Sabina Rodríguez Van der Hammen, por la preservación ecológica

Los últimos tres años la veeduría ciudadana de la reserva Van der Hammen ha trabajado por evitar que urbanicen la zona de protección.

-Redacción Bogotá - bogota@elespectador.com
02 de diciembre de 2018 - 03:00 a. m.
Gustavo Torrijos - El Espectador
Gustavo Torrijos - El Espectador

ste ha sido un año de álgidas discusiones alrededor del futuro de la reserva Thomas van der Hammen. Luego de que el Distrito presentara ante la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) el proyecto con el que espera intervenir la zona, el papel de la veeduría de la reserva ha sido fundamental en la lucha por priorizar la preservación ecológica de la zona.

Detrás de este grupo, que ha hecho oposición a los planes de la actual administración, está una serie de expertos, ambientalistas y habitantes de la zona, que se han organizado para cuestionar e interponer las acciones necesarias para impedir la urbanización de la reserva y, de paso, pedir que se cumpla con el Plan de Manejo Ambiental, fundamental para preservar este paso de unión entre los cerros orientales y el río Bogotá.

A la cabeza de esta organización está Sabina Rodríguez Van der Hammen, nieta del científico que se dedicó al estudio y la conservación de la reserva. Ella, en los últimos años, se ha dedicado a defender el legado de su abuelo, así como al reconocimiento y la conformación de nuevas propuestas para promover la recuperación del espacio.

Sabina creció dentro de la reserva. Llegó a Bogotá cuando tenía tres años y sus familiares decidieron radicarse en la capital. Por esta razón, sus primeros recuerdos son dentro del bosque que construyó su abuelo Thomas, con el fin de recuperar la conectividad entre los cerros y el río Bogotá. Su cotidianidad fue aprender los nombres de las especies nativas que la rodeaban. “Desde pequeña estaba relacionada con ese tema. En ese momento no se hablaba de la reserva, pero ya existía esa conciencia alrededor de la conservación y de entender por qué la urbanización era una amenaza para el territorio”.

Al pasar los años, la conservación estuvo presente en su casa, pero solo hasta 2011, que se declaró la Reserva Borde Norte (Thomas van der Hammen) y se consolidó el Plan de Manejo Ambiental en la zona desde 2014, Sabina y su familia comenzaron a ser caras visibles alrededor del tema. “Ya con la llegada de Peñalosa a la administración y que comenzó a hablar de los potreros, ya había una preocupación y nos conocíamos con gran parte de las personas que trabajamos en la veeduría. Tejimos una red con las personas que querían hacer algo por la zona de protección y hubo un llamado muy grande a la familia, por lo que nos llegó una responsabilidad para tomar una posición activa”, asegura.

Desde ese momento los aportes a la veeduría vinieron de diferentes frentes, pues no todos son ambientalistas. En la parte legal se ha destacado el trabajo de María Mercedes Maldonado, quien ha sido una de las más activas del proceso, y de Sabina. Hay parte del colectivo que se ha dedicado a las actividades en la reserva, como Daniel Bernal y otros, como la grafitera Bastardilla, que hizo el logo de la organización.

De acuerdo con Sabina, “hay personas que entran y salen por diferentes razones, pero siempre nos hemos mantenido optimistas y sabiendo que es una pelea por cuidar el territorio. Hemos tenido momentos difíciles, decepciones grandes y frustraciones, pero creo que lo que nos hace seguir es que somos un grupo muy intenso. Por ejemplo, el año pasado nos citaron en el Ministerio de Ambiente el 23 de diciembre y allá estábamos todos”.

Este año el trabajo ha sido alrededor de la propuesta que presentó el Distrito. Si bien la solicitud de realinderación, recategorización y sustracción de la Van der Hammen sigue en discusión en la junta directiva de la CAR, su trabajo se ha centrado en el seguimiento del proceso y en la socialización con la importancia de la reserva con la ciudadanía.

“Hacemos actividades pedagógicas, dialogamos con la gente, y trato de asistir a todas las invitaciones que nos hacen de colegios y universidades para contar la historia, porque es una manera de dar a entender qué es lo que hay detrás y cuál es el valor de la reserva. En las jornadas de siembra disfrutamos demostrándole a la gente que tiene algo que aportar y así va llegando gente con nuevas ideas que van alimentando el proyecto de la reserva”, dijo Sabina.

Aunque la veeduría está en contra de los propósitos de la actual administración, que espera urbanizar y construir nuevas vías dentro de la reserva bajo un modelo sostenible, su papel no ha sido solo hacerle oposición al proyecto, sino que además han tomado una postura propositiva con el fin de exponer opciones para la preservación de la reserva.

En los próximos dos meses la CAR deberá tomar una decisión con respecto al futuro de la reserva. Sabina es optimista y cree que serán tenidas en cuenta las razones que han dado sobre la necesidad de proteger la reserva, pues han demostrado que en la zona no solo hay potreros y que su conservación es fundamental para conservar la conectividad de los cerros con el río Bogotá.

Por -Redacción Bogotá - bogota@elespectador.com

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