¿Cómo fue posible? Científicos de la Universidad del Oeste de Inglaterra diseñaron un dispositivo que se instala en el interior de un contenedor al que llega la orina de los usuarios. El prototipo se basa en celdas de combustible microbianas que, como las pilas, tienen un ánodo y un cátodo. Ahí dentro, las bacterias colonizan el electrodo del ánodo y actúan como un catalizador para que se descomponga la materia orgánica de la orina.
“Nuestro proyecto está enfocado a países en vías de desarrollo, con vista a mejorar o incorporar instalaciones sanitarias, ya que el sistema, además de producir electricidad, reduce la demanda química de oxígeno, es decir, también sirve para tratar la orina”, le explicó a Sinc, Irene Merino, investigadora del equipo.
En colaboración con Oxfam y otras organizaciones, los investigadores están planeando probar estos urinarios en India o algunas regiones de África. Sobre todo en campos de refugiados, comunidades aisladas, escuelas y baños públicos que carezcan de luz.
“El propósito final es conseguir electricidad para iluminar los baños —y posiblemente también los alrededores— en zonas empobrecidas, así como aumentar la seguridad de mujeres y niños en países en los que deben salir de casa para hacer sus necesidades”, explicó Merino.
De momento, los investigadores han hecho dos ensayos: uno en su propia universidad y el otro en el festival de Glastonbury, donde más de mil personas lo probaron. En ambos experimentos el prototipo fue capaz de iluminar el cubículo donde estaban instalados los urinarios, lo que significa que, a mayor cantidad de celdas instaladas, mayor será la generación de electricidad.