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¿Se avecina otra crisis en Transmilenio?

Entre abril y julio saldrán de circulación 400 buses, según lo estipulan los contratos del sistema, y no es claro cómo se transportará a los ciudadanos.

Verónica Téllez
24 de febrero de 2013 - 09:00 p. m.
Un tercio de los buses del sistema lleva un millón de km de recorrido. / Archivo - El Espectador
Un tercio de los buses del sistema lleva un millón de km de recorrido. / Archivo - El Espectador

Imagine que entra a una estación de Transmilenio de la fase II. Imagine que es en la troncal de la avenida Caracas, que atiende la mayor demanda de pasajeros. Después de 15, 20, 30 minutos la espera se hace insoportable, luego de ver pasar articulados en los que no entra ni el aire. El desespero es el mismo en las troncales de la calle 80, la avenida Suba, la carrera 30, las autopistas Norte y Sur, y la gente se pregunta cuál es la razón del caos, porque no se trata de la congestión de una hora pico. La respuesta es simple: han salido de circulación 400 buses, de los 1.215 que tiene el sistema.

Este es el panorama que se viviría entre junio y julio de este año en Transmilenio, luego de que los primeros 400 buses del sistema cumplan el millón de kilómetros recorridos y deban salir de circulación, como lo reglamentan los contratos de las fases I y II. El déficit “llevaría a que pase algo similar a lo que ocurrió con el servicio de aseo, sólo que ya no sería basura dejada sino racimos humanos en las estaciones”, reconoce una alta fuente de la Alcaldía.

Por ahora, este parece ser el futuro que le espera al sistema de transporte, ya que el Distrito no firmó una propuesta con los operadores para extender la vida útil de los buses, ni se conoce un proceso de contratación en curso para conseguir nuevos vehículos. El problema es que en abril saldrán los primeros 50 articulados, hasta completar los 400 entre junio y julio, y no hay capacidad de renovación porque los nuevos no llegarían a tiempo, admite la misma fuente, ya que solamente el proceso de pedido y producción tarda mínimo ocho meses.

Ante la incertidumbre por la disminución de la flota, ¿qué planes tiene el Distrito? El Espectador conoció una comunicación enviada el pasado 14 de febrero por el gerente de Transmilenio, Fernando Sanclemente, a los operadores de las fases I y II del sistema. En la carta los invita a sentarse en la mesa para definir los términos de una posible cooperación, pero les señala que una prórroga de los contratos sólo sería posible por el tiempo que dure la estructuración de una licitación y que la empresa de transporte masivo trabaja en este proceso, para tener una nueva flota, ya que los contratos actuales se empiezan a vencer en enero de 2014.

Con el envío de esta comunicación parece haber empezado una nueva guerra entre el Distrito (representado por Sanclemente en este caso) y los operadores privados, pues se sabe que las palabras del gerente no fueron bien recibidas por los empresarios. La razón es que desde hace 11 meses los privados han vivido un largo y complejo proceso de renegociación de los contratos, ordenado por el alcalde Gustavo Petro. Finalmente, en agosto entregaron al entonces gerente de Transmilenio, Fernando Rey, la propuesta que lograron de mutuo acuerdo con el Distrito, en la que se incluyó una rebaja a la tarifa del 10,9% entre ambas fases del sistema.

Según indica la propuesta conocida por El Espectador, la disminución de la tarifa implica una extensión de los contratos por cerca de tres años, que responde al aumento de la vida útil de los buses actuales. Así, la flota que tenga 850.000 kilómetros recorridos pasaría a un total de 1’150.000, y aquella con 1’000.000 de kilómetros pasaría a 1’350.000. Esto implica que los operadores deben hacer un mantenimiento a la flota para dejarla como nueva y en las condiciones adecuadas para seguir trabajando. Además, los empresarios también aceptaron excluir de la fórmula de pago el índice de pasajero por kilómetro recorrido, que implica que no importa a cuántos usuarios transporten sino la cantidad de trayecto transitado. Incluso se habló de la posibilidad de que se les pusiera catalizadores a los articulados para convertirlos en vehículos híbridos que reduzcan la contaminación, como explicó la fuente de la Alcaldía.

De la renegociación también depende la sostenibilidad fiscal de la ciudad, debido a la reducción de tarifa ordenada por el alcalde Petro en agosto de 2012. Hoy es incierto el origen del cual provendrán los recursos para financiar el subsidio de las tarifas y cuáles fueron los estudios técnicos que lo determinaron. Tal es la gravedad de la decisión del mandatario que hoy está en la mira de la Contraloría Distrital, la cual, según altas fuentes de la Alcaldía, investiga además por qué la administración no firmó la negociación pactada con los operadores. La rebaja propuesta por los empresarios implicaba que éstos recibirían $70.000 millones menos anualmente, una cifra nada despreciable si se tiene en cuenta que la rebaja a los pasajes para los cuatro meses de 2012 se estimó en $52.000 millones.

¿Por qué ante este riesgo financiero y el caos que puede representar el déficit en la flota de buses en julio, el alcalde no ha ordenado la firma del acuerdo? Según fuentes de la Alcaldía, el mandatario prefirió dejar la decisión en manos de Sanclemente, pues aunque había avalado la propuesta, el gerente encontró diferencias jurídicas en ella. Además, persiste el temor de que una confrontación entre ellos lleve a una crisis más en el sistema. Al respecto, El Espectador intentó contactar la semana pasada al funcionario, pero fue imposible.

Detrás del sonado proceso de renegociación hubo una tarea larga y compleja en la que salieron a la luz visiones radicalmente opuestas a las de conseguir un mutuo acuerdo. Incluso, la primera idea del mandatario y su entonces secretario de Gobierno, Guillermo Asprilla, fue crear un operador público y expropiar los buses de la fase I para asumir el servicio, como también se previó en un momento para el tema de las basuras. Esa idea se descartó porque en los contratos de Transmilenio es claro que los buses, una vez cumplan su vida útil, deben salir de la ciudad, como explicó la fuente de la Alcaldía consultada.

De momento se sabe que los operadores no están dispuestos a comenzar una nueva negociación y el argumento es que ya se dejó una sobre la mesa. Las dudas que quedan son acerca de los argumentos de peso que tiene Sanclemente para no firmar la negociación que incluso avaló el alcalde, pese a saber que la ciudad tiene un riesgo financiero por la rebaja a los pasajes. Pero quizá la mayor angustia para el ciudadano de a pie sea cómo se hará para transportar a 1’800.000 pasajeros del sistema con 400 buses menos.

Por Verónica Téllez

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