Ya está casi lista la propuesta para cambiar la reserva Thomas Van der Hammen

Distrito espera que en 15 días el Ministerio de Ambiente entregue términos para presentar a la CAR una propuesta de redelimitar la Reserva Van der Hammen. Si no sucede, el POT tendría que discutirse en 2018.

Laura Dulce Romero
01 de septiembre de 2017 - 03:13 a. m.
La Reserva Thomas Van der Hammen fue declarada en 2011. El Distrito busca su redelimitación.  / Gustavo Torrijos - El Espectador
La Reserva Thomas Van der Hammen fue declarada en 2011. El Distrito busca su redelimitación. / Gustavo Torrijos - El Espectador

La propuesta que le entregará el Distrito a la Corporación Autónoma Regional (CAR) para pedir la redelimitación de la Reserva Van der Hammen está casi lista. Según Juan Camilo González, gerente de Ciudad Norte y encargado de esta tarea, falta que el Ministerio de Ambiente entregue los términos de referencia para ajustar el proyecto. Aunque creen que la entidad debería tenerlos en 15 días, hay escepticismo, pues han pasado cuatro meses y nada. ¿Por qué son importantes? González dice que si no se entregan a tiempo, deberán aplazar el debate del Plan de Ordenamiento Territorial (POT), en el que se discutirá el futuro de la reserva. Este debate ha sido uno de los más intensos en la administración de Peñalosa y sus opositores lo incluyen entre los argumentos para revocarlo. Muchos ambientalistas rechazan la propuesta, pues dicen que así se acabará un área protegida para beneficiar a constructores. (Lea: ¿En manos de quién está el futuro de la Van der Hammen?)

¿Cree que alcancen este año?

Eso esperamos. Dependiendo de los tiempos y de la respuesta del consejo directivo de la CAR, se definirá la fecha para presentar el POT. Esperamos que en dos semanas nos entreguen los términos de referencias. Si eso no sucede, no alcanzamos a presentarlo este año.

¿Ya tienen la propuesta lista?

Casi. Toca ajustarla según lo que entregue el Ministerio. En eso tardaríamos dos semanas.

¿Qué van a proponer?

No puedo dar detalles, pero hicimos un estudio juicioso. La reserva se mide por sus servicios ecosistémicos, como la conservación de los elementos, la conectividad, el acceso de las personas a la naturaleza, la biodiversidad, la adaptación al cambio climático y el aprovechamiento de los suelos. Nos enfocamos en eso. (Explicaciones a medias en el debate del Congreso sobre la reserva Van der Hammen)

¿Cómo convencer a la gente y la CAR?

Hay dos metas en las que todos coincidimos: que Bogotá crezca de forma sostenible y tener una mejor reserva. En el primer tema, la prioridad es contener el crecimiento poblacional. No podemos desconocer que Bogotá sigue creciendo de manera desordenada. Eso debe cambiar. Muchos nos dicen que lo mejor es pensar en renovación y no extendernos, pero un estudio determinó que la renovación no cubre la demanda de vivienda. Para estratos 4, 5 y 6 se puede. Para 1, 2 y 3 no. La razón: el precio del suelo no da para hacer VIS y VIP. Y donde podría hacerse, la densidad poblacional es muy alta.

¿No alcanza con Lagos de Torca?

Pero ¿hasta cuándo? Allí hay proyectadas 125.000 viviendas. Se necesitan más, porque a 2050 vamos a tener el doble de hogares. Si sólo renovamos o densificamos, pasaríamos de tener 4 metros cuadrados de espacio público por persona a dos, ya que estaríamos metiendo más gente en el mismo espacio.

Si la reserva se deja quieta, igual esa carga disminuirá con Lagos de Torca.

Pero no es suficiente. Por eso insistimos en redelimitar la reserva.

Si la CAR acepta, se podría habilitar el suelo para construcción.

Se habilitaría cierto suelo. No todo. Hay zonas intocables, como los humedales y los bosques.

El Espectador encontró que muchos propietarios de la Van der Hammen son constructores. ¿Habilitar suelo no sería enriquecerlos?

No, porque implementaríamos el modelo de Lagos de Torca. Les diríamos a los dueños que la valorización es del Distrito. ¿Cómo? Por ejemplo, usted tiene una tierra y el metro cuadrado vale $100.000. Urbanizado vale $1’000.000. Pero para poder construir debe pagar derechos de edificabilidad, que son las famosas unidades representativas de aporte, que valen $800.000. (Lea: Lo que dijo Peñalosa sobre la Van der Hammen: ¿verdad o mentira?)

Pero igual sigue siendo un negocio.

Pues claro. Tienen que ganar algo. Nadie construye gratis. Pero ya no van a tener los ingresos de antes. Ahora la ciudad va a capturar más impuestos para otras obras. Bogotá recaudaba $300.000 millones sólo por plusvalía. Ahora espera recaudar $4 billones sólo con Lagos de Torca. Eso va a revolucionar la historia, porque puede implementarse en otros lugares.

Otra razón de los ambientalistas es que tanta población cerca de la reserva podría afectarla.

Ese es el verdadero reto, pero se puede. Un claro ejemplo de que los ciudadanos pueden cuidar la naturaleza es la quebrada La Vieja. Ellos protestarían si nosotros tumbáramos un árbol o cambiáramos algo. Y eso se debe a que se apropiaron de ese ecosistema. Lo mismo ocurre con el humedal Chorrillos. Ellos protegen ese lugar con su vida. Pero eso sucede porque tienen contacto con la naturaleza. Si cerramos estas zonas de reserva, nadie se va a apropiar de ellas.

Si hay redelimitación, ¿cuántas viviendas más construirán?

Serán las mismas, haya o no redelimitación.

¿Entonces para qué redelimitar si al final serán las mismas casas?

No puede mirarse sólo con el pedazo de la reserva. Si se habilita suelo, nuestro gran plan abarca terrenos vecinos donde hoy se puede construir. Si mañana se redelimita la reserva y alguien quiere construir en una zona catalogada como agrícola, debo reponer ese pedazo con reserva del área vecina. Ahora, quisiera dejar claro que actualmente en la reserva se puede construir. Según el Plan Especial de Manejo (PEM) de La Conejera, se permite la ocupación de un 10 %.

Pero una cosa es una casa y otra, decenas de apartamentos.

Pero ¿qué es mejor ambientalmente: un conjunto de casas como San Simón o Salitre? En nuestra opinión, la segunda. Lo que no queremos es que al final eso se termine llenando de conjuntos de gente rica, sin VIS o VIP, ni parques públicos, ni acceso a la reserva.

¿La propuesta conecta los cerros y el río Bogotá, una de las razones por las cuales se creó la reserva?

Por supuesto. Tendremos tres conexiones, a partir de los estudios que se han hecho. Creemos que la forma como se delimitó puede cambiarse para mejorar. Los estudios varían y muchos se alejan de la delimitación del panel de expertos. A lo que voy es que las cosas se pueden cuestionar y no está mal debatir sobre eso. Lo clave es identificar cómo conectar estas dos zonas y los beneficios para las especies.

¿Y los que se oponen?

Hemos hablado con algunos. Unos están radicales y rechazan la redelimitación. Otros están más abiertos y han comprendido que hemos ido cambiando el proyecto de acuerdo con sus sugerencias.

¿Qué estaba mal y qué ha cambiado?

No es que algo haya estado mal. Nos volvimos más abiertos y tuvimos en cuenta la participación ciudadana. Ahora tenemos un discurso constructivo. Estamos ajustando nuestra propuesta para respetar los suelos de preservación y restauración. Incluso queremos hacer un sistema de humedales para que no haya un tubo, sino que las aguas lluvias drenen y la reserva se regule sola. Y eso lo pensamos por recomendaciones.

Por Laura Dulce Romero

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