos para la Secretaría de Hábitat, pero les puso una condición: que fuera alguien más técnico que político. Al parecer, esa tarea les ha quedado grande, pues a la fecha no han enviado hojas de vida para que el alcalde designe al nuevo encargado del futuro de los programas de vivienda en la capital, que tanto ayudarían a Vargas Lleras a subir en las encuestas presidenciales en Bogotá.

La distancia

Cuando Enrique Peñalosa empezó a puntear en las encuestas para la Alcaldía de Bogotá, más de uno se acercó a calentarle el oído. Aunque en su carrera política el mandatario se ha acercado a varias orillas, como a la del expresidente Álvaro Uribe o el exalcalde Antanas Mockus, entonces decidió que su alianza sería con Cambio Radical. Su discurso de urbanista combinaba bien con el líder del partido, Germán Vargas, quien ha posicionado su imagen como impulsor de la política de vivienda y vías en el país. Desde el comienzo, Peñalosa sabía que su unión sería fructífera. Y tuvo razón, pues el partido se impuso como la bancada mayoritaria en el Concejo.

Al principio, la relación fue fluida. El Distrito presentaba un proyecto en el Concejo y casi de inmediato se lo aprobaban. Era el alcalde de las mayorías. No sólo Cambio le daba el espaldarazo, también otros partidos, como el Centro Democrático, la U, los conservadores y los liberales, aunque sus medidas fueran impopulares. 

Los ciudadanos comenzaron a quejarse, azuzados por los promotores de la revocatoria, y el alcalde cayó vertiginosamente en las encuestas de percepción. A un año de iniciado su mandato, no contaba ni con el 20 % de la aprobación. Poco a poco, en los pasillos del Concejo crecía el rumor de que algunos concejales se alejaban. “Nadie quiere acercarse a un alcalde con pésima imagen, cuando en menos de un año son las elecciones presidenciales”, aseguró otro concejal.

A pesar de eso, los concejales que lo han apoyado desmienten esa versión. De hecho, hace una semana, el concejal Roberto Hinestrosa (Cambio Radical) le dijo a este medio que “Peñalosa cuenta con el respaldo del partido. Hemos apoyado su gestión, su determinación de proponer un metro acomodado a la realidad de la ciudad, y creemos que es el mandatario que Bogotá necesita”.

Otros son más cautos. Pese a reiterar el apoyo, insisten en que su labor es hacerles un control continuo a las medidas del alcalde. Pero líderes de la oposición insisten en que es una forma de escabullirse de la realidad: las ganas de alejarse por el efecto revocatoria y porque, según algunos, el alcalde no tiene en cuenta sus sugerencias.

El primer campanazo de alerta fue el proyecto de valorización. A pesar de que el Distrito insistió en la necesidad de esta fuente de recursos, por primera vez la Comisión de Hacienda radicó ponencia negativa. Los concejales dijeron que no era el momento para pedirles más dinero a los bogotanos. Justo ese día, Vargas Lleras se paseó por los pasillos del Concejo, pasando revista a sus concejales. Aunque hubo una larga discusión, al final ni siquiera sometieron a votación la iniciativa. Las elecciones y la impopularidad de Peñalosa jugaron en contra. (Lea: Nada salvó el proyecto de valorización de Peñalosa)

El otro episodio llegó cuando un juez anuló el artículo del Plan de Desarrollo que autorizaba la enajenación del 84 % de las acciones de la ETB. El Espectador realizó un sondeo sobre qué pasaría si la administración decidiera radicar un proyecto independiente ante el Concejo, para obtener la autorización. La mayoría, que en esa época votó por el sí, consideró que no era momento para presentarlo. Varios concejales, como Róger Carrillo (conservador) y David Ballén (U), señalaron que no lo respaldarían.

Otro hecho que dejó a más de uno pensando sobre las diferencias entre Peñalosa y Vargas fue el almuerzo que tuvo el contralor distrital, Juan Carlos Granados, con la bancada de Cambio Radical, justo un mes antes de que el jefe del ente de control anunciara la apertura de una investigación contra el alcalde y el gerente de Metro, Andrés Escobar, por no usar los estudios para el subterráneo contratados por la administración de Gustavo Petro, que costaron $146.000 millones. Aunque es una investigación que seguramente no terminará en nada, fue un duro golpe para Peñalosa.

La oposición de Peñalosa siempre ha denunciado que el contralor de Bogotá es una cuota más de Cambio Radical, a tal punto que el exalcalde Petro lo calificó como “la policía política de Vargas Lleras”. Si bien en su primer año como jefe del ente de control emitió decisiones contra la pasada administración, este año su mira ha estado puesta en el gabinete de Peñalosa. Abrió investigación contra la gerente de Transmilenio, Alexandra Rojas, y contra la gerente de la Empresa de Energía, Astrid Álvarez, y embargó las cuentas de la secretaria de Hacienda, Beatriz Arbeláez. Es por esto que otro concejal afirmó que desde ahí también se está ejerciendo presión para que Peñalosa cumpla, lave su imagen y no perjudique a Vargas en las elecciones del otro año.

Pero la gota que rebosó la copa es que, en los últimos recorridos de Cambio Radical por las localidades, tanto los concejales como el propio Vargas Lleras han manifestado su inconformismo con la lenta ejecución de la administración. El hecho llegó a oídos del mandatario, quien molesto llamó a cada cabildante preguntando quién estaba de su lado. Dicen que la tensión se agudiza cada día, al punto que ni siquiera hablan por teléfono. De hecho, una de las fuentes reveló que ahora el alcalde es más cercano al presidente Santos, quien lo ha apoyado en sus grandes proyectos, como el metro elevado. (Lea: Los palos en los rieles del metro elevado de Bogotá)

Aunque hoy el alcalde trata de contrarrestar la influencia de Cambio Radical en su mandato, bajo el discurso de no dejarse presionar, sabe que para mantenerse firme tendrá que calcular bien sus siguientes pasos, pues el cambio de mando en la Casa de Nariño coincidirá con sus últimos años de mandato, clave para que vea concretada su obra.

Por Redacción Bogotá

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