Varias semanas llevaba el alcalde Gustavo Petro buscando hablar con el presidente Juan Manuel Santos.
Por un lado, porque han sido entidades del orden nacional las que han esgrimido con más fuerza la tesis de que sería ilegal que la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá monopolice la operación del servicio de aseo. Por el otro, porque en el Concejo de Bogotá su administración pasa apuros para conformar una coalición que apruebe proyectos determinantes para su futuro: el presupuesto distrital y el cupo de endeudamiento.
Tanto la Superintendencia de Servicios como la de Industria y Comercio (en su sorpresiva actuación del miércoles) han expuesto que la libre competencia debe primar en Bogotá desde diciembre 18, cuando se vencen los contratos con los operadores.
El alcalde Petro defiende la idea del monopolio como único camino para incluir a los recicladores, según lo ordenó en 2011 la Corte Constitucional.
Ayer, en un cabildo abierto con recicladores, en la entrada de la Empresa de Acueducto de Bogotá, el alcalde aseguró que “el próximo lunes vamos a hablar con el presidente Santos, sin ningún tipo de presión —mientras que los recicladores gritaban “abajo Parody”— hablaremos de si es posible aplicar en Bogotá el modelo de aseo que tiene Medellín y de que sí es posible cumplir con la sentencia de la Corte Constitucional que ordena integrar el modelo de aseo a la población recicladora”. Petro señaló que en Bogotá se está viviendo un “proceso hermoso en el que ni más ni menos se está reviviendo lo que significa lo público y la propiedad pública”.
Ante la falta de una autoridad superior que zanje esta pelea entre el alcalde y la Comisión Reguladora de Agua, la Superindustria y la Superservicios, el presidente Juan Manuel Santos podría sumar en las pretensiones que tiene el Distrito.
Sin embargo, es poco lo que se conoce sobre la posición del presidente, quien no sólo ha sido discreto, sino que le ha ordenado a su alta consejera, Gina Parody, que lo sea. Tanto que ayer la alta consejera sólo salió públicamente en dos ocasiones, ambas con muy pocas palabras.
Parody —a quien se le vio visiblemente nerviosa, luego de lo ocurrido el pasado miércoles— rechazó los “insultos” de Petro a Santos (insultos que el alcalde, minutos después negó), le dijo al mandatario local que “nadie lo está persiguiendo” y le pidió que “demuestre mayor cooperación para concretar la ejecución de los proyectos sin amenazas y sin chantaje”.
Horas más tarde la consejera anunció la reunión entre ambos mandatarios, a realizarse el próximo lunes. Nada dijo de más. Y mientras el alcalde sigue trinando, el presidente calla.