¿Qué hacía un diente de tiburón en el Amazonas?

Esta fue una de las pistas que les permitieron a los científicos del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales con base en Panamá concluir que el mar inundó dos veces esta región. Paso a paso de la investigación.

Lisbeth Fog
18 de mayo de 2017 - 03:00 a. m.
iente de pez tiburón dentro de núcleo de sedimento. /  Carlos Jaramillo
iente de pez tiburón dentro de núcleo de sedimento. / Carlos Jaramillo

El diente de un tiburón y un fragmento de camarón se convirtieron en la prueba reina para confirmar que el Amazonas colombiano y parte del brasileño fue un mar pandito hace más de diez millones de años.

El agua que inundó este ecosistema provino del océano Atlántico, por donde hoy desemboca el río Orinoco, como si se hubiera abierto un boquete y en consecuencia el agua salada se hubiese regado por el oriente colombiano, inundando las tierras a su paso y, buscando llegar hasta el sur, atravesara la que hoy es su frontera con el Brasil, formando una especie de laguna salada poco profunda, que con el paso de millones de años se fue replegando, pero con el tiempo volvió de nuevo a inundar el territorio con más fuerza, tanta que llegó hasta bien adentro de la Amazonia brasileña. Así, fueron dos veces que durante el Mioceno (hace entre 23 y 5 millones de años) hubo agua salada en estas tierras, que ahora son selvas ricas en biodiversidad.

A esta conclusión llegaron investigadores colombianos y extranjeros utilizando diversos métodos científicos, entre ellos lo que cuentan los núcleos de sedimento, aquellas perforaciones que hacen las petroleras para buscar el oro negro, y son la mejor biblioteca geológica para ir descubriendo lo que pudieron ser el ambiente y los ecosistemas de las diferentes eras geológicas. Estos núcleos son especiales, cuenta el líder de la investigación, el geólogo y palinólogo Carlos Jaramillo, del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales con base en Panamá. Y son especiales porque es un tipo de perforación que no rompe la roca, sino la extrae entera. En esas rocas fue donde encontraron incrustados el diente del tiburón y, muy cerca de él, el camarón, algunos insectos y miles de animales microscópicos llamados dinoflagelados.

Estas columnas estratigráficas o tubos de roca se almacenan en la Litoteca Nacional y se extrajeron en Vichada, Colombia, y en la cuenca amazónica del río Solimões, Brasil, el primero alcanzando los 700 metros de profundidad y el segundo a unos 600 metros, lo cual “nos dio la visión de lo que pasaba en el Amazonas en una secuencia continua en los últimos 20 millones de años”.

Los ires y venires del océano en territorio amazónico

Estas dos inundaciones coinciden con el levantamiento de las montañas de los Andes, que al conseguir altura iban hundiendo el piso del Amazonas, así como con la elevación del nivel del mar en todo el planeta. “Esta confluencia […] hizo que el mar ingresara en esta plataforma que era Suramérica por un tiempo”, explica Jaramillo. “La primera inundación duró 200 mil años y la segunda casi medio millón de años. Eso en términos biológicos es un montón de tiempo”.

En el intermedio, el agua oceánica se derramó otra vez hacia el mar Caribe porque el nivel del océano empezó a descender y la cordillera de los Andes se movió hacia otro punto, lo que hizo que se levantara el piso amazónico. Así nació “el ecosistema moderno, que no tiene más de 10 millones de años”, dice.

Lo curioso es que en ese océano somero, que no se parece a ningún ecosistema actual en el mundo, vivieron cocodrilos y tortugas gigantes, así como una gran variedad de moluscos y peces, actualmente extintos. “Yo creo que el único ambiente similar hoy en día sería la Ciénaga Grande de Santa Marta, que está dentro de la franja tropical y el piso se está hundiendo muy rápido y por eso usted tiene esa depresión momposina, pero sería una depresión momposina de escala continental”.

Varios métodos para confirmar los hallazgos

Gracias a la palinología usaron los dinoflagelados –que indican la presencia de océano– y los compararon con el polen y las esporas, indicadores de ambientes terrestres. Así, los científicos supieron cuándo hubo inundación y cuándo se retiró el agua. Analizando las líneas sísmicas, aquellas imágenes que se consiguen de la profundidad de la tierra a través del sonido, el geólogo Germán Bayona, de la Corporación Geológica Ares, logró comprobar que los dos puntos geográficos estudiados se conectaban a través del registro sísmico y evidenciaban una continuidad en las inundaciones.

El biólogo experto en cangrejos Javier Luque fue quien identificó el camarón y el paleontólogo Jorge Carrillo, el diente de tiburón. También participó el ingeniero ambiental Jaime Escobar, de la Universidad del Norte, quien aportó los estudios correspondientes a la isotopía de carbono, método con el cual fue posible determinar la edad de los 933 tipos de fósiles orgánicos que encontraron incrustados en las rocas.

Ahora, luego de 70 años de controversia sobre el tipo de paisaje que ha precedido a la actual selva amazónica, este estudio, publicado recientemente en Science Advances, ofrece una teoría más sólida sobre el océano que la cubrió hace millones de años. El reto está en encontrar más columnas de roca que permitan saber qué pasó en el resto de la Amazonia, como la ecuatoriana y la peruana, y definir lo que sucede con el clima. “Como es un ecosistema tan gigante y está en el trópico, todo lo que le pase a la Amazonia afecta el clima del planeta entero”, concluye Jaramillo. “Además, parte del agua fresca del mundo viene del ciclo del agua del bosque amazónico, o sea que cualquier cosa que pase en el bosque amazónico lo van a sentir en el Polo Sur y en el Polo Norte”.

Por Lisbeth Fog

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