30 años de Internet, un invento revolucionario

Hoy hace treinta años se presentó ante el mundo la World Wide Web, una promisoria tecnología de información que cambió radicalmente la manera en que interactuamos con el conocimiento y con otros seres humanos.

- Redacción Vivir
12 de marzo de 2019 - 09:12 p. m.
Tim Berners-Lee usó esta estación de trabajo NeXT como el primer servidor web. Ahora se muestra en Microcosm, el museo público de ciencias en el CERN.  / (CC BY-SA 3.0 / Coolcaesar)
Tim Berners-Lee usó esta estación de trabajo NeXT como el primer servidor web. Ahora se muestra en Microcosm, el museo público de ciencias en el CERN. / (CC BY-SA 3.0 / Coolcaesar)

“Consideren una tecnología en el futuro en donde un individuo pueda almacenar libros, discos, comunicaciones, y que esté mecanizada de modo que sea consultada con excesiva flexibilidad y velocidad. Como una prótesis de la memoria”. 

Vanevvar Bush, científico e ingeniero de la National Science Foundation, nombró a esa idea “Memex”, hace 74 años. 

En marzo de 1989, el ingeniero informático Tim Berners Lee, publicaba un paper científico con una idea “vaga, pero emocionante”. Berners-Lee retomó la idea de Bush y propuso una mejora a la que llamó World Wide Web. 

Berners Lee era un físico británico poco conocido que trabajaba como científico informático en el laboratorio de física de partículas del CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear) cerca de Ginebra. 

Aunque el documento inicialmente atrajo poca atención, la idea revolucionaria de Berners-Lee fue proporcionar una manera de permitir que los miles de científicos del CERN hagan un seguimiento de toda la información necesaria para construir y operar el próximo Gran Colisionador de Hadrones. Al proponer el uso del hipertexto para vincular documentos, la propuesta de Berners-Lee fue el nacimiento de lo que se convirtió en la Internet. 

Cuando Berners Lee se vio ante la posibilidad de interconectar el mundo a través de la World Wide Web, decidió liberar el invento en vez de patentarlo. La Internet así nació como un rincón libre. 

En los años 80 y 90, Internet amplió su alcance para abarcar las capacidades de tecnología de las universidades y los centros de investigación y, más adelante, entidades públicas, instituciones y empresas privadas de todo el mundo. Internet experimentó un inmenso crecimiento; ya no era un proyecto controlado por el estado, sino la red de computadoras más grande del mundo, con más de 50,000 subredes, 4 millones de sistemas y 70 millones de usuarios.

Sin la autoría global, el número de lectores globales de datos proporcionados por unos pocos ha tenido un éxito espectacular. Casi todos los datos en la web son una ventana a alguna otra fuente, por lo que es información que se construye de manera colaborativa, 

“En esta feliz anarquía, surgen dos problemas. Una es la de la esquizofrenia colectiva. La mayor parte de la comprensión humana bien puede desarrollar dos bolsas independientes de conocimiento sobre la misma cosa. Esto puede suceder a pequeña escala, cuando uno escribe un documento con la sensación de que se ha escrito antes pero no puede encontrarlo. Puede suceder a escala global cuando investigadores de diferentes continentes investigan el mismo fenómeno, sin darse cuenta el uno del otro”, escribió Berners Lee en la revista Physics World, en 1992, cuando presentó su descubrimiento al mundo. 

Con sus raíces en la física, la Web ha transformado todos los aspectos de la vida en los últimos 30 años. Desde comprar libros y encontrar información hasta transmitir música y ver videos, es difícil imaginar la vida sin Internet, teléfonos inteligentes y conexiones de Internet súper rápidas. Y sin la Web, tampoco habría redes sociales, lo cual, según tu punto de vista, es una bendición o una maldición, según Physics World. 

Internet ya no se preocupaba solo del intercambio de información: era una herramienta sofisticada y multidisciplinaria que permitía a las personas crear contenido, comunicarse entre sí e incluso escapar de la realidad. Hoy, podemos enviar datos de un extremo del mundo a otro en cuestión de segundos, vivir en “mundos de juego” paralelos, y usar imágenes, videos, sonidos y textos para compartir nuestras vidas reales e identidades digitales tan genuinas como las de la olvidada vida <<real>>. También comprar armas y personas.

La responsabilidad de un invento como el Internet cae solo en las manos de quienes lo usamos. Aaron Swartz, un hacktivisita de internet, programador y escritor que creó el Creative Commons y Reddit, creía que la Internet era un lugar para la libertad de información. Escribió un "Manifiesto Guerrilla por al acceso abierto" que vale la pena recordar en un día como hoy:

"La información es poder. Pero como con todo poder, hay quienes lo quieren mantener para sí mismos. La herencia científica y cultural del mundo completa, publicada durante siglos en libros y journals, está siendo digitalizada y apresada en forma creciente por un manojo de corporaciones privadas. ¿Querés leer los papers que presentan los más famosos resultados de las ciencias? Vas a tener que mandarle un montón de plata a editoriales como Reed Elsevier.

Están aquellos que luchan por cambiar esto. El Movimiento por el Acceso Abierto ha luchado valientemente para asegurarse que los científicos no cedan su derecho de copia, sino que se aseguren que su trabajo sea publicado en Internet, bajo términos que permitan el acceso a cualquiera. Pero incluso en los mejores escenarios, su trabajo sólo será aplicado a las cosas que se publiquen en el futuro. Todo lo que existe hasta este momento se ha perdido.

Ese es un precio muy alto por el que pagar. ¿Forzar a los académicos a pagar dinero para poder leer el trabajo de sus colegas? ¿Escanear bibliotecas enteras para sólo permitir leerlas a la gente de Google? ¿Proveer artículos científicos a aquellos en las universidades de élite del Primer Mundo, pero no a los niños del Sur Global? Es indignante e inaceptable.

“Estoy de acuerdo,” dicen muchos, “¿pero qué podemos hacer? Las compañías detentan los derechos de copia, hacen enormes cantidades de dinero cobrando por el acceso y es perfectamente legal –no hay nada que podamos hacer para detenerlos.” Pero sí hay algo que podemos hacer, algo que ya está siendo hecho: podemos contraatacar.

A ustedes, con acceso a estos recursos –estudiantes, bibliotecarios, científicos– se les ha otorgado un privilegio. Ustedes pueden alimentarse en este banquete del conocimiento mientras el resto del mundo queda fuera. Pero no es necesario –de hecho, moralmente, no es posible– que se queden este privilegio para ustedes. Tienen el deber de compartirlo con el mundo. Y lo han hecho: intercambiando contraseñas con colegas, haciendo solicitudes de descarga para amigos.

Mientras tanto, aquellos de ustedes que se han quedado fuera no están cruzados de brazos. Han estado atravesando agujeros sigilosamente y trepando vallas, liberando la información encerrada por las editoriales y compartiéndola con sus amigos.

Pero todas estas acciones suceden en la oscuridad, escondidas en la clandestinidad. Se les llama robo o piratería, como si compartir la riqueza del conocimiento fuera el equivalente moral de saquear un barco y asesinar a su tripulación. Pero compartir no es inmoral –es un imperativo moral. Sólo aquellos que están cegados por la codicia se negarían a hacerle una copia a un amigo.

Las grandes corporaciones, por supuesto, están cegadas por la codicia. Las leyes bajo las que operan lo requieren –sus accionistas se sublevarían por mucho menos. Y los políticos que se han comprado los apoyan, aprobando leyes que les dan el poder exclusivo de decidir quién puede hacer copias.

No hay justicia alguna en obedecer leyes injustas. Es tiempo de salir a la luz y en la gran tradición de la desobediencia civil, declarar nuestra oposición a este robo privado de la cultura pública.

Necesitamos tomar la información, donde sea que esté guardada, hacer nuestras copias y compartirlas con el mundo. Necesitamos tomar las cosas que están libres del derecho de copia y agregarlas a este archivo. Necesitamos comprar bases de datos secretas y ponerlas en la Web. Necesitamos descargar journals científicos y subirlos a redes de compartición de archivos. Necesitamos pelear una Guerrilla por el Acceso Abierto.

Si somos los suficientes, alrededor del mundo, no sólo enviaremos un fuerte mensaje en oposición a la privatización del conocimiento –la haremos una cosa del pasado. ¿Vas a unírtenos?". 

Por - Redacción Vivir

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