El Magazín Cultural

Adriana Villegas Botero: “La vida que se ve empañada a través de la ventana”

Cristina, una abogada colombiana que emigra a Nueva York tras perder su empleo, ha decidido apostarle todo a su sueño americano. Lo que ella pensaba que sería toda una experiencia, pronto se convertirá en una odisea. La historia de sus días, los pequeños fragmentos de su vida y las proezas que debe enfrentar para salir adelante, componen la trama de El oído miope, ópera prima de la periodista Adriana Villegas Botero.

Santiago Díaz Benavides @santiescritor
24 de febrero de 2018 - 09:51 p. m.
Imagen de la escritora Adriana Villegas Botero, quien acaba de lanzar su primera novela, El oído miope.  / Cortesía Penguin Random House
Imagen de la escritora Adriana Villegas Botero, quien acaba de lanzar su primera novela, El oído miope. / Cortesía Penguin Random House

La novela, editada por Penguin Random House a través de su sello Alfaguara, surgió a raíz de cinco años de trabajo y de lo que fue la mejor instrucción de Miguel Manrique en un taller de novela: “Esa historia que usted tiene archivada, guardada en la mesa de noche, es como el viejo amor que usted no se atreve a echar, pero ya sabe que no le sirve. Hagan el favor de empezar un texto de ceros, distinto, diametralmente opuesto a lo que venían trabajando”. La autora pensó, entonces, en el contexto más distinto que conocía y empezó a escribir.

“Me gusta pensar que la literatura es como una cebolla. No hay solo una cosa, sino varias capas, una detrás de la otra. En este sentido, esta novela es sumamente colombiana y así quisiera que se leyera. Pero también puede ser una novela sobre los inmigrantes, las personas que lo dejan todo para irse a probar suerte en otro lugar. Puede ser también una novela que retrata los momentos de oficina. Me parece curioso que tantas personas pasamos la mayor parte del tiempo en una oficina y es un tema que poco se aborda en la literatura. Muchos vivimos al interior de ese espacio todos los días, todos los meses, todos los años. Allí hay demasiados elementos para explorar”.

El texto original se escribió entre septiembre y noviembre del año 2013, y recibió el Premio a Mejor Manuscrito de Novela del Fondo de Cultura Económica, otorgado por un jurado compuesto por Miguel Ángel Manrique, Alonso Sánchez Baute y Ricardo Silva Romero. Desde entonces, Villegas se dio a la tarea de redondear la historia que había comenzado y que tan buen recibimiento obtuvo en sus primeras versiones. El título, quizá el primer detalle curioso de este libro, es una metáfora sobre las dificultades de la comunicación. “Tenía el reto de construir un personaje que habla poco, pero necesitaba que su voz apareciera lo suficiente para darle contundencia al relato. Desde el inicio se entiende que lo más interesante en la vida de Cristina ocurre en su mente. Eso, realmente, nos sucede a muchos. Pensé, en algún momento, que el título podría ser algo así como “Calles llenas para gente sola”. Me interesaba el concepto de la soledad y lo desarrollé como algo clave en la estructura de la novela, pero el título no era ese, tenía que ser otro. Debía obedecer, entonces, a cierta condición de Cristina como personaje. Ella usa lentes, es miope, y resulta que también tiene una falla en el oído al verse inmersa en un contexto totalmente distinto al suyo, en donde no entiende nada. Ella no habla inglés. Así pues, el texto mismo me reveló que Cristina también era miope del oído”.

Villegas Botero es periodista, abogada y magister en Estudios Políticos. Es columnista del diario La Patria y escribe reseñas de libros para Quehacer Cultural; actualmente, dirige la Escuela de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales, y colabora como locutora del programa El Verpertino, de UM Radio. En 1999 ganó el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, y en 2018 ha sido finalista de los premios del Círculo de Periodistas de Bogotá, en la categoría de periodismo de opinión.

Cristina, el personaje principal de su novela, también es abogada, pero no está cerca de parecerse a la autora. Este libro, lejos de ser una historia más sobre inmigrantes colombianos en tierras norteamericanas, resalta por su estructura poco convencional. ¿Pueden ser los correos electrónicos una suerte de ventana a la vida de un personaje, en este caso, Cristina? El lector se irá dando cuenta de que la historia aquí narrada es apenas un esbozo en la vida de una persona, las pequeñas aventuras y desventuras que por suerte o por infamia alguien tiene que vivir.

¿Existe una distancia entre la escritura del periodismo y la de ficción? ¿Pueden ser la crónica y la novela géneros cercanos?

No creo que haya una distancia como tal, pero sí hay una ligera diferencia. Los periodistas no podemos inventar y, siendo columnista, me planteo muchas cosas que alcanzan a ser bastante imaginativas. Cuando Svetlana Aleksiévich obtuvo el Premio Nobel de Literatura en el año 2015, sentí que era un guiño al hecho de que es posible, desde el oficio, hacer textos periodísticos con calidad artística, literaria. Es algo que a muchos nos interesa. La crónica permite hacer eso. Es en donde convergen los géneros literarios y periodísticos. Al escribir la novela sentí libertad de crear, de inventar. En realidad, me veía siendo parte de un juego.

¿Cómo es el proceso de redacción de una columna de opinión? ¿Existe algo sobre lo que no debería hablarse en este país?

Cada quince o veinte días pienso que voy a dejar de ser columnista. Siento que el tiempo no me alcanza. Pero, en el instante en que me siento a escribir, todo eso se va y soy la persona más feliz. El proceso inicia en la cabeza, tratando de definir un tema, lo cual es toda una odisea porque se debe buscar algo novedoso, distinto. Cuando ya está decidido, escribo. Dejo que el texto tome forma y después me dedico a corregirlo. Una vez está terminado para mí, lo envío a la edición y allí me sugieren algunas cosas. Solo cuando el texto ha pasado por tan variados filtros, y eso implica acudir a un par de lectores externos e imparciales, entonces está listo.

Ahora bien, yo no creo que haya algún tema vedado en este país. Me gusta pensar que cualquier tema merece una reflexión. Los intereses cambian y, claro, habrá quienes no se sientan a gusto con ciertas cuestiones, pero eso es otra cosa. Para los que hacemos periodismo es importante defender la libertad de expresión, que la gente hable sobre lo que quiera y cómo quiera.

¿Qué hay de la situación actual del periodismo escrito? Hay quienes piensan que lo audiovisual está ganando la batalla.

Cuando apareció la radio se pensó que los periódicos dejarían de existir, luego vino la televisión y más tarde el internet. Siempre se tiene una concepción apocalíptica acerca del cambio. En este caso, el periodismo escrito se ha visto permeado por la tecnología, pero no por ello está en peligro. Es posible que el formato impreso hoy resulte un tanto costoso y que, por esta razón, los medios estén buscando moverse hacia otras plataformas, además de que agiliza la distribución. El cambio de formato no implica la extinción de las prácticas arraigadas.

¿Es muy distinta la voz de Adriana que percibirán los lectores en esta novela a la que normalmente encuentran en sus columnas del diario La Patria?

Total. Soy una columnista seria, si se puede decir. Hablo de temas más formales. Así trabajo las columnas. Siempre estoy sujeta al dato, a la verificación. En este sentido, la novela me ha permitido sentirme en plena libertad de inventar. Ha sido extraño escuchar a la gente que la ha leído porque me permiten conocer sus impresiones, tan variadas, acerca de la historia de una mujer. Esta novela tiene un toque de tragedia con ligeras gotas de cianuro envueltas en humor, con un lenguaje desenfadado para hablar de cosas procaces, escatológicas, que en mis columnas nunca abordo. La columna es un espacio de interés público, la novela es una revisión de las aventuras del héroe cotidiano que, realmente, no es un héroe. A nadie le importa saber qué es lo que piensa una mujer mientras está limpiando el suelo. Eso no es relevante, pero es sobre eso que habla la novela.

¿Cuál es el argumento de El oído miope? ¿Cuál era la necesidad de narrar esta historia?

Lo he detallado un poco. Se trata de las micro aventuras que pueden suceder en la vida de una persona. Es la vida que se ve empañada a través de la ventana, de unos ojos que no ven bien, de un oído que no entiende con claridad. Y bueno, tenía la necesidad de escribir. Siempre la tengo. Por eso me dedico al periodismo, ahora he publicado una novela. 

Es su primera novela, su ópera prima. ¿Vendrán más?

Yo creo que sí. Tal vez no tengo todo el tiempo que quisiera, pero es indudable que seguiré escribiendo.

¿El sueño americano algún día podrá verse cumplido? 

Cada uno tiene el suyo. Habrá que ver.

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Por Santiago Díaz Benavides @santiescritor

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