'Petro se salva si cambia el chip'

El concejal de Bogotá hace una crítica de la alcaldía de Gustavo Petro y dice que, aunque sus planes son pertinentes, la ejecución es su talón de Aquiles.

Camila Zuluaga, Especial para El Espectador
28 de enero de 2013 - 11:00 p. m.
El concejal progresista Carlos Vicente de Roux sostiene que Petro se “propone metas fuertes y ha empezado a desarrollarlas”. / Archivo
El concejal progresista Carlos Vicente de Roux sostiene que Petro se “propone metas fuertes y ha empezado a desarrollarlas”. / Archivo

En medio del debate sobre la posible revocatoria al alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, Carlos Vicente de Roux, uno de los concejales Progresistas más cercanos al mandatario, habla sobre la ciudad y su administración, admite que hay cosas que van mal, pero que el proyecto social del alcalde es fundamental para Bogotá.

¿Cómo cree que va Bogotá?

Es una pregunta muy difícil. Hay cosas en las que estamos mal y se pueden mencionar varias, pero también con el gobierno de Petro y, así suene acartonado, se están marcando unos timonazos en temas cruciales que la ciudad estaba en mora de encarar.

¿Qué temas cruciales?

El replanteamiento radical del modelo de expansión de la ciudad, es como una mancha de aceite, se va a densificar la ciudad y eso es urgente. Por otro lado, está el tema contractual, en donde se ha luchado contra la corrupción y por acabar con el desequilibrio entre los contratistas y el Distrito, porque éstos estaban obteniendo en muchos casos utilidades muy superiores a las razonables. Y, por último, los avances en materia social.

¿Qué avances en materia social?

El de la jornada única, por ejemplo. Bogotá en los colegios públicos tiene un millón de estudiantes, pero éstos estudian sólo medio tiempo. Esto tiene un efecto grave. Al finalizar este gobierno, 250 mil muchachos van a tener jornadas no de 25, sino de 40 horas semanales. El otro ejemplo es el aseguramiento en salud. Hay 400 mil bogotanos que deberían estar en el régimen de salud. Petro se propone unas metas fuertes en ese sentido y ha empezado a desarrollarlas.

¿Pero qué hacemos con el déficit en ejecución?

Ahí está el problema. Hay buenas ideas que por los timonazos requerirían un despliegue administrativo y reconozco que ese es el talón de Aquiles de Petro. La gestión administrativa y gerencial es donde se queda corto y se arriesga el éxito y el buen suceso de sus apuestas por la ciudad. Aunque hay medidas importantes, como garantizar el mínimo vital del agua, el subsidio en Transmilenio, por mencionar algunos.

Al subsidiar la tarifa de Transmilenio hay quienes sostienen que el sistema no soportaría ese gasto...

El subsidio como está planteado y de la magnitud que se va a requerir lo puede manejar Bogotá. No podemos deschavetarnos en la concesión de subsidios. Lo del agua y el Transmilenio es manejable, pero hay que tener cuidado de no entregar subsidios en todos los campos, porque sí pueden ser poco manejables para la ciudad.

¿Qué está mal en esta administración de Bogotá?

La movilidad. Ahora, por el aterrizaje de barrigazo de las basuras, tenemos problemas allí.

¿Qué ve mal en movilidad? Los ciudadanos ven casi todo mal...

Estamos viviendo un rezago de construcción muy complicado, combinado con una situación boyante de la economía para el país que les ha permitido comprar a las clases medias más vehículos; esto, sumado, da las condiciones para un infarto. Además, los gobiernos del Polo Democrático fueron remolones en la construcción de infraestructura para la movilidad.

Si bien hay un rezago, no podemos seguir culpando a las administraciones anteriores. ¿No cree que vamos muy lento?

Me parece que va lenta la implementación del SITP. Creo que se le podría meter el acelerador a ese proceso. Ha habido demoras no siempre justificables, pero no veo grandes desvíos respecto de los cronogramas. Quizás un alcalde más dinámico en movilidad podría mostrar resultados más pronto.

El alcalde no está bien rodeado, tiene un gabinete que no está a la altura.

Hay un desafío que no ha querido acometer: hacerse a un equipo más gerencial. Hemos salido a buscar talento gerencial y en eso se quedó corto Petro, porque prefirió trabajar con gente que conocía y de su confianza. Ahí hay gente muy valiosa. Han aparecido buenos gerentes, pero no es el fuerte ni del gabinete ni del propio alcalde. Eso hace que apuestas como la de la basura aterricen con muchas dificultades.

Ya que habla de basuras, ¿cómo se midió Petro tan mal cuando todo el mundo lo alertó?

En el interior del gobierno se sobreideologizó el asunto. Se plantearon el espejismo de crear una empresa pública de aseo como la panacea para superar los problemas. Y para superar el supuesto cerco que nos habían puesto los contratistas privados, eso llevó a presionar para que se montara a las carreras una empresa pública y a hacerse ilusiones de que podía funcionar.

¿Sí se logró reestructurar el beneficio económico para los privados por prestar el servicio o ni siquiera para eso sirvió?

Para este contrato no. Sin embargo, sí se logró que la ciudad no cayera en libre competencia, que hubiera sido gravísimo. Porque si el Distrito hubiera querido recuperar el control, habría tenido que indemnizar a los operadores privados. Hubiera podido anticiparse a hablar con los privados. Hubo un enfoque ideológico muy inadecuado.

Ya que habla de ideología, ¿hay una tendencia del alcalde a polarizar entre sectores marginales y privilegiados?

No veo un discurso ‘antirricos’; veo que ha tomado medidas que afectan intereses que en muchos casos han debido adoptarse de una manera gradual y no afectando inversiones y proyectos en que los empresarios tenían expectativas legítimas, porque así se venían haciendo las cosas.

Otro tema es la seguridad. Hubo una desafortunada frase del comandante de Policía diciendo que la ciudad se estaba “medellinizándose”...

No estoy de acuerdo en decir que la ciudad se despelotó en términos de seguridad en manos de Petro. Las bandas se han hecho más visibles. La Policía no tenía una orientación hacia la captura de las cabezas. Eso está cambiando. En Bogotá hay un reparto de la ciudad por empresas criminales, pero, a diferencia del bajo mundo paisa, el de Bogotá es menos bullanguero, más racional en el uso de la violencia vistosa, pero es todo un bajo mundo latente que viene de tiempo atrás.

¿Y qué se está haciendo?

Hay un aumento significativo del número de cuadrantes costeados por el Distrito en este gobierno. Ahí no diría que Petro pone un gran sello; cualquier gobierno responsable lo hubiera hecho: darle apoyo a la Policía en un modelo que está funcionando.

¿Cómo está la relación de la Policía con el alcalde?

Lo que se trasluce es muy poco. En lo estructural hay unas relaciones de colaboración, pero no descarto que haya habido roces.

¿Cómo cree que le va a ir al alcalde al terminar su período?

Depende de si logra enderezar gerencialmente muchas cosas, su tema no debe ser el Twitter, las grandes convocatorias y el respaldo popular su tema debe ser sobre sacar adelante lo de los residuos sólidos, el SITP, la infraestructura para la movilidad, los colegios para la jornada única, concentrar todas sus energías en eso. Si él logra cambiar un poco el chip con el aprendizaje que tuvo en este año, siendo él un hombre muy inteligente, no solamente se salva Petro, sino que le hacemos mucho bien a la ciudad.

¿Hay un temor en ciertos sectores de que a Petro le vaya bien porque se proyecta?

Sí, pero hay que decirles que si Petro logra cambiar ciertas cosas, sería un Petro más maduro, capaz de seguir jugando en los escenarios nacionales de respeto por la institucionalidad con capacidad de concertar y dialogar con muchas fuerzas. El Petro que haga eso sería distinto al que entró.

‘Petro explica los problemas como complots’

Siente, como dice Petro, que hay un persecución contra él?

Él tiende a explicarse los problemas como complots . Mucha gente de su entorno alimenta eso y eso tiene una consecuencia: uno no ve los propios errores.

¿Pero cree que sí hay una persecución?

Este es un país conservador, en que un gobierno de transformación hacia la equidad, que toca intereses concretos y es conducido por un exguerrillero, genera prevenciones. No es común recibir con mucho júbilo un gobierno así.

¿Qué tan cercano está usted al alcalde?

Él sabe que soy comprometido con sus apuestas estructurales, por una sociedad mejor, más igualitaria y equitativa en un Estado democrático. Quiero que le vaya muy bien.

¿Han tenido relación cercana este año?

Por supuesto, yo le hago críticas fuertes y siempre han sido bien recibidas. Le insisto y él tiende a explicarse sus dificultades como resultado de un complot.

‘Reformar las instituciones, pero respetarlas’

Cuál es el círculo cercano al alcalde?

No es un círculo único, porque como toda personalidad compleja, muy inteligente y perspicaz, él no le vende el alma a nadie. Es celoso de que se constituya la figura de un vocero o un representante suyo. En su entorno se mueven personas que ha conocido a lo largo de su vida, en las que confía, pero no le sigue la cuerda a nadie en particular. No está capturado por una camarilla; a veces les da cabida a algunos, en particular le dan manivela al enfoque del complot, pero no porque sean fuertes sino porque un chip en el cerebro de Petro se conecta con eso. 

¿Cree que el alcalde puede llegar a tener tintes autoritarios?

Está preocupado por las trabas normativas para sacar sus proyectos sociales adelante. Hay que reconocerle ese empuje, y eso está en ciertos límites. Si eso se sale de rumbo, podría arrasar instituciones que tenemos que acatar para no caer en la arbitrariedad. Hay que reformar la institucionalidad, pero respetarla.

Por Camila Zuluaga, Especial para El Espectador

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