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Tragedia en el occidente de Bogotá

De como un atraco mañanero derivó en la muerte de una menor en el barrio Álamos.

El Espectador
12 de junio de 2009 - 11:00 p. m.

Con disparos y con lluvia se despertaron en la madrugada del viernes los habitantes del barrio Álamos, al occidente de la ciudad. La mañana se tiñó de tragedia cuando una bala en medio de un fuego cruzado entre la Policía y un grupo de asaltantes hirió de muerte a Laura Triana, una niña de 14 años que, caminando, emprendía rumbo hacia su colegio Yermo y Parres, a pocas cuadras de donde quedó tendido su cuerpo, en la calle 74A con carrera 97.

Momentos antes, cuando los relojes rondaban las 6:30 a.m., Laura Triana tomaba el desayuno antes de irse a estudiar. Mientras tanto, a tres cuadras de allí, y de acuerdo con datos de testigos, un taxista abría la puerta de la casa de don Laurentino (versión entregada por una mujer que dijo conocerlo) para revisar su vehículo antes de irse a trabajar. Entonces llegaron dos hombres que se identificaron como miembros de la Sijín, “que venían a hacer una revisión de la casa”, declaró el taxista, quien prefirió presentarse como anónimo.

Lo que siguió fue el delito. Uno de los hombres amordazó al taxista, otros cuatro delincuentes hacían labor de vigilancia y otro subió al cuarto de don Laurentino, lo despertó, le hizo saber que se trataba de un asalto y lo obligó a abrir su caja fuerte. El maleante extrajo el dinero (una cifra cercana a los $30 millones) y bajó a la primera planta a emprender la huida.

Algunos vecinos concuerdan con que una vez el ladrón salió del cuarto, don Laurentino atravesó de un puño el vidrio de la ventana de su habitación buscando captar la atención del vecindario. La Policía Metropolitana, representada en esta ocasión por el coronel Jorge Salazar —comandante operativo N° 3, encargado de la zona occidental de la ciudad— dice que la rotura del vidrio se produjo por un forcejeo entre el asaltante y el dueño del hogar, lo que invitaría a los vecinos a llamar a las autoridades y a ellos a prestar una atención inmediata. En todo caso, don Laurentino, minutos más tarde, tuvo que dirigirse a un centro asistencial para mitigar la hemorragia de su antebrazo.

Luego vino la peor tragedia. Una patrulla de la Policía arribó al lugar. Los delincuentes abrieron fuego y la autoridad respondió con lo mismo al tiempo que la banda de asaltantes comenzaba a dispersarse por varios frentes. Los agentes siguieron a tres de los sujetos en un intercambio de disparos que alertó a todo el vecindario. Doblaron a la derecha por un callejón que desembocaba en la calle 74A, la misma calle por la que transitaba Laura con su uniforme azul de educación física. La niña cayó justo en frente a la salida del callejón y los delincuentes viraron a la izquierda, continuaron corriendo incluso después de que uno de ellos cayera al suelo herido de muerte por las balas de la autoridad. Los otros dos hombres amedrentaron con sus armas a un taxista que transitaba la calle y se montaron por la fuerza. Escaparon a pesar de que los policías impactaron al vehículo con sus balas.

El coronel Salazar asegura que la muerte de la niña fue causada por una bala de los malhechores, “quizá buscando desviar la atención de los policías, la asesinaron”, opinó uno de los habitantes del barrio. Sin embargo, algunos vecinos hicieron gala de su suspicacia: si los policías disparaban desde atrás de los delincuentes, ¿sería descabellado pensar en que pudo ser una bala de la autoridad la que acabó con la vida de la niña? La investigación del caso ahora pasa a manos del CTI de la Fiscalía, que tendrá que resolver los nudos producidos por versiones encontradas.

“Lo único que pido es transparencia en la investigación”, exigía Sandra Camacho, madre de Laura, al final de la mañana del viernes, después de que la Policía Metropolitana ofreciera una recompensa de $10 millones a quien entregue información que contribuya a dar con el paradero de los asaltantes.

Reglas para que un policía use su arma

Mientras esté prestando servicio, un policía debe portar su arma todo el tiempo.

Únicamente puede usarla para:

*Proteger su propia vida.


*Cuando alguien más está en riesgo.Para atacar a un delincuente, éste debe portar un arma blanca, de fuego o contundente.La ley exige que, en la medida de lo posible, sólo se inmovilice a la persona, causándole el menor daño posible.

Asimismo, el policía procederá de modo que se presten lo antes posible la asistencia y los servicios médicos a las personas heridas o afectadas.

Siempre que haya un daño —lesión o muerte— con arma de fuego, el funcionario comunicará el hecho inmediatamente a sus superiores.

En cualquiera de estos casos, se le inicia al uniformado una acción disciplinaria en la que se investiga su participación en la escena y si ha hecho un mal uso de su pistola.

En caso de que el arma haya sido accionada negligentemente se inicia una acción penal militar y, en algunos casos, una acción penal administrativa.

*Fuente: coronel Nelson Arévalo.

Cronología

La muerte perdida

2 de junio de 2009

Aída Marcela Segura

Tenía 17 años y era la mejor estudiante de su curso, en el Colegio Los Alpes, Localidad de San Cristóbal de Bogotá. Murió a mediodía, cuando un vecino de su plantel educativo decidió tomar la justicia por su mano y perseguir a unos delincuentes.

24 de agosto de 2008

Diego Echeverry

Era profesor de la Universidad de los Andes. Murió en cercanías al Parque Lourdes, de Bogotá, y su ex esposa lo definió sencillamente como “un hombre bueno”. Su asesino disparó contra otro hombre porque creyó que le estaban robando el carro.

Marzo de 2009

Kevin Alexánder Pérez

Regresaba de un partido de fútbol en el barrio La Floresta, al sur de Bogotá, cuando el disparo de un desconocido acabó con los sueños de 14 años. Su madre donó sus órganos, con los cuales hoy pueden vivir seis niños.

Septiembre de 2008

Sandra Milena Zapata

Tenía 19 años y ocho meses de embarazo. Salía de la casa de sus suegros, en Medellín, cuando la sorprendió una muerte gratuita y sin motivo. Tras varias horas de esfuerzo, los médicos lograron salvar a su bebé. Dejó dos niños.

Por El Espectador

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