El Magazín Cultural

Alex Timmermans: Un alquimista traspasando los siglos

Este alquimista es uno de los que ha sobrevivido al siglo XX y al XXI, se llama Alex Timmermans y vino desde Países Bajos a enseñar lo que ha traído del siglo XIX.

María Fernanda Jáuregui Castillo
30 de junio de 2017 - 10:56 p. m.
Alex Timmermans se define como alquimista, acá con una cámara de placa húmeda. Fotografía en placa. / Cortesía
Alex Timmermans se define como alquimista, acá con una cámara de placa húmeda. Fotografía en placa. / Cortesía

Cuando uno escucha hablar a Timmermans, el colodión revela toda una filosofía de vida. 

El hombre tiene varias botellas, echa una especie de sal cristalina en un líquido transparente, tal vez está haciendo colodión, luego hará que la luz transforme el cristal, empezará a aparecer lo que veía frente a él y el vidrio se convertirá en imagen.

Es un hombre de 55 años, pero empezó a viajar en el tiempo hace nueve. Regresó a mediados del siglo XIX, cuando se inventó el colodión húmedo, lo sacó de la oscuridad y lo trajo hasta hoy. Así es la esencia mágica de la fotografía, lo que se ha convertido en negativo se transforma en positivo, transita de la oscuridad a la luz, algo que pasó se vuelve presente y futuro, lo que desaparece retorna y se queda.

Louis-Nicolas Ménard, escritor socialista francés, tío del pintor simbolista Émile-René Ménard y compañero de Baudelaire, se interesó en la química y descubrió el colodión en 1846, la solución de nitrocelulosa –o algodón pólvora- en una mezcla de éter y alcohol. En 1849, Gustave Le Gray, innovador fotógrafo francés, escribió la receta para usarlo como un papel negativo en su Tratado práctico de fotografía. Finalmente, al inglés Frederick Scott Archer le otorgan la invención del colodión húmedo como proceso fotográfico en 1851, al publicar sus investigaciones en la revista The Chemist (El Químico). La técnica, que logra positivos y negativos en vidrio –ambrotipo- o metal –ferrotipo-, desbanca al daguerrotipo, más costoso, de más tiempo y con un sólo positivo irrepetible, y es reemplazada por el gelatino-bromuro -o placa seca-.

A comienzos de los 70, Alex Timmermans conoce la fotografía, hacia los 13 años empieza a experimentar con una Nikkormat que le regala su padre, una cámara de rollo, lo más avanzado de la fotografía analógica, lo último. La tecnología avanza mientras crece y las cámaras se vuelven digitales, así que compra una en 2002 y por 7 años lo intenta, pero es decepcionante, Photoshop no es lo suyo y no le entusiasma lo que deja de ser impredecible y es casi completamente manipulable, no encuentra el encanto, la fotografía se ha ido.

Creando la imagen

Sostiene la placa de vidrio cuidadosamente, vertiendo el colodión sobre ella de forma homogénea hasta humedecerla por completo, la lleva a un baño de nitrato de plata que la hará sensible a la luz y luego a la parte de atrás de la cámara, el alquimista quita la tapa del lente y la expone, cierra el lente y lleva la placa a revelar en el cuarto oscuro, verá la imagen aparecer como un negativo, después, a plena luz del día, dentro del fijador, se convertirá en positivo. Todo el proceso hasta el revelado debe hacerse con la placa húmeda de colodión, de una vez, como un soplo.

Una sola imagen requiere muchas placas, como si se le diera muchas vidas, pero es única en cada momento, hay mínimas opciones de manipular la placa una vez ha sido expuesta, sólo se puede hacer otra nueva. El colodión exige detenerse ante el paisaje, percatarse bien antes de hacerla. Cada una implica todo el trabajo completo y ese es el retrato perfecto de la perseverancia y la noción de proceso. Crear la imagen requiere volver constantemente a la creación, una y otra vez, desde limpiar el vidrio hasta encontrarla en el indicado. Un ir y venir que parece el mismo, pero que va transformando ese encuentro.

Durante años recolectó lentes y cámaras antiguas, sin saber que encontraría el colodión, un proceso misterioso que empezó a buscar en 2008 y a experimentar al siguiente año; cuando eso pasó, las grandes cámaras de madera y fuelle hechas a mano y los tubos de metal y 4 piezas de vidrio que son los increíbles lentes Petzval se volvieron sus compañeros de trabajo. Fue a un taller corto sin lograr entender mucho, pero se dedicó a leer libros viejos y foros en internet, y a practicar día a día, ensayo y error, hasta conseguir su primera buena placa en meses.

“Fijar la placa es realmente la parte más hermosa del proceso, es como abrir un regalo”, dice en una entrevista para la televisión china. Desliza la placa en el fijador y ve cómo empieza a aparecer, del negativo al positivo, habla de los 20 segundos más deslumbrantes que le robarán el alma. Es como si toda la luz entregada saliera devuelta alumbrándolo todo. El negativo se consume poco a poco rápidamente, como un papel quemándose, arrugándose, desapareciendo, da paso a lo que no habíamos visto, el disfraz desnudo, descubriendo lo que permanecía oculto bajo esa sombra, la imagen resurge. El alquimista recobra lo que había perdido en ese camino hacia el siglo XXI.

La imagen dada

Alex regresa casi 160 años al invento de Archer y descubre la magia. Otros lo han hecho en esta época, pero él no solo es un mago en la técnica, sino en la composición. Detrás de un fuelle y una cortina oscura por donde mete su cabeza viene la imagen. “Usted no toma una fotografía, le es dada”, dice. Su cabeza es un cuaderno de bosquejos, llegan a su mente todas esas ideas que luego volverá reales.  

Empezó retratando como muchos colodionistas, a familiares, amigos y gente que conocía. Samy, Lisa, el erudito Redmond O'Hanlon, fotógrafos como Erwin Olaf y Jimmy Nelson, artistas como Wiktor Borowski, que trabaja el cristal, y su esposa Magdalena, galerista.

El colodión húmedo hace que la imagen sea particularmente detallada, todas las líneas de expresión son visibles –y no hay forma de retocarlas luego-, las sombras se acentúan, los rostros tienen una apariencia rústica, todo lo opuesto a la forma en que lo digital matiza a modo de barniz, se ven las personas de carne y hueso como si sus caras trajeran encima toda la vida que han andado, y el colodión efectivamente pudiera conservar completamente el alma. 

Aparecen a quienes llama collodion-heads (cabezas colodión), rostros interesantes, individuos únicos, y de pronto los retratos dejan de tener nombre propio y se vuelven J…S, The thinker (El pensador), The biker (El motociclista), Once upon.. (Érase una..). El retrato muda a personaje, la imagen le es dada, entonces crea su narración, Storytelling. “Una película en un solo cuadro", dicen. Cada montaje es una historia mágica. Cada placa es convertida en cuento de hadas, sueño, relato del futuro, del pasado o de otro mundo, y de alguna forma uno no puede evitar pensar en Georges Méliès que posaba como mago en los comienzos del cine creando viajes imposibles como llegar a la luna.

Surrealismo, misterio, humor. Otros hablan de una estética steampunk, una especie de futurismo basado en las máquinas de vapor del siglo XIX en Inglaterra, una curiosa coincidencia. Los Petzval de más de 150 años de Alex, muestran a los personajes fuertemente enfocados en el centro mientras el paisaje a su alrededor se desvanece hacia afuera, produciendo a veces remolinos, dando también la impresión de una creación mental, ¿ensoñación o reminiscencia?, o un vórtice, para viajar a otro tiempo o dimensión.

Personas con oficios y tareas imposibles, que van o vienen, a o desde, ningún lugar, algún lugar, o sólo están, a veces con un animal real o artificial como compañero, casi siempre solos, como un único personaje, pero diferentes. Solos, como si el personaje fuera el reflejo íntimo del fotógrafo, la figura única que uno se imagina frente al lente, pero están quienes habitan el lugar, el modelo -personaje real que se repite incansablemente siendo incluso distinto-, los que graban cómo se crea la fotografía y quien ayuda a montar ese escenario, como el que lleva en sus brazos a la bailarina para que dance en el lago. Personajes aparentemente solos, pero la escena revela presencias ausentes, vestimenta, herramientas, tazas de té, copas de vino, ellos mismos en medio de la nada, que es realmente un lugar, todo un mundo alrededor.  

Cuando la imagen le es dada, pueden pasar meses antes de que se haga real. Storytelling es escenas creadas en exteriores, un desafío mayor para el montaje y la técnica. Una vez tuvo que bajar todas las cometas que había subido e intentarlo al otro día. Además de llevar siempre un cuarto oscuro portátil, Alex tiene que encontrar la utilería, la locación y el momento indicado. Puede ser ideal un día nublado, con luz pero no tanta, para la exposición. Como los químicos preparados, un cambio de luz o clima puede crear otro resultado, como el vuelo de las mariposas produciendo tornados al otro lado del mundo. Una toma no resulta interesante por el clima, pero la siguiente es perfecta.

La imagen se reproduce, de vuelta al futuro

Un hombre es varios. Las mujeres son musas. Ambos territorios no como un final sino donde algo empieza. Timmermans es como el personaje misterioso que trae el té desde el lago en Tea time (Hora del té) su primera fotografía famosa-, cada imagen de Storytelling como una epifanía que va trayendo hasta nosotros. ¿Qué verá la gente a través de la taza? 

Timmermans divulga en redes su trabajo. Expone en Francia, Bélgica, Estados Unidos, Alemania y China. Viaja a Fotográfica Bogotá y vuelve a Holanda para la 7ª edición de su festival European Collodion Weekend. Publica el libro de Storytelling, pero continúa su proyecto. Volverá a comienzos del otro año a Bogotá a seguir presentando sus personajes. 

Por María Fernanda Jáuregui Castillo

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