El prehistórico virus que podría hacernos más propensos a consumir droga

Se trata de un retrovirus que se habría integrado al genoma humano hace menos de 250.000 años y que, en algunas personas, afecta las sensaciones de recompensa cerebral.

- Redacción Ciencia
25 de septiembre de 2018 - 02:20 p. m.
Los rastros del virus a veces se ubican junto a un gen que regula la recompensa cerebral.  / Pixabay
Los rastros del virus a veces se ubican junto a un gen que regula la recompensa cerebral. / Pixabay

La historia genética que se va sumando en nuestros antepasados y que llega a nosotros podría ir más allá del color de ojos o el tamaño del cuerpo. Según científicos de la Universidad de Oxford (Reino Unido) y la Universidad Nacional Kapodristíaca de Atenas (Grecia) algunas infecciones sufridas por nuestros antepasados podrían estar relacionadas con nuestra predisposición a consumir drogas. ¿Por qué?

Aunque el humano es capaz de recuperarse frente a la mayoría de virus que lo atacan hay algunos que dejan una marca indeleble. Los retrovirus, por ejemplo, son capaces de integrar su material genético dentro del ADN del organismo que están infectando, incluso en el de óvulos y espermatozoides. De hecho, “se calcula que entre el 5 y el 8% de nuestro genoma está compuesto por secuencias de estos organismos en lo que se considera un registro fósil genético”, según explica el periódico español El País. (Lea también: Esfuerzo global para cazar a los virus que amenazan a los humanos)

La función que estos rastros de “ADN externo” tienen pueden ser varias. Algunas veces el virus queda inactivado por mutaciones y, otras, se convierte en un ayuda para combatir la entrada de otros virus. Pero lo que encontró el estudio publicado recientemente en la revista PNAS, es que algunos trozos de ADN integrado recientemente pueden afectar negativamente a los individuos que lo transportan al afectar los mecanismos de recompensa cerebral.

Este es el caso del retrovirus HK2 el cual, se cree, entró al genoma de nuestros antepasados hace menos de 250.000 años. Además, según afirma la investigación, no entró de manera “pareja” en todos los individuos, ya que algunas personas tienen copias extras, está en distintos lugares del genoma y, en los peores casos, se ha visto que efectivamente es capaz de replicarse y dañar a su hospedador. (Lea: 75% del genoma humano sería 'basura' evolutiva)

Lo sorprendente es que cuando el HK2 se encuentra junto a un gen conocido como RASGRF2, el cual regula las sensaciones de recompensa cerebral, lo puede alterar, lo que cambia el papel que este gen tienen en las adicciones.

Para llegar a esta conclusión los autores estudiaron a dos grupos poblacionales: personas que habían sido infectadas con el virus de la Hepatitis C en Glasgow (Escocia) y VIH en Atenas (Grecia). Al secuenciar el genoma de cada una de ellas encontraron que la inserción del gen RASGRF2 aparece entre el doble y el triple de frecuencia en personas que consumen drogas. “Los investigadores consideran que esto es un indicador de que predispone al comportamiento adictivo”, explica El País. (Lea acá: Diez reveladores datos sobre el consumo y producción de drogas en el mundo)

Es más, Aris Katzourakis, científico de la Universidad de Oxford que codirigió el estudio, afirmó al El País que “han demostrado por primera vez que variantes raras del HK2 pueden afectar a un rasgo humano complejo”.

 

Por - Redacción Ciencia

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