Recursos para ciencia se atomizan

Al mismo tiempo que el Gobierno intenta reorientar $1,1 billones del presupuesto de regalías destinados a ciencia, pide un crédito al Banco Mundial por $234 mil millones para el programa Colombia Científica.

Lisbeth Fog
10 de abril de 2017 - 02:08 a. m.
Entre 2015 y 2016 se ejecutaron 34 proyectos por $385 mil millones con recursos de regalías. / Gustavo Torrijos
Entre 2015 y 2016 se ejecutaron 34 proyectos por $385 mil millones con recursos de regalías. / Gustavo Torrijos

Es difícil entender por qué el país está dejando perder $1,1 billones del presupuesto de regalías destinados a ciencia, tecnología e innovación, y mientras tanto pide un crédito al Banco Mundial por $234 mil millones que ya ha sido aprobado para el programa Colombia Científica. Con ese platal se podrían financiar más de cuatro Colombias científicas…

La pregunta se la hacen los miembros de la comunidad científica y la respuesta la tiene el subdirector de Colciencias, Alejandro Olaya: “Son dos estructuras de presupuestos diferentes y constitucionalmente funcionan distinto”. Y agrega: “Institucionalmente compartimos la preocupación, pero hay que ser realistas: la ciencia en el país, con la entrada a regalías, no es una ciencia centralizada donde las cosas las decide solamente Colciencias”.

Esa platica se perdió

El hecho es que entre el 2012, cuando se hizo efectiva la asignación del 10 % de los recursos de regalías para el Fondo de Ciencia, Tecnología e Innovación (FCTI), y 2016, se asignaron $3,8 billones, distribuidos entre todos los departamentos del país y el Distrito Capital. A 31 de diciembre de 2016 se habían aprobado proyectos por valor de $2,3 billones, lo que deja un saldo de cerca de $1,5 billones. Descontando los recursos que ya están comprometidos, el Gobierno Nacional propone al Congreso de la República cambiar la Constitución de tal manera que sea posible “liberar por una sola vez parte de los recursos del FCTI para inversiones para la paz (ej: vías terciarias)”, según explicaron a El Espectador fuentes del Ministerio de Hacienda. Sin embargo, informaron, algunas entidades territoriales como Bogotá, Norte de Santander y Nariño han manifestado su interés en continuar invirtiendo en ciencia, ciencia para la paz. A partir del bienio 2017- 2018 vuelve de nuevo el 10 % para ciencia.

Como el gobierno es consciente de que no siempre se destinaron esos recursos a la ciencia, trabaja actualmente en un proyecto de ley que modifique el mecanismo de adjudicación de los dineros en la formulación, la ejecución y la evaluación de los proyectos. “A la arquitectura de regalías se le pueden mejorar muchas cosas”, explica Olaya, aclarando que en el Gobierno se trabaja actualmente en la formulación de una arquitectura alternativa para el Fondo, que de todas maneras respetará “el principio de que los dineros son y les llegan a los departamentos”.

El esquema propone que a través de una metodología que Olaya define como “Los grandes desafíos nacionales”, el OCAD, como máximo órgano de toma de decisiones, en coordinación con los Codecti (los consejos departamentales de ciencia), definan sus prioridades temáticas –no proyectos–, le asignen un porcentaje de sus dineros a la solución y se alíen con los otros departamentos que identificaron el mismo problema. “Apostamos a que la región participe en la definición de prioridades temáticas (20 grandes tareas pendientes del país. como potabilidad del agua o seguridad alimentaria) y no que decidan el proyecto que se va a financiar”, explica.

Cada departamento presenta un plan de inversión enunciativo para cada temática, el OCAD consolida esa información, suma los porcentajes por temas y abre convocatoria “para que investigadores de todo Colombia, en alianza con los investigadores de las regiones donde está el problema y la plata, presenten las propuestas. Se hace la clásica evaluación por pares, el OCAD aprueba y las ejecutan los formuladores, no las entidades territoriales. Luego se hace el seguimiento a los proyectos”.

Enrique Forero, presidente del Colegio Máximo de las Academias Colombianas, sugiere que en ese caso los Codecti deben tener una participación mucho más activa de la comunidad académica: “Si en algún departamento no hay una institución científica, debe atraer a alguna”, dice, haciendo énfasis además en que no es lo mismo desarrollo regional que desarrollo departamental. “Es territorial porque hay enfermedades como el zika o el dengue que no tienen límites departamentales”.

¿Y Colombia Científica?

El pasado 31 de marzo, Colciencias presentó la versión final de los términos de referencia para la convocatoria 778 de Ecosistemas científicos, por un valor de 76 mil millones de pesos para cuatro proyectos ganadores, que forman parte de los $234 mil millones del préstamo del Banco Mundial para el programa Colombia Científica. Una segunda convocatoria por un monto similar y otros cuatro proyectos se abrirá en octubre. Los restantes $74 mil millones se destinarán a 95 becas de maestría y doctorado a cargo del Icetex.

Lo novedoso de esta convocatoria, según Olaya, es que “los proyectos que van a ganar no lo harán solamente por su calidad científica, sino también por la diversidad de la alianza que hayan conformado”. Se trata de un tercer esquema de financiación de la actividad científica, tecnológica y de innovación –además del tradicional de Colciencias y del de regalías–, que empezó a diseñar desde hace un año el Ministerio de Educación Nacional y cuyo espíritu “es mejorar la calidad de las universidades a través del trabajo conjunto en proyectos de investigación”.

Las alianzas incluyen a dos instituciones de educación superior nacionales con acreditación de alta calidad reconocida, otra no acreditada, un centro de investigación y/o innovación internacional y una organización del sector productivo nacional. Se financiarán programas de investigación, desarrollo e innovación en temas de salud, energía sostenible, bioeconomía, alimentos y sociedad.

A pesar de los seis talleres organizados en diferentes ciudades del país para socializar el programa, las universidades aún cuestionan muchos de los requisitos de la convocatoria.

“Recibimos 27 comunicaciones sobre los términos de referencia que publicamos en la versión borrador para comentarios, las revisamos y el viernes 31 de marzo ya publicamos los términos de referencia definitivos que incorporan o corrigen algunas cosas que podían hacer que el instrumento fuera más complicado”, dice Olaya.

Y aunque las universidades están trabajando para presentarse a la convocatoria, aún manifiestan sus reparos: “Hubo tres documentos borrador de términos antes de los finales y estos cambiaron en los retos a incluir en los focos e incluso en la inclusión de un nuevo foco. Esto obligó a cambiar propuestas sobre las que ya se estaba adelantando, pues los actores se volvieron a distribuir en otras alianzas por cercanía de intereses. Armar una propuesta de este tamaño en tres meses es improvisado y puede causar daños importantes en la calidad de las propuestas a presentar”, de acuerdo con Diana Carolina Velasco, directora de Investigación e Innovación de la Universidad del Rosario.

Menciona una carta firmada por ocho universidades –Nacional, Antioquia, Valle, UIS, Javeriana, Andes, Uninorte y Rosario–, en la que manifiestan su preocupación por temas administrativos, así como por la dificultad en organizar las alianzas y conseguir todos los soportes que se le exigen a cada una de las entidades que la conforman. Velasco menciona también fallas conceptuales en los lineamientos sobre propiedad intelectual.

El proceso ha exigido a las universidades dedicación adicional para cumplir con todos los requerimientos solicitados y aún, dicen voceros de algunas de ellas con los que habló El Espectador, hay muchas preguntas que están sin resolverse.

Forero presiente que puede pasar lo mismo que sucedió con los dineros de regalías para la ciencia. “Vamos a estar pagando intereses de un préstamo cuando tenemos la plata guardada”, afirma.

Y lo que todos se preguntan es: ¿Cuándo tendrá Colciencias una política unificada con recursos propios que demuestren que realmente el país está apostando por la CTI?

Por Lisbeth Fog

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