De una librería en París, hasta el Museo Nacional: así fue la travesía del cuaderno de viajes del Sabio Caldas

Hasta el 24 de febrero, el Museo Nacional exhibirá el libro ‘Cuaderno de viajes’ de Francisco José de Caldas como parte de la exposición “Ojos en el cielo, pies en la tierra”. El manuscrito fue adquirido por la Pontificia Universidad Javeriana luego de que las curiosidades de un investigador y una bibliotecóloga se unieran para encontrarlo.

Lucía Camargo Rojas / Revista Pesquisa
29 de enero de 2019 - 04:24 p. m.
La Sala de Libros Valiosos Arboleda, S.J., en la Biblioteca de la Javeriana, guarda más de 3.500 volúmenes. / Cortesía, Biblioteca General Alfonso Borrero Cabal, S.J.
La Sala de Libros Valiosos Arboleda, S.J., en la Biblioteca de la Javeriana, guarda más de 3.500 volúmenes. / Cortesía, Biblioteca General Alfonso Borrero Cabal, S.J.

En 2016, el investigador Alberto Gómez, en ese entonces director del Instituto de Genética Humana, visitaba frecuentemente la Sala de Libros Valiosos Arboleda, S.J. de la Biblioteca General Alfonso Borrero Cabal, S.J., de la Javeriana. Pasaba horas consultando el Semanario del Nuevo Reino de Granada, la primera revista científica colombiana publicada a principios del siglo XIX, pues allí encontraba pistas para su investigación sobre cómo Alexander von Humboldt y Francisco José de Caldas abordaron la relación de las plantas en su medio ambiente, ciencia que hoy se denomina biogeografía.

Tenía a su disposición dos ediciones del Semanario que se encuentran en la sala: la publicada en Bogotá entre 1808 y 1809, que editó, transcribió y compiló el propio Caldas, y la edición actualizada y comentada que publicó Joaquín Acosta en 1849, cuando era discípulo de Humboldt en París, y que tituló Semanario de la Nueva Granada. En particular, el genetista estaba interesado en esta última porque incluye la transcripción de manuscritos inéditos, cuenta con una mejor impresión y un plegable del mapa de la Geografía de las plantas, que disfrutaba revisar con el tapabocas y los guantes recomendados para consultar los ejemplares de esta sala.

Karen Castañeda, en ese entonces auxiliar de la Sala de Libros Valiosos, había identificado la predilección de Gómez por el Semanario y, a la vez, había comenzado a indagar por los libros del espacio donde trabajaba: “Me dediqué a investigar sobre la sala y sobre lo que había en ella porque me parecía una responsabilidad muy grande y porque los libros me causaban mucha curiosidad”.

Castañeda quería hacer un inventario y un avalúo general de las obras de la sala, en donde se guardan más de 3.500 libros valiosos en un ambiente controlado de aire, humedad (46% a 66%) y temperatura (18° a 21° C) para que sean consultados por toda la comunidad javeriana con carné. Por eso encontró un buscador en el que se indicaba su precio, así como otras herramientas que le permitieron encontrar información sobre los materiales y editoriales de las publicaciones. Poco a poco le fue mostrando al genetista los hallazgos que encontraba en las distintas herramientas de búsqueda.

Serendipia

Como Gómez consultaba tanto el Semanario y viajaba ese año a París a dictar una conferencia sobre la relación de Humboldt y Caldas, le pidió a Castañeda investigar en los buscadores especializados en qué librería o anticuario podría conseguir el libro editado por Acosta en 1849 en esa ciudad, pues quería tenerlo en su biblioteca personal para analizarlo en profundidad.

La bibliotecóloga realizó la búsqueda con el término “Francisco José de Caldas” y, aunque no halló el Semanario, sí encontró un listado de libros adicionales que decidió enviarle vía correo electrónico. A primera hora del día siguiente, Gómez estaba esperando en la puerta de la Sala de Libros Valiosos a Castañeda.
— ¿Usted qué hizo? ¡Mire lo que encontró! —, recuerda Karen que le dijo Gómez.

“Yo no entendía qué era lo que yo había encontrado. Tuvo que traducirme y explicarme porque el título del manuscrito era muy extenso y estaba en francés”, recuerda.

La búsqueda que realizó Karen había arrojado, nada más y nada menos, que el manuscrito Cuaderno de viajes de Francisco José de Caldas, un documento inédito que recoge las anotaciones del científico criollo sobre la nivelación de las plantas en su viaje a Ecuador. En los 118 folios manuscritos y 76 folios en blanco se demuestra su pensamiento sobre biogeografía a partir de 1802, antes de conocer las reflexiones manuscritas de Humboldt al respecto.

En febrero de 1803 el prusiano enviaría desde Guayaquil a José Celestino Mutis, en Bogotá, su primer manuscrito en francés titulado Géographie des plantes, a través de Caldas —radicado en esos días en Quito—. Pero Caldas tenía ya desarrollado el tema en su mente y en sus cuadernos de viaje, hecho que podrá ser demostrado por Gómez en la publicación que prepara actualmente en el curso de un sabático que le otorgó la Javeriana para tal propósito.

“Hay un término que se llama serendipia: hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual. Esto es un clásico ejemplo que surgió gracias a la generosidad de Karen, a la paciencia de mi parte, y a la coincidencia de que iba para París”, explica Gómez.

El genetista dice que la labor de Castañeda fue central en brindar un dato de un elemento desconocido: “Me di cuenta de que Karen tenía un interés por la historia. Fue un encuentro de curiosidades compatibles. Eso hay que resaltarlo de la Biblioteca General, porque parece que fuera un repositorio de libros pero hay que entenderla como un ambiente de personas que tienen unas experticias y una disposición de servicio increíble. Entonces, cuando se logra ese contacto humano resulta un beneficio doble, no solo para quien llega sino también para el que está allí en su puesto, atento. Además, surgen cosas inesperadas”.


La compra

“El manuscrito era costosísimo y yo no lo podía comprar. Llamé al Vicerrector Académico, Luis David Prieto, y al asesor del Secretario General, Carlos Cuartas, y ambos fueron muy sensibles a que ese documento no debería estar en una librería de París sino que era tan importante que la universidad debía hacer el esfuerzo de comprarlo después de hacer una validación con expertos sobre su autenticidad, recuerda Gómez.

La oficina de Compras Bibliográficas de la Biblioteca General se encargó de hacer la adquisición. “Tuve que conseguir un traductor para enviar los mensajes porque todo había que hacerlo en francés”, recuerda Gloria Tinjacá, jefe de la sección. Posteriormente, la Oficina de Suministros se encargó de importar el manuscrito al país con todos sus requisitos legales.

“Ahí se ve la conjugación de una institución como debería ser: desde la curiosidad de sus profesores, pasando por el servicio de sus administrativos, de la Biblioteca General en todas sus dimensiones, hasta el respaldo de sus altas autoridades”, explica Gómez.

El manuscrito está siendo estudiado actualmente por Gómez y otros docentes de universidades colombianas y extranjeras para publicar un libro de tres o cuatro tomos que dará un contexto suficientemente amplio de la obra. Luego de que finalice la investigación, el manuscrito original se podrá consultar en la Sala de Libros Valiosos Arboleda, S.J.

Además, hasta el 24 de febrero de 2018 se exhibe en el Museo Nacional como parte de la exposición “Ojos en el cielo, pies en la tierra. Mapas, libros e instrumentos en la vida del Sabio Caldas”, que es producto de una investigación que viene realizando la Universidad Nacional en asocio con la Casa Museo Caldas de Bogotá, y cuyo hilo conductor es Caldas como ingeniero civil.

De acuerdo con José Antonio Amaya, docente de la Universidad Nacional y curador de esta muestra, el libro en la exposición “viene a iluminar, a documentar el pensamiento que Caldas tenía sobre el espacio y que incluía la relación escrita de los viajes que él hacía por distintos lugares. Y al mismo tiempo, algunas piezas de la exposición también ayudan a comprender mejor el manuscrito”.

Por Lucía Camargo Rojas / Revista Pesquisa

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