Bobby Fischer quería jugar ajedrez. Su primer juego se lo había regalado su hermana Joan, a finales de los 40, cuando él apenas tenía seis años. Él quería ser campeón del mundo. Sólo eso.
Foto: Bundesarchiv
Por Fernando Araújo Vélez
De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.Faraujo@elespectador.com