El Magazín Cultural

'Aquí no ha habido muertos': un libro sobre paramilitarismo, héroes y Álvaro Uribe Vélez

En el marco de la Feria del Libro de Bogotá, la activista y escritora María McFarland habla sobre su libro ‘Aquí no ha habido muertos’, el cual registra la historia de tres hombres que denunciaron las atrocidades del paramilitarismo en Colombia.

Agencia Anadolu
02 de mayo de 2019 - 09:21 p. m.
Foto de la portada del libro 'Aquí no ha habido muertos' de María McFarland.  / Página web de María McFarland
Foto de la portada del libro 'Aquí no ha habido muertos' de María McFarland. / Página web de María McFarland

“Si este país supiera toda la verdad, se deshace”, le dice Rodrigo Zapata a María McFarland. El primero es un hombre “grande y suave” que hizo parte de grupos paramilitares colombianos al mando de Vicente Castaño. La segunda, María, es una activista y abogada que a la fecha trabaja como directora ejecutiva de la ONG ‘Drug Policy Alliance’ y que, durante varios años de su vida, realizó una investigación que desembocó en el libro: ‘Aquí no ha habido muertos’. 

Las palabras de Zapata, que a su vez componen la primera línea del texto, sirven como el filón para describir el sadismo del paramilitarismo. 

La Agencia Anadolu habló con McFarland sobre uno de los tres protagonistas del libro, el defensor de derechos humanos Jesús María Valle, y de la figura que sirve como telón de fondo -si se quiere, antagonista- de la obra: Álvaro Uribe Vélez. 

En su libro se habla de las denuncias hechas por el defensor de DDHH Jesús María Valle (asesinado por el paramilitarismo en 1998) al entonces gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe Vélez, sobre la masacre de El Aro, que dejó 17 muertos. ¿Hubo negligencia por parte de la Gobernación de Antioquia, liderada por Uribe, para frenar esa matanza? 

Lo que a mí me impresiona mucho es que Jesús María Valle estuvo denunciando desde 1996 que los paramilitares estaban ingresando a Ituango (municipio que acoge al corregimiento de El Aro) y que tenían vínculos con las fuerzas militares. Esto se lo reveló a la Gobernación de Antioquia (dirigida por Uribe Vélez) a finales del 96. 

A pesar de estas denuncias, al parecer no hubo ninguna acción por parte de la Gobernación, por parte del ejército o por parte de la policía. No hubo una acción eficaz para proteger a la población civil. 

En cuanto a la masacre de El Aro, a mí algunas personas me dijeron que incluso en el momento que estaban ingresando los paramilitares a ese corregimiento, hubo gente que llamó a las autoridades y solicitaron su ingreso y protección. En ciertos casos -como indica el libro-, la respuesta fue que: "como había elecciones el domingo (26 de octubre) todas las tropas estaban acuarteladas en sus barracas". En otros casos, la Gobernación insinuó que "tendrían unas reuniones dentro de unos días para discutir el tema", pero para entonces ya habían masacrado a todas esas personas. 

El mismo Valle, posteriormente, en los procesos judiciales de El Aro, y también en el juicio en su contra por supuesta difamación, se quejó de esa falta de acción: 

“Yo siempre vi, y así lo reflexioné, que había como un acuerdo tácito o como un ostensible comportamiento omisivo, hábilmente urdido entre el comandante de la IV Brigada, el comandante de la Policía de Antioquia, el doctor Álvaro Uribe Vélez, el doctor Pedro Juan Moreno y Carlos Castaño”, declaró Valle ante un fiscal regional tres semanas antes de ser asesinado por sicarios de la banda ‘La Terraza’ el 27 de febrero de 1998. 

Para 1997 había un estimado de 414 grupos Convivir en Colombia, de estos, 78 estaban en Antioquia. ¿Se puede decir que Álvaro Uribe fue el principal patrocinador de estos escuadrones de muerte? 

No sé cuál sería la definición que usted quiere usar para "patrocinador", pero lo que se puede decir es que Uribe fue, como gobernador, una persona que impulsó mucho la idea de que hubiera grupos Convivir en Antioquia. Él públicamente dijo que eran un modelo positivo y las defendió. Respaldó la expansión de las Convivir en ese departamento y fue uno de sus principales defensores. Eso es lo que yo diría. 

En el libro aparece el empresario Pedro Juan Moreno, quien trabajó al lado del expresidente Uribe como secretario de Gobierno en la Gobernación de Antioquia. ¿Moreno tuvo algún rol en la muerte de Jesús María Valle?

Yo no estoy segura de si él jugó un papel ahí. Eso lamentablemente no se puede averiguar debido a que Moreno falleció. En esto habría que fijarse en las declaraciones que me dio el excomandante paramilitar alias 'Don Berna', las cuales indican que Moreno tuvo un papel en la muerte de Valle. Eso tendría que investigarse más. Obviamente es muy preocupante que 'Don Berna' haya dado semejantes declaraciones. 

Según testimonios que tengo de otros paramilitares, estos me dijeron que Pedro Juan Moreno siempre se reunía con ellos, que él era muy cercano a las autodefensas. 

Continuando con los testimonios de 'Don Berna', él le dijo que la muerte de Pedro Juan Moreno en el 2006 fue ordenada por Uribe... 

En el libro yo agregué los correos electrónicos que me escribió 'Don Berna'.

(El siguiente es el apartado del libro que presenta los e-mails entre María McFarland y Diego Fernando Murillo Bejarano, alias 'Don Berna': “Reciba un cordial saludo, sobre Pedro Juan Moreno, lo conocí personalmente ya que era un asiduo visitante de los campamentos de las Auto Defensas, concretamente de un sitio llamado 21 donde funcionaba el cuartel general de Carlos Castaño. Él era uno de los consejeros de dicho comandante. La muerte de él fue producto de un saboteo al Elicoptero (sic) donde se movilizaba. Acción llebada (sic) a cabo por órdenes de Uribe”).

También existen dos columnas de Daniel Coronell referentes al tema. En la primera él describe eso (la grave sindicación del líder paramilitar en la que relaciona la muerte de Moreno con el exmandatario). La segunda tiene que ver con una retractación de ‘Don Berna’ en una carta notarial desde la cárcel en la cual dice que todo era un chisme. Lo cual es mentira. 

Por eso yo le pasé todos los correos electrónicos a Daniel para que viera que ‘Don Berna’ nunca sugería que era un chisme y, al contrario, cuando yo le pregunté a 'Don Berna' cómo podía verificar todo esto, él me dijo algo así como: "En el mundo de la ilegalidad hay muchas cosas que se conocen pero no se pueden comprobar, es como cuando un policía te pide un soborno no te va a dar un recibo". 

¿Por qué 'Don Berna' se retractó?

Eso se lo tendría que preguntar a él. Pero es impresionante que una persona que voluntariamente me dijo todo esto, después, de la nada, se retracte con carta notarial y en un estilo formal totalmente distinto al que usa para escribir los correos. 'Don Berna' debe tener intereses por fuera de Colombia todavía y supongo que habrá pensado que le conviene de alguna forma retractarse. 

Volvamos a la figura de Valle. ¿De qué manera sacudieron sus investigaciones a la Gobernación de Antioquia presidida por Uribe?

No sé si las sacudieron. Lo que es claro es que Valle era una figura muy reconocida y apasionada que, con el tiempo, cada vez más, estaba denunciando con intensidad cosas que eran negadas por las instituciones, sobre todo los vínculos entre los paramilitares y los militares. El entonces gobernador Uribe era alguien que minimizaba dichas relaciones. 

En el libro hay un testimonio de una persona (no se indica el nombre) que dijo estar presente en una reunión entre Valle y Uribe en noviembre de 1996, en la cual Valle le habla al exgobernador sobre los vínculos entre los militares y los 'paras' en Ituango. 

Según el testimonio de la persona presente en dicho encuentro, Uribe habría llamado al comandante de la Cuarta Brigada del ejército (Alfonso Manosalva) para decirle que Valle estaba haciendo “falsas imputaciones” y que ameritaba hacerle una demanda o denuncia por difamación. 

¿A qué se debe que una parte de la sociedad colombiana se niegue a reconocer el daño del paramilitarismo en el país, un fenómeno que ha producido unas 95.000 muertes (más del doble que las guerrillas) desde 1958, según el Centro Nacional de Memoria Histórica?

Yo creo que hay sectores de la sociedad colombiana que sí se han enfocado en el tema del paramilitarismo. A su vez, durante muchos años este fenómeno ha sido algo que grupos muy importantes e influyentes de Colombia, tanto dentro del Estado como por fuera, han apoyado. Eso significa que a esas mismas élites les interesa esconder la verdad. Obviamente lo paramilitares mismos han amenazado y a veces comprado el silencio y la impunidad. 

Hoy en día esos paramilitares o sus herederos todavía tienen mucha influencia. Este no es un país en el que haya terminado el conflicto armado, o la violencia, o la corrupción. Estamos hablando de supuestas transiciones en medio de una guerra y eso significa que no existe espacio aún para que salga toda la verdad. 

Pero más allá de esos grupos de poder que quieren ocultar la verdad, ¿cree que en la sociedad colombiana hay una inclinación por la extrema derecha que justificó, de algún modo, el accionar paramilitar?

Eso es difícil de decir. Yo creo que hay sectores de la sociedad que, por supuesto, apoyaban el paramilitarismo o que por lo menos no quisieron enterarse de lo que estaba pasando y para quienes era mucho más cómodo hacerse los de la vista gorda porque lo que más les preocupaba era poder ir a sus fincas los fines de semana. En ese entonces, les preocupaba la guerrilla, pero no les interesaba tanto que los paramilitares masacraran a unos campesinos o a personas en barrios marginales. 

Pero no es justo decir que eso sucede en toda la sociedad colombiana. Hay sectores que obviamente padecieron las atrocidades del paramilitarismo y sí se han preocupado. Son grupos de personas que muchas veces fueron silenciados e intimidados. 

También creo que en todas las sociedades que están en guerra durante mucho tiempo existe una tendencia a no querer ver las cosas horribles que suceden. Ahí surge el contexto de la negación colectiva.

Por Agencia Anadolu

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