“Son necesarios 30 años para cambiar una ciudad”: André-Marie Bourlon

El presidente de la Agencia Parisina de Urbanismo está convencido de que Bogotá necesita una política en la materia a largo plazo para tener un verdadero cambio. Sin embargo, insiste en que hay potencial y que es necesario recuperar espacio público y transformar espacios obsoletos.

Laura Dulce Romero / Juan David Torres Duarte
20 de febrero de 2017 - 02:00 a. m.
“Son necesarios 30 años para cambiar una ciudad”: André-Marie Bourlon

No es la primera vez que André-Marie Bourlon, presidente de la Agencia Parisina de Urbanismo, pisa territorio colombiano. Ya ha trabajado con los alcaldes de Medellín y Bogotá en temas de reorganización de territorio y movilidad, así que conoce muy bien las problemáticas que padecen las ciudades. A tal punto que afirma, con seguridad, que la avenida de Las Américas podría ser los Campos Elíseos de Bogotá, pero lastimosamente no es más que una pseudoavenida urbana bordeada por terrenos imprecisos. Sin embargo, esta vez no viene para asumir su papel de asesor, sino de exponente. Bourlon participará en el gran evento “Miradas cruzadas sobre las ciudades sostenibles”, que se efectúa hoy en Bogotá y que pertenece al conjunto de actividades que se desarrollarán en el marco del Año Francia-Colombia 2017.

Expertos públicos y privados abordarán discusiones sobre las políticas públicas implementadas por Francia y Colombia para responder a los retos de la COP21, los planes de acción de desarrollo sostenible y los proyectos más emblemáticos de las principales ciudades de Colombia.

Aunque Bourlon se enfocará en su experiencia en París, nos abrió un espacio de su agenda para hablar sobre Bogotá. De acuerdo con el experto en sostenibilidad, la capital, más allá de densificar, debe transformar y utilizar espacios que en la actualidad acogen almacenes o actividades obsoletas que no tienen nada que ver con un centro urbano. Está convencido de que Bogotá tiene un gran potencial, pero necesita crear una política ambiciosa a largo plazo, pues “son necesarios al menos 30 años para cambiar una ciudad de manera profunda”.

Bogotá está revisando su Plan de Ordenamiento Territorial (POT), un documento donde se especifican los usos del suelo para los próximos 12 años. ¿Cuáles son los puntos claves que debe tener este documento?

El POT no debe ser sólo un documento reglamentario que determine el uso de los suelos. También debe aportar una visión estratégica de la ciudad, como lo hizo el plan BIO 2030 en Medellín, sobre el que Apur (Taller Parisino de Urbanismo) trabajó entre 2010 y 2011. La primera cuestión es la imagen de la ciudad y su legibilidad a través de la organización espacial. Fuera de su centro histórico, Bogotá tiene poco espacio público. Por ejemplo, la avenida de Las Américas, que tiene el potencial para ser los Campos Elíseos de Bogotá, no es más que una pseudoavenida urbana bordeada por terrenos imprecisos.

El secretario de Planeación de la ciudad considera que la apuesta de Bogotá debería ser densificar, sobre todo en altura, para tener más espacio público. Sin embargo, es una ciudad densa y con carencias de espacio público. ¿Esa es una opción acertada?

De hecho, Bogotá es una ciudad poco densa: alrededor de 40 habitantes por hectárea, mientras que en París son 220, a los cuales se suman 170 puestos de trabajo por hectárea. Más que densificación, creo que es necesario hablar de la mutación de los territorios que en la actualidad acogen almacenes o actividades obsoletas que no tienen nada que ver con un centro urbano. Este es el caso de los alrededores de la vía férrea, sobre todo en su parte sur, donde el potencial de mutación es considerable. París se desarrolló a partir de la década de los 80 sobre ese tipo de terrenos: una fábrica automotriz de Citroën que cedió su lugar a más de 5.000 hogares, un parque de 15 hectáreas, un hospital inmenso, la sede de la televisión pública y un importante parque terciario. También podría citar la operación de Bercy sobre los viejos almacenes vinícolas, la del barrio Paris Rive Gauche o la de Batignolles sobre terrenos ferroviarios abandonados, y la Ópera de la Bastilla en lugar de una estación sin utilidad.

¿Qué elementos son indispensables para tener un crecimiento compacto, contenido y coordinado?

El diseño de los espacios públicos y el dominio del paisaje (con una estrategia controlada sobre la altura de las construcciones) son los elementos claves. A la vez, el espacio urbano debe ser acentuado con edificios emblemáticos, públicos o privados. Y la ciudad debe organizarse en torno a una red de grandes pasajes peatonales, en semejanza a los paseos de Alphand que estructuraron París en la segunda mitad del siglo XIX.

Bogotá tiene planeado recuperar el río (altamente contaminado) y crecer a su alrededor. París ya tiene experiencia en esto con el Sena. ¿Qué beneficios tiene urbanizar alrededor de un afluente?

Las situaciones entre París y Bogotá son muy diferentes. París fue construida alrededor del río desde hace 2.000 años. Lo esencial de los grandes monumentos y de sus grandes composiciones urbanas están al borde del río: el Louvre, el Jardín de las Tullerías, la plaza de la Concordia, los Campos Elíseos, el Grand Palais, el Petit Palais, la explanada de los Inválidos, el Campo de Marte y Trocadero con la Torre Eiffel, el Jardín de las Plantas y en los últimos tiempos Citroën o Bercy. En Bogotá, el río es periférico y representa más una frontera entre la ciudad y el campo. Sin duda, es sobre ese potencial que deben apoyarse, más que urbanizar en exceso.

En Bogotá, el crecimiento urbano es segregado: las clases bajas no pueden adquirir vivienda. Y en donde lo pueden hacer es en zonas de periferia y con muchas carencias. Eso agudiza las tensiones sociales. ¿Se debe crear una política pública para controlar el precio de la vivienda? ¿Por qué?

Deben crearse grandes proyectos de vivienda de interés social, que sean de calidad y estén bien ubicados, que incluyan al centro de la ciudad. En Francia, la ley impone a todas las comunas que 25 % de su parque de viviendas sea de este tipo. Es una idea que comienza a emerger en América Latina.

Bogotá es una ciudad polarizada políticamente. Cada vez que llega un gobernante, cambia una visión de ciudad y las perspectivas de crecimiento. ¿Qué les dice usted a los gobernantes bogotanos con esa responsabilidad de anteponer la ciudad a sus intereses?

Es necesario construir una visión estratégica compartida y consensuada. Medellín prosperó en ese sentido, con una continuidad de la acción pública desde 2004. Es lo mismo que París hace de manera continua desde 1983, a través del Plan Programa del Este de París, elaborado en 1981 por el Apur, que buscaba reequilibrar París entre un oeste rico y con construcciones de calidad y un este pobre, con construcciones degradadas y actividades económicas obsoletas. Ese trabajo fue puesto en acción por la ciudad y el Estado de manera conjunta, en principio con un gobierno local de derecha y una Presidencia de izquierda, y después con un gobierno local de izquierda y una Presidencia de derecha, que luego pasaría a la izquierda.

¿Cómo convertir a Bogotá en una ciudad sostenible?

Desarrollando una política ambiciosa a largo plazo. Son necesarios al menos 30 años para cambiar una ciudad de manera profunda.

¿Qué podría aprender Bogotá de París?

Acción a largo plazo, tomada en cuenta desde todos los sentidos de la planificación urbana, incitación a la mutación de las actividades obsoletas, acciones públicas en apoyo con los privados y vivienda de interés social como herramienta de la reconstrucción de la ciudad y de la cohesión social.

Por Laura Dulce Romero / Juan David Torres Duarte

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar