El Magazín Cultural

"Bacurau": redención fílmica e identidad fragmentada

Durante la quinta edición del Bogotá International Film Festival estaremos publicando algunos artículos que se presentaron al taller de crítica cinematográfica. En esta ocasión, presentamos una crítica a "Bacurau", película dirigida por Kleber Mendonça Filho y Juliano Dornelles.

Valentina Giraldo Sánchez
14 de octubre de 2019 - 12:17 a. m.
Kleber Mendonça Filho y Juliano Dornelles, directores de "Bacurau". / Cortesía
Kleber Mendonça Filho y Juliano Dornelles, directores de "Bacurau". / Cortesía

Los implícitos narrativos en la forma de representación de la vida, hacen de la imagen en movimiento una manera de verse a sí mismo por medio de metáforas. Siggfried Kracauer en La redención de la realidad física muestra el valor del cine como una figura de análisis crítico y necesidad hermenéutica para la interpretación ontológica de la vida. Por lo cual, la imagen en movimiento es un vehículo de autodescubrimiento constante, en donde laten los reflejos de las inquietudes sociales en las que se vive. Dirigida por Kleber Mendonça Filho y Juliano Dornelles, Bacurau es un largometraje que nos remite a esta idea de una “redención fílmica” por medio de un arte que además de ser testigo, es verdugo y amigo. El filme, como la vida, es trágica, es sencilla, y al mismo tiempo amablemente violenta.

Entre el conjunto de elementos que componen al largometraje, el uso de la violencia se ubica como columna de la narración a la hora de deshilvanar las preguntas centrales de las dinámicas sociales en Bacurau. De igual manera, y pese a no tratarse de un película con pretensiones estrechamente políticas, Bacurau se narra como una reflexión de lo que se vive en un ahora, es el futuro y la reproducción de la imagen que pretende discutir con un contexto preciso. El contexto del país en el cual se ambienta y el contexto mismo de las personas que nos narran. Por lo cual, y mediados por el hecho de que la imagen narrada en un lenguaje -como el cinematográfico en este caso-, se vuelve argumento y este posteriormente se transforma en discurso, Bacurau es un filme en donde lo personal se vuelve político para hallar los sintagmas que construyen los tejidos de una colectividad.

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La prospección que los directores realizan sobre los pasos de un realismo mágico que resulta en uno trágico, llevan al quiebre de la representación cinematográfica tradicional. Dando camino a una reorientación de lo que se considera como una “distopía” y centrando al relato social como uno de los actores principales frente a los cambios de los mercados simbólicos del arte y como abscisa de la crisis de las identidades políticas en América Latina.

Bacurau, se nos muestra entonces como un largometraje que, de manera sugerente, nos cuenta una historia que pese a estar ambientada en un futuro incierto, responde a dinámicas culturales y sociales de la actualidad. Asimismo, el diálogo que entabla entre un subtexto que funciona en la medida que es crítico y la realidad social en la que esta inspirada la obra fílmica, hacen de la película un espacio de reflexión. Las representaciones de las dimensiones sociales en el arte, responden a una abstracción
simbólica que el mismo artista plantea a través de su mirada. Y en Bacurau, la abstracción funciona como una manera de distanciarnos de la historia para reconocerla en un universo que a simple vista pareciera ficcional. No obstante, y a medida que avanza el largometraje, descubrimos en él elementos que nos retraen a un mundo actual, a unos días que están pasando. En el largometraje vemos a un pueblo que se comporta como protagonista, vemos muchos rostros que resultan en uno, el de Bacurau. Es interesante, entonces, pensar que este abandono a una historia individual responde a la figura misma de la identidad colectiva de las sociedades actuales.

Ahora bien, el desarrollo formal con el que se nos narra el filme sufre un quiebre. Quiebre que, del mismo modo, suscita la fragmentación de las identidades políticas. Cuando a Bacurau llegan los extranjeros, la manera en la que se quiebra y recompone esta figura de “identidad”, nos deja ver que paralelamente hay un quiebre en lo simbólico. La identidad está desbordada y Bacurau mediante sus soluciones narrativas y formales logra expresarlo de una buena manera.

La imagen en Bacurau interpreta, traduce y sustituye por medio de la función simbólica de los espacios y objetos. De igual manera, la cimentación de un cine que se narra por encima de la palabra como elemento central del relato, le permiten hacerce de los poderes simbólicos y materiales de un contexto social actual para narrarlo y abstraerlo en un universo futuro. Por lo cual, la cartografía social que nos brindan Kleber Mendonça Filho y Juliano Dornelles, edifica los pilares de la inestabilidad de las
relaciones sociales y la represión política contemporáneas. La angustia se presenta como una reflexión de forma y contenido. La imagen, es entonces el discurso donde se cuestionan y ponen en debate entas abstracciones hechas a la realidad experimentada.

Bacurau es una efigie del quiebre de la identidad política cuando la represión impera, de una redención que me muestra de frente en un espejo roto nuestra colectividad y la descomposición de nuestros tejidos sociales. Mimetizamos la realidad porque no la soportamos, y este largometraje mimetiza una actualidad que es muy bien discutida por medio de la distancia temporal que nos propone narración. Es un ahora.

Por Valentina Giraldo Sánchez

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