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La salud mental será clave en el desconfinamiento en Bogotá

Mientras el Distrito ha resaltado la importancia de volver a sitios de esparcimiento, como parques y centros comerciales, expertos hablan de la necesidad de recuperar espacios bajo las nuevas condiciones, con las que es necesario no bajar la guardia con las medidas de autocuidado.

Mónica Rivera Rueda
02 de septiembre de 2020 - 03:00 a. m.
El Distrito indicó que parte del presupuesto que no se gastó en Corferias se invertirá en salud mental de la ciudad.
El Distrito indicó que parte del presupuesto que no se gastó en Corferias se invertirá en salud mental de la ciudad.
Foto: EFE - Carlos Ortega

Tras cinco meses de cuarentena, la salud mental fue uno de los temas determinantes a la hora de definir qué reabrir en Bogotá. Factores como la angustia, la ansiedad y la depresión se han ido desencadenando con el paso del tiempo, en el que el temor a contagiarse, la situación social y económica, el desempleo y la incertidumbre ante el futuro se incrementaron con el encierro.

Tan solo hay que ver las cifras del “Balance de salud mental en la pandemia por COVID-19 en Bogotá”, que hizo la Veeduría, en el que se evidencia que al menos el 63 % de las mujeres consultadas sienten más ansiedad y nerviosismo que antes de la cuarentena, mientras en el caso de los hombres la cifra es del 53 %. Asimismo, más de la mitad aseguraron que no hacen ejercicio, y aunque el 30 % de estos dijeron sentirse más cerca de su familia, el 23 % indicaron que tienen más desacuerdos en el hogar.

Algo similar demuestra el estudio “Salud mental y resiliencia en adultos jóvenes de Suramérica”, en el que participó la Universidad Javeriana, que muestra cómo en el país alrededor del 70 % de las personas, entre 18 y 24 años, sienten que el aislamiento afectó su formación académica y su futuro profesional, mientras que más de la mitad aseguraron que han sentido algo de ansiedad y depresión.

Es por ello que, en medio del anuncio de los parámetros de la nueva realidad, la alcaldesa Claudia López no paró de recalcar la necesidad de reanudar las actividades que implican un mayor grado de interacción social y que, dadas las circunstancias, se pueden propiciar en parques y lugares de esparcimiento, como centros comerciales y restaurantes.

La prioridad son los niños y jóvenes, ya que, además de estar entre las poblaciones con mayores vulnerabilidades en términos de salud mental, requieren recuperar el tiempo perdido en el colegio. Por esta razón, la Secretaría de Salud ha insistido en la necesidad de que los padres empiecen a limitar el tiempo que dedican a ver televisión, a usar internet o los videojuegos, y establecer rutinas en las que ayuden en los oficios de la casa, así como compartir espacios y propiciar encuentros con sus compañeros del colegio.

Esto debido a que el aislamiento prolongado, según señala el Distrito, también significa para ellos una pérdida de espacios sociales importantes como diálogos con sus amigos sin la presencia de adultos y pérdida de rutinas, que pueden aumentar la dependencia, generar retraimiento, enojo o malestar emocional, entre otras cosas.

Sandra García, de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes, menciona que hay que tener en cuenta que los niños van a cumplir seis meses de encierro, en los cuales quienes se encuentran en las condiciones más vulnerables viven en hacinamiento con una alta carga de estrés, por lo que considera positiva la posibilidad que ahora puedan salir al parque, desde el punto de vista del desarrollo físico, mental y cognitivo de los niños.

“Hay dos prioridades ahora. La primera es recuperar el estado emocional de los niños y adolescentes como lo han mostrado estudios nacionales e internacionales, que ha ocasionado el cierre de colegios y el aislamiento. Además, darles la posibilidad de entender lo que pasó, los choques que económicamente esto causó en las familias y buscar su bienestar emocional va a ser importante. Lo segundo será recuperar el aprendizaje porque desafortunadamente la interrupción prolongada de clases está causando unos retrasos muy grandes, especialmente para los que no han tenido conexión virtual con su colegio”, dijo García.

Por su parte, Johana Romero, directora de la Especialización en Psicología clínica de la Niñez y la Adolescencia de la Universidad de la Sabana, advierte que aunque no hay panorama claro de las afectaciones si reconocen que los niños pueden desarrollar una percepción ambigua de los padres, ya que ahora no solo son quienes los reprenden y consienten, sino además el doble rol de convertirse en maestros en el hogar.

“Ellos tienen una capacidad hermosa de aprendizaje, por la etapa de desarrollo en la que se encuentran, por lo que serán los que más fácilmente se van a recuperar, pero para que así sea los adultos deben ser buenos mediadores. En esto es clave que las mamás no muestren una preocupación ansiosa porque llenan de temores al niño, hay que llevarlo de forma muy tranquila, enseñarles con el ejemplo y esperar a que se generar estos espacios para que ellos puedan volver a clase, porque están en una etapa clave y deben seguir aprendiendo”, indicó Romero.

En cuanto a los adultos, Sonia Tovar, subdirectora para la vejez de la Secretaría de Integración Social, ha dicho que existen otros tipos de temores, como la angustia por la soledad, al no poder recibir visitas. No obstante, señala que quienes viven en hogares geriátricos ya estaban mucho más preparados para el encierro, pero esto no los hace inmunes a las circunstancias.

En este mismo sentido, Cristina Pintos, psicóloga especializada en psicogerontología, señaló en un panel de envejecimiento de la misma Secretaría que, ante todo, es importante no minimizar las emociones de los adultos mayores, por lo que la invitación es a hablar, en especial de otras cosas que no giren alrededor de la pandemia, y aprovechar la oportunidad para escuchar y compartir.

Por eso para Romero, esto es clave entender que adaptarse a la cuarentena no fue fácil para todos, en especial para quienes se vieron más afectados económicamente, debido a la incertidumbre que generó el alargamiento de las medidas cada 15 días. Por otra parte, ahora con la apertura están los temores a contagiarse, a no tener claro cómo se va a manejar la apertura o la falta de conciencia de algunas personas a la hora de cumplir las medidas de distanciamiento y uso del tapabocas.

“Veníamos con una ansiedad, una incertidumbre y cosas que no podíamos controlar, lo que llevó a que estuviéramos más irritables en casa por no poder interactuar con otra gente, tener exceso de trabajo y múltiples roles que lleva a que estemos cansados, saturados y con ganas de salir. Tenemos que aprender a vivir con esta situación porque el virus sigue y hay que continuar con nuestras vidas, pero hay personas que no han hecho conciencia de la situación y en este momento pueden estar teniendo demasiado temor de lo que vaya a pasar e incertidumbre por su parte financiera, que afecta muchísimo la salud mental”, manifiesta Romero.

Ante las situaciones hay incógnitas que pueden generar nuevas presiones como por ejemplo lo son los casos de violencia intrafamiliar como la incertidumbre que pueden pasar las madres cabeza de hogar que vuelven a sus trabajos pero ahora no tienen con quien dejar a sus hijos, por lo que la respuesta de las autoridades locales serán claves.

Al respecto, el Distrito mantiene abiertos canales de atención como la línea 106, las páginas Háblalo y Piénsalo, así como el Whatsapp 301 276 1197 para atender casos de salud mental. Por su parte, la Secretaría de la Mujer continuará reforzando la atención de la Línea Púrpura, para mujeres que necesiten ayuda, así como los programas para acompañar a las víctimas de maltrato físico y psicológico. A la par, en el Concejo se propuso brindar atención domiciliaria o de telemedicina en salud mental, con el fin de mejorar la capacidad pública y el acceso a las personas más vulnerables.

Aunque hasta ahora comienza este período denominado “nueva realidad” y no hay datos para dar conclusiones, lo cierto es que otros brotes como el del SARS-CoV en 2003 o del ébola en 2014 han demostrado que el aislamiento no solo puede generar estrés postraumático en infectados y personal médico, sino cambios en los estados de ánimo y perspectivas del futuro de quienes las han vivido de cerca. Tendremos que aprender a adaptarnos, pero sobre todo esto será fundamental prestar mayor atención a la salud mental, pues de las situaciones laborales, familiares y emocionales se deberá partir, en medio de un poco de libertad para salir, que no es completa, pero en la que el autocuidado sigue siendo prioridad.

Mónica Rivera Rueda

Por Mónica Rivera Rueda

Periodista de planeación, hábitat, salud y educación. Estudiante de la maestría de análisis de problemas políticos, económicos e internacionales contemporáneos.@Yomonrivermrivera@elespectador.com

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