Los primeros textos (inéditos) del científico colombiano Julio Garavito

A finales del 2018 llegó a la Biblioteca Luis Ángel Arango un documento revelador: posiblemente el primer manuscrito que hizo uno de los científicos más populares de Colombia. Aunque solo tenía 11 años, en él revela su pasión por la astronomía.

Sergio Silva Numa / @SergioSilva03
29 de junio de 2019 - 02:00 a. m.
Tras hacer el quinto número del periódico, los hermanos Garavito se dedicaron a explicar alguno de sus inventos en un manuscrito llamado “Invenciones curiosas de física y astronomía”.
Tras hacer el quinto número del periódico, los hermanos Garavito se dedicaron a explicar alguno de sus inventos en un manuscrito llamado “Invenciones curiosas de física y astronomía”.

Una mañana de octubre del año pasado sucedió algo inusual en la Biblioteca Luis Ángel Arango en Bogotá. Luego de caminar unas pocas cuadras desde su casa, en el barrio La Candelaria, Pedro (lo llamaremos Pedro porque prefiere ocultar su nombre real) entregó a la biblioteca una caja. En su interior estaba un viejo tesoro: el primer manuscrito que, probablemente, hizo Julio Garavito Armero, el científico más popular de Colombia a principios del siglo XX.

Pedro, viejo conocedor y restaurador de reliquias bibliográficas, nunca había tenido en sus manos un documento similar. El libro gastado de 28 hojas había llegado a sus manos junto a otros cinco mil textos y fotografías que un famoso historiador de nombre incierto prefirió no guardar más en su casa. “No había visto nada así”, cuenta entre biblias en latín y mapas de la Independencia. “Es una genialidad que revela los intereses de Garavito a muy temprana edad”.

Garavito, el científico que dejó de ser una incógnita desde que apareció en el billete de $20.000 a finales de los 90, tenía 11 años cuando escribió el manuscrito. Lo empezó a hacer junto a su hermano José María, de 16, en enero de 1876. Buscaban convertir unas páginas escritas con tinta azul y con caligrafía delicada en un breve periódico del que penas quedaron cuatro números (del 2 al 5). La Diversión, lo llamaron. Debajo de cada título apuntaron la fecha y la misma frase: “El entretenimiento más grande es instruirse”.

El segundo ejemplar iniciaba con un poema: “Era una triste noche de invierno / La Luna tras las nubes se ocultaba / Y yo en un bosque triste y solitario / En mi ignorado porvenir pensaba”. Luego los hermanos Garavito, que entonces habían tenido que enfrentar la ruina y muerte de su papá, dedicaban un par de páginas a hablar de ciencia. En el “Boletín científico”, como titularon ese intento de divulgación, Julio aclaraba su propósito: “Este artículo lo escribimos con el doble objeto de divertirnos e instruir”. ¿Sobre qué? Sobre ciencias naturales y física. También sobre astronomía.

“Los eclipses totales de sol a fines del siglo XIX son tres”, apuntó Julio en el tercer número de La Diversión en una breve sección que llamó Parte astronómica. “El 1° tiene lugar el 19 de agosto de 1887 visible al N. E. de Alemania, Rusia meridional y Asia central. El 2° se verificará el 9 de agosto de 1896. El 3° será el 28 de mayo de 1900 en los Estados U. de América, en España, Egipto y parcialmente (¿?) visible en Bogotá”.

Portada del periódico “La Diversión”

Luego de alimentar cada uno de los cinco números con un par de crónicas, adivinanzas y textos traducidos del inglés con la ayuda de los hermanos Anselmo y Pedro Pineda, los hermanos Garavito decidieron tomar otro rumbo. A partir del 16 de agosto de 1876 su manuscrito llevaría el nombre de “Invenciones curiosas de física y astronomía”.

La advertencia que precedía el título de letras vistosas resumía la razón del cambio: “Hemos resuelto dedicar el tiempo que empleábamos en La Diversión en escribir algunas cosas curiosas que hemos inventado sobre las materias ya enunciadas y que con el tiempo pueden llegar a ser en manos de alguien hábil e inteligente matemático o naturalista, de alguna importancia en estas ciencias que con tanto ahínco y desinterés queremos ver progresar”.

Julio, que estudiaría luego en el Colegio Nacional de San Bartolomé y se beneficiaría de los cambios que impulsó en la educación la reforma liberal, puso su firma en tres artículos que acompañó con dibujos delicados: “Abreviación para facilitar la medida del cono de la sombra, inventado por Julio Garavito”; “Método de medir las alturas por medio de un ángulo recto, inventado por Julio Garavito” y “Aparato para suspender un cuerpo vertical y horizontalmente, inventado por Julio Garavito”. Otro más lo firmó junto a su hermano: “Aparato mecánico para corchar con más facilidad que las máquinas de palancas, inventado por Julio Garavito y mejorado por José M. Garavito”.

***

Elizabeth Botero es historiadora. Durante siete años ha trabajo en la Biblioteca Luis Ángel Arango (BLAA). Hoy tiene un cargo difícil de descifrar: profesional en investigación y referencia. Ella fue quien recibió de las manos de Pedro, el restaurador, los documentos de Garavito. No era la primera vez que a sus manos llegaban coleccionistas con promesas de valiosas reliquias. Algunas veces las donaban; otras les tasaban un precio. No todas, dice Botero, las reciben por una sencilla razón: no suelen tener un valor.

Pero el caso del periódico de los hermanos Garavito la sorprendió. “Abrumador” es el adjetivo con el que los describe. Luego de someterlos a una evaluación histórica y a una valoración patrimonial y de mostrárselos a un grupo interdisciplinar para que los detallara, no tuvo dudas. “La importancia de ese material era evidente”, dice. “Es una parte de la vida de Julio Garavito que nadie conoce”. El comité de 12 personas que dio la última revisión al manuscrito opinó lo mismo. “Debíamos comprarlo”. ¿Cuánto pagaron? “El precio es reservado”.

Botero sabe que, por ahora, es muy difícil saber si los documentos tienen un valor científico. Probablemente, no. Para ella, aunque se trataba de un par de niños, “la calidad de los contenidos es sorprendente”. Gregorio Portilla, astrónomo y profesor de la U. Nacional, cree lo mismo. Cree también que es una muestra inicial de algo que apasionó a Julio Garavito luego de que se graduó como profesor de ciencias matemáticas y como ingeniero civil de su misma universidad: la divulgación científica.

Mientras fue director del Observatorio Astronómico, Garavito se encargó de escribir sobre eventos astronómicos intentando combatir la superstición. Una carpeta con varias de sus columnas en periódicos nacionales, que también llego a la BLAA, confirma sus preocupaciones. Fue el líder de las ciencias físico-matemáticas en Colombia por treinta años, escribió la profesora Clara H. Sánchez, del departamento de Matemáticas de la U. Nacional, en 2007.

Si realmente impulsó las ciencias de manera libre o, por el contrario, tuvo una actitud conservadora que frenó las discusiones científicas en Colombia, es una pregunta que siempre ha inquietado a los historiadores. ¿Sobresalió como científico o solo como divulgador? ¿Tuvo su trabajo un verdadero impacto nacional o internacional? ¿Que un cráter en la Luna lleve su nombre es indicio de que fue un grande de las ciencias? Los interrogantes aún no están del todo resueltos y quienes han estudiado su vida tienen opiniones divididas

Lo cierto es que, al menos, en el año en que murió (1919) era admirado por muchos. El alcalde de Bogotá, como lo muestra otro de los documentos que ahora están en la BLAA, declaró por decreto día de luto en la ciudad.

Afiche del decreto emitido por el alcalde de Bogotá tras la muerte de Julio Garavito.

Por Sergio Silva Numa / @SergioSilva03

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