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Autopublicar durante la pandemia

Parece que el tiempo se hubiera detenido, pero no. Dentro de casa, a pesar de la inercia de la rutina o quizá para combatirla, las manos siguen haciendo, escribiendo, dibujando. Así, en medio de la pandemia, se siguen publicando libros y, lo que me resulta bastante atractivo, hay una tendencia por sacar autopublicaciones.

Juliana Muñoz Toro
17 de julio de 2020 - 03:03 a. m.
Imagen del libro “Sombra”, de Marcela Quiroz.
Imagen del libro “Sombra”, de Marcela Quiroz.
Foto: Marcela Quiroz

Las que conozco tienen en común ese deseo por conectarnos, por compartir eso que todos de alguna forma estamos pasando. Son libros objeto, libros tesoro. Libros de pocos ejemplares porque son hechos casi por entero a mano, que no buscan ser masivos, sino exclusivos.

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Marcela Quiroz (@doreymi_) se decidió a terminar un libro que había escrito el año pasado, en otras tormentas, y que estuvo dibujando durante la cuarentena. En sus redes documentó el proceso de Sombra poniendo sellos y ramas, pegando hilos o lágrimas de papel. Son instantes manuales y delicados con los que entendemos que el libro es algo más: se mueve, aletea. Es algo que no se puede reproducir a gran escala: “Una sombra tras otra siguiendo a un día extraño y silencioso”, dice la autora. En Sombra se juega con los contrarios porque cada cosa no es solo luz o sombra, lo que está adentro y lo que está afuera están unidos por un hilo para formar el todo que somos.

Isabel Gómez Machado (@laquebranta) publicó La cajonera: “Dibujos y palabras que fueron saliendo del encierro y de ver a mis vecinos existiendo a medias”. Esta historia aborda la consciencia sobre la rutina. Hay una tensión entre el hastío y la resignación, y la única forma de escape es tratar de ver la vida de los otros: “Nadie en el edificio del frente / se asoma por la ventana. / Pero se van dejando ver entre sus cosas”.

La aproximación de Dipacho (@dipacho) fue la de crear el juego de mesa Pajaritos, basado en el libro de su autoría Dos pajaritos. Contiene objetos artesanales como pájaros de madera pintados a mano, huevos y hojas en porcelanicrón y bolsas de tela cosidas por su mamá. Es un juego de estrategia más que de azar en el que cada partida es la posibilidad de contar una historia colectiva y única. Hacer esto, cuenta el autor, fue un reto, ya que en Colombia no hay casi editoriales de juegos de mesa, y por eso se decidió a publicarlo por su cuenta.

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En el caso de la editorial Azul de Bolsillo (@azuldebolsillo) no solo se le apuesta a lo manual, sino que también lo promueve. Esta cuarentena lanzó un pequeño kit de exploración botánica, que contiene un librillo con instrucciones de cómo hacer un herbario ilustrado, conservar plantas y acercarse al dibujo botánico; una prensa botánica, lupa y otros accesorios que invitan a un mirar cuidadoso del entorno e incentivan la curiosidad. Se trata de coleccionar instantes, más que hojas, a volver a lo pequeño.

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