¿Por qué Cundinamarca no está en emergencia?

A pesar de la alerta amarilla que se decretó en Bogotá por contaminación del aire, autoridades ambientales aseguran que no se han presentado condiciones similares en municipios aledaños, ya que tienen mejores flujos de vientos y las emisiones son menores.

Mónica Rivera Rueda / mrivera@elespectador.com - @Yomonriver
20 de febrero de 2019 - 03:00 a. m.
La inversión térmica ha afectado a los municipios de la sabana. / Luis Ángel - El Espectador
La inversión térmica ha afectado a los municipios de la sabana. / Luis Ángel - El Espectador

Mientras Bogotá ha tenido que tomar medidas de choque para enfrentar la alerta por las altas concentraciones de material particulado PM 2,5, en el resto del departamento la situación es distinta y las mediciones se han mantenido bajo el margen que estipula la ley.

La situación ha sido tan compleja en la ciudad que en cinco localidades (Tunjuelito, Ciudad Bolívar, Bosa, Kennedy y Puente Aranda) se tuvo que decretar la alerta naranja y de paso tomar medidas que nunca antes se habían implementado, como prohibir el paso de camiones de más de dos toneladas y el pico y placa un fin de semana.

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Esto debido a la alta concentración de partículas PM 2,5, que miden 30 veces menos que un cabello y son las más dañinas para la salud por contener metales tóxicos. Se encuentran, sobre todo, en el humo de los incendios o el que expiden los vehículos que queman combustibles fósiles; se alojan en los pulmones y entran al torrente sanguíneo, por lo que fácilmente pueden provocar enfermedades cardíacas o respiratorias.

Ante la alerta, en los 19 municipios aledaños a la capital se han intensificado las mediciones del aire, pero las concentraciones de material particulado no han superado los niveles establecidos, pese a que presentan la misma inversión térmica que se ha dado en Bogotá.

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De acuerdo con la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), sí se han registrado aumentos de material particulado, en especial por las mañanas, en estaciones como la de Mochuelo (en zona rural de Bogotá), Soacha y Cajicá. Sin embargo, en promedio, no representan una alerta o en algunos casos responden a condiciones particulares de las zonas.

“En algunos casos, donde hemos encontrado aumentos, las estaciones están cerca de zonas montañosas. En el caso de Soacha se debe a la cantidad de empresas y vehículos que se movilizan por la autopista, mientras que El Mochuelo tiene una condición especial por la presencia de la ladrillera”, afirmó Edwin García, director del laboratorio ambiental de la CAR.

Por ello, el ente ambiental recomendó a los habitantes de la sabana de Bogotá restringir las actividades físicas fuertes o prolongadas, en especial antes de las 10:00 a.m., ya que en las primeras horas se presenta la inversión térmica, es decir, las bajas temperaturas se combinan con las corrientes cálidas, lo que genera una estabilidad atmosférica caracterizada por la falta de vientos y una bruma que queda en el ambiente.

Este fenómeno es normal. Lo que lo hace peligroso es que dura más tiempo de lo esperado, por eso se acumulan por mayor tiempo los contaminantes en la atmósfera y, por consiguiente, se producen las alertas.

Para el secretario de Ambiente de la Gobernación de Cundinamarca, Eduardo Contreras, a pesar de que en la Sabana se presenta el mismo fenómeno que en Bogotá, lo que hace que las condiciones sean diferentes es que hay mejores flujos de vientos y las emisiones de vehículos y empresas son menores.

Un argumento similar expone el director del laboratorio ambiental de la CAR, quien resalta que la velocidad de los vientos en la Sabana es mucho mayor, debido a que no hay estructuras de gran altura que corten su paso. “Además, las empresas industriales no están concentradas en una sola área, como pasa en Bogotá, sino dispersas en los diferentes municipios, como Soacha, Madrid, Fusa o Cajicá, lo que facilita que no se concentre la contaminación”.

Por ahora, la principal preocupación en el departamento es prevenir y controlar los incendios forestales que también están incidiendo en la condición que presenta la capital. Según el Cuerpo de Bomberos de Cundinamarca, el pasado viernes se logró controlar la conflagración en Quetame, que duró cinco días y consumió 300 hectáreas de bosque y tuvo gran influencia en las condiciones que presenta Bogotá.

Por fortuna, hasta el momento no se ha presentado incendios de gran magnitud en la región, por lo que se trabaja a la par con Corporinoquia, en los Llanos Orientales, para controlar las quemas de pastos que por estos días aumentan, previamente a la temporada de cultivos.

Según el Distrito, en Bogotá, el pico y placa implementado el fin de semana y la restricción a la movilidad de camiones disminuyeron en 50 % la concentración de material particulado, por lo que queda sobre la mesa la implementación de medidas a futuro que reduzcan el impacto de las emisiones de vehículos a diésel, como el pico y placa todo el día.

Si bien los municipios de la Sabana cuentan con mejores condiciones que la capital, no están exentos de verse afectados en caso de que la alerta perdure. Por esa razón, las autoridades ambientales también trabajan para que en el departamento se eviten al máximo los incendios forestales.

Por Mónica Rivera Rueda / mrivera@elespectador.com - @Yomonriver

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