Un esfuerzo de una década para lograr el primer mapa geológico de Suramérica

Tras más de diez años de trabajo, más de 50 científicos de varios países, coordinados por investigadores del Servicio Geológico Colombiano, culminaron un mapa detallado de esta porción de continente. En él reconstruyeron un pedazo de la historia de la Tierra y mostraron con precisión cómo está formada Suramérica.

Sergio Silva Numa / @SergioSilva03
25 de noviembre de 2019 - 02:00 a. m.
Así luce el mapa geológico de Suramérica. / Servicio Geológico Colombiano
Así luce el mapa geológico de Suramérica. / Servicio Geológico Colombiano

Quienes estudian a Suramérica y Latinoamérica tratan, con frecuencia, de identificar patrones comunes entre los países. No es fácil hallar similitudes, pero, por lo general, hay características que los unen. Un idioma, una historia colonial, un sistema presidencialista, unos muy altos índices de desigualdad, una dependencia de la explotación de materias primas y, en ocasiones, una implementación de políticas compartidas (como el llamado Consenso de Washington en los años 90) son algunos de los rasgos que suele mencionar la academia.

Y a la lista quizás entrará esta nueva ola de protestas que se ha multiplicado por Ecuador, Bolivia, Chile y Colombia y que ha desatado multitudinarias manifestaciones e históricos cacerolazos.

Señalar las semejanzas no suele ser fácil. Los 13 países suramericanos reflejan también una gran diversidad que, pese a los esfuerzos, resulta imposible de unificar. Solo hay, en verdad, un elemento común, por obvio que parezca: un territorio de 17,84 millones de kilómetros cuadrados. Es una extensión que, vista con mucho más detalle, esconde una historia similar que se sobrepone a todos los eventos políticos y sociales.

El mapa que acompaña este texto es la muestra de eso. Los colores con los que fue construido prueban que Suramérica comparte una gran cantidad de rasgos. Son características que se han formado a lo largo de 3.500 millones de años y que reflejan con claridad que, al menos debajo del suelo que pisamos, lo que sucede en los países del norte también afecta el sur de la región. Jorge Gómez Tapias tiene una frase simple para explicarlo: “En este mapa no existen las fronteras”.

Gómez es geólogo. Es colombiano y fue una de las personas que coordinaron el gran esfuerzo que se esconde detrás de esa imagen: el primer mapa geológico de Suramérica, en cuya fabricación participaron 58 científicos.

Se trata de un rompecabezas que ensamblaron durante 11 años y que, después de muchos viajes, talleres, reuniones y llamadas, lograron armar con una precisión que nadie había alcanzado. En él está la historia de lo que ha sucedido bajo el suelo de este territorio. Es también el retrato más fiel de cómo está compuesta esta región desde la Patagonia argentina hasta las dunas de arena en La Guajira.

Para hacerlo, cuenta Gómez, tuvieron que integrar 36 mapas geológicos y revisar con detalle más de 40 artículos científicos, además de verificar las edades y la composición de las rocas y asegurarse de que cada volcán y cada montaña estuviera ubicado de manera correcta. Se valieron tanto de datos satelitales y de sofisticados softwares de información geográfica, como de revisiones manuales hechas con lupa durante extensas jornadas de trabajo.

“Volvimos coherente una historia en la que nada coincidía. La armonizamos y ahora tenemos un mapa preciso que nos garantiza que la geología está correctamente georreferenciada”, dice Gómez, quien es parte del equipo del Servicio Geológico Colombiano (SGC).

El resultado de ese gran esfuerzo, también coordinado por la geóloga Nohora Montes Ramírez, del SGC, y Carlos Schobbenhaus, asesor de la Dirección de Geología y Recursos Minerales de Brasil, es una gran paleta de colores sin fronteras ni divisiones. En ella hay cientos de datos: las rocas más antiguas de Suramérica tienen 3.500 millones de años, hay 420 volcanes, también 11 cráteres causados por el impacto de meteoritos.

Bajo el suelo de este pedazo de continente se esconden 21 racimos de unas rocas que a mediados del siglo XIX llamaron kimberlitas, luego de que en Kimberley (Sudáfrica) descubrieran que albergan diamantes. Su hallazgo, entonces, fue el inicio de una fiebre por esas joyas que dio paso a una gran mina a cielo abierto construida con solo manos humanas. Big Hole (Gran Hoyo) la bautizaron.

Gómez y Montes creen que, principalmente, hay tres razones por las que este trabajo es valioso. La primera es porque a partir de este mapa se puede conocer la riqueza mineral y de hidrocarburos en un determinado lugar. Así como la presencia de kimberlitas está atada a la existencia de diamantes, hay detalles en las rocas que sugieren posibles yacimientos de petróleo.

El segundo motivo por el que este mapa es útil es porque, al saber con precisión la ubicación y composición de las fallas y los volcanes, es posible identificar en qué sitios puede haber riesgo de deslizamientos, sismos o erupciones volcánicas. En otras palabras, quienes están encargados de la prevención de desastres tienen ahora en sus manos una buena pista para adelantarse a eventos que pueden desencadenar tragedias.

La última razón es una de las que más cautivan a los científicos: esta imagen es una pieza para construir el complejo rompecabezas de la historia de la Tierra. El análisis de la geología de Suramérica confirma, por ejemplo, que esta porción de planeta se empezó a separar de África hace unos 150 millones de años. Los sofisticados análisis de las rocas revelan que ambos continentes comparten rocas que verifican que en algún momento hubo un supercontinente que poco a poco se fue separando. A esa última gran masa de tierra la llamaron Pangea, una palabra griega con la que a principios del siglo XX un geofísico alemán sintetizó la única porción de suelo que alguna vez fue el planeta.

Por Sergio Silva Numa / @SergioSilva03

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