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'Veneno químico' en el río Bogotá

Investigadores hallaron rastros de pesticidas prohibidos en el país desde 1993, en peces a la altura del municipio de Suesca.

Redacción Vivir
18 de abril de 2013 - 07:07 p. m.
Río Bogotá. /Archivo
Río Bogotá. /Archivo

Hace más de 30 años que decenas de países, entre los que están Estados Unidos, reconocieron que no era conveniente seguir usando plaguicidas organoclorados para proteger sus cultivos: la amenaza para la salud humana y para los animales, debido a su alta toxicidad era tan alta, que obligaba a sacarlos de inmediato del mercado y a prohibirlos para cualquier uso. En Colombia, sin embargo, la prohibición llegó tarde y sólo hasta 1993 se restringió su uso.

Eso explica la mala sorpresa que se llevaron investigadores de las Universidad Nacional, el Rosario, la del Magdalena, la Fundación Mar Viva y el Instituto Nacional de Salud después de encontrar rastros de este peligroso pesticida -que debía estar erradicado en cualquier lugar del país, desde hace 20 años- en los tejidos del pez Capitán. Una especie que habita la cuenca alta del río Bogotá a la altura de los municipios de Suesca y Chocontá y que alimenta a los habitantes de la zona.

¿Por qué se siguen usando estos químicos? El profesor Jaime Fernando González, investigador de la Universidad Nacional explica que la presencia de este tipo de pesticidas en el río puede tener dos explicaciones: por un lado "pueden persistir en el ambiente porque su tiempo de degradación es muy prolongado". Pero por el otro, no se descarta que se sigan comercializando mediante contrabando. De acuerdo con la Universidad Nacional, Venezuela, Ecuador y Perú podrían ser los proveedores.

'Veneno químico'

Según la Universidad Nacional, los organoclorados son sustancias químicas cloradas con un alto potencial de contaminación y degradación para el ambiente. Tanto así que entre los ecologistas se les conoce como 'veneno químico'. Se incorporan a la cadena alimenticia y tienen efectos tóxicos "agudos o crónicos acumulativos", de acuerdo a la dosis ingerida.

En cuanto a los efectos para la salud, estos pesticidas pueden desencadenar problemas en la función hepática, en la piel y en el sistema nervioso central. En los peores casos pueden relacionarse con mutaciones o desarrollo de enfermedades como el cáncer. Aun así se siguen usando en países como Venezuela, debido a su efectividad para controlar insectos en cultivos de arroz, caña de azúcar, banano, entre otros.

"Los resultados son preocupantes, son productos químicos que no esperábamos encontrar allí, mucho menos en peces de consumo de los campesinos de la región. Esto podría tener efectos en la salud. Se trata de otro mal para el río Bogotá", dice González.

Fernando Vásquez, director de la Fundación Al Verde Vivo, tiene la misma opinión: "Los resultados de la investigación son graves porque uno supone que hay control a estos pesticidas que están prohibidos pero no es así. El problema es muy grave y lo ha sido desde hace mucho tiempo. Hace más de 50 años que la situación del río ha sido gravísima".

A la atura del municipio de Suesca, el río tiene 4,5 miligramos de oxígeno, lo que permite que vivan allí peces como el Capitán (en la ciudad la cifra es cero). Sin embargo, la presencia de estos contaminantes amenaza al río en la cuenca alta. "Se supone que esta sería una zona con mejores condiciones ambientales", dice Vásquez. Sin embargo, los pesticidas son apenas uno de los males del río Bogotá. Sus aguas corren limpias solo por siete kilómetros. En ese punto recibe la primera carga de contaminación por los residuos de las curtiembres.
Sobre los pesticidas hallados en el río, Vásquez es enfático: "más que un problema ambiental, se trata de un problema de salud pública, mucha gente está comiendo hortalizas regadas con las aguas del río. Ojalá alguien haga algo".

Por Redacción Vivir

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