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La liga de científicos que quiere controlar la gravedad

Greenglow fue el grupo creado por el ingeniero aeroespacial Ron Evans que buscaba negar la ley de la física menos cuestionada. Si lograban demostrarla su idea revolucionaría la industria aeroespecial.

Redacción Ciencia
29 de marzo de 2016 - 05:07 p. m.
La ley de la gravedad es una fuerza física que la Tierra ejerce sobre todos los cuerpos hacia su centro. / Ciencia al día
La ley de la gravedad es una fuerza física que la Tierra ejerce sobre todos los cuerpos hacia su centro. / Ciencia al día

 A finales de los años 80, el ingeniero aeroespacial Ron Evans fue hasta donde sus jefes de BAE Systems, una empresa de soluciones aeroespaciales, para pedirles que lo dejaran intentar controlar la gravedad. Sabía que las probabilidades de que le dijeran que sí eran escasas porque el control de esta fuerza era una noción que cualquier físico rechazaba y consideraba imposible.

De acuerdo con lo que Evans le dijo a la BBC, “hubo mucha gente en la empresa que sintió que no debíamos meternos en esto porque lo que hacíamos era aviones y esto era altamente especulativo". De hecho, ir en contra de la gravedad era lo que hacía ese negocio multimillonario de la BAE, donde trabajaba.

Pero si lograba demostrar su teoría podía revolucionar por completo la industria aeroespacial. Si era posible hacer que la gravedad empujara había arriba, en vez de halar hacia abajo, tendrían un potencial infinito y gratis de propulsión. Y pensaba que esto hubiera puesta a la vanguardia BAE System de la tecnología desde que se inventara el vuelo por propulsión.

Entonces, luego de hacer varios bocetos, los jefes de Evans decidieron otorgarle un presupuesto pequeño y una oficina. De esa manera nació el proyecto Greenglow (verde resplandeciente).

En Estados Unidos, el ingeniero aeroespacial de la NASA Marc Millis empezó un proyecto paralelo, el Programa de Innovaciones de Propulsión Física. Esto, debido a que la NASA se había comprometido a ir más allá del Sol en poco tiempo, pero sabía que nunca lo lograría con los cohetes convencionales.

Por otro lado, el químico ruso Eugene Podkletnov afirmó que había encontrado la respuesta al control de la gravedad utilizando superconductores que giran rápidamente. De ahí en adelante, en los laboratorios de gravedad de Greenglow y de la Nasa se apresuraron a replicar el hallazgo de Podkletnov. Pero lastimosamente fallaron como otros logros del ruso que tuvieron el mismo destino.

Y en Alemania, el doctor Martin Tajmar había conseguido los fondos para probar esta teoría. El programa espacial alemán estaba tan hambriento por alcanzar un avance como el de Estados Unidos.

Como lo explicó Clifford Johnson a la BBC, de la universidad de Southern California, “tendemos a pensar en la gravedad como algo muy fuerte, después de todo es lo que nos ata a la Tierra. Pero en realidad, de todas las fuerzas que conocemos de la naturaleza, la de la gravedad es la más débil”, agrega.
En otras palabras, para alterar la gravedad del planeta se necesita la masa de otro planeta.

Despues de probar varias teorías Ron Evans se jubiló cuando el proyecto Greenglow cerró en 2005, sin ninguna propuesta práctica para controlar la gravedad.

Sin embargo, Greenglow creó un propulsor conocido como EmDrive, diseñado por el ingeniero británico aeroespacial Roger Shawyer. ¿Qué hace distinto el EmDrive? "Ya no estamos buscando controlar la gravedad en sí misma", respondió Shawyer."Estamos combatiéndola de una forma más inteligente".

Con una fuente de alimentación solar, Shawyer asegura que podría acelerar el EmDrive en cualquier dirección casi continuamente. “De repente tendrías un motor de elevación que sencillamente se cierne en un lugar o se acelere hacia arriba. Así que se puede prever el lanzamiento de grandes cargas al espacio en una nave espacial propulsada por EmDrive”.

Los teóricos y físicos se muestras muy escépticos de estas afirmaciones debido a que el EmDrive parece desafiar la ley de Newton sobre conservación del momentum. Sin embargo, las investigaciones para rechazar una de las verdades científicas del último siglo siguen en pie.

Por Redacción Ciencia

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