El Magazín Cultural

Chuck Berry: la leyenda ahora es eterna

El músico estadounidense, uno de los pilares del rock and roll, murió en Missouri a los 90 años.

JUAN CARLOS PIEDRAHÍTA B.
20 de marzo de 2017 - 02:00 a. m.
Chuck Berry, cuyo verdadero nombre es Charles Edward Anderson Berry, tuvo una actividad fructífera a finales del 50 y comienzos del 60. / Afp
Chuck Berry, cuyo verdadero nombre es Charles Edward Anderson Berry, tuvo una actividad fructífera a finales del 50 y comienzos del 60. / Afp

Chuck Berry hizo propia la innovación. Cuando todas las puertas se le cerraban por ser afroamericano y por no tener el dominio preciso de la guitarra, él comenzó de manera autodidacta y con la ayuda de libros prestados a diseñar el camino para dominar las cuatro cuerdas de su instrumento. Así fue como se dejó tentar por la música, con una guitarra a la que le faltaban dos cuerdas, hecho que vio más como una oportunidad que como un obstáculo.

Con el instrumento imperfecto pero con sus capacidades en pleno, Chuck Berry, cuyo nombre real era Charles Edward Anderson Berry, empezó a imprimirles su condición a las manifestaciones cercanas al blues y al swing. De oído y con la disciplina que siempre lo caracterizó por ser hijo de Martha Berry, una maestra de escuela, sacó los acordes del tema Conffesin’ the blues, original de Jay McShann, que se escuchaba en la radio de la época.

El primer público que aplaudió las intervenciones musicales de Berry en su natal San Louis, Missouri, era la gente que visitaba con frecuencia los bares y cantinas del lugar. Con instrumento en mano y una pequeña maleta en la espalda, recorría lugares nocturnos para presentarse en compañía de la banda Sir John Trio, agrupación a la que llegó a hacer un reemplazo y, muy pronto, se quedó con el rol titular.

El líder de la agrupación era el pianista Johnny Johnson, pero todas las miradas estaban siempre sobre el guitarrista. Berry, como si se tratara de un imán, era quien atraía la admiración y el respeto a mediados de la década del 50. Los comentarios y las habladurías de las personas que lo veían sobre el escenario provocaron, incluso, el cambio de nombre de la banda. De llamarse Sir John Trio y registrar números interesantes en locales nocturnos, el colectivo pasó a recorrer escenarios mediados de Missouri bajo el nombre de Chuck Berry Combo.

Las versiones de temas interpretados por sus artistas favoritos, muchos de ellos afrodescendientes también, fueron el primer repertorio que tuvo a la mano. Nat King Cole, pianista y cantante; y Muddy Waters, cantante, guitarrista y uno de sus grandes maestros, alimentaron de manera considerable el catálogo de Berry para sus presentaciones en vivo. A pesar de ser piezas ajenas, este músico siempre trataba de imprimirles su estilo y exhibir lo mejor de los géneros que más dominaba: el boowie-woogie, el blues y el swing.

Por sugerencia de Waters, a quien conoció cuando realizaba una serie de presentaciones en Chicago, buscó la manera de perpetuar su nombre en trabajos discográficos de larga duración. Ya tenía el suficiente kilometraje en vivo para pensar en que sus discos podían ser comercializados sin problema y llegó hasta la puerta de Leonard Chess, propietario de Chess Records, cuya especialidad era la música con fuertes influencias negras. Chuck Berry sostenía con una mano una cinta de carrete abierto grabada de forma aficionada, mientras que con la otra saludaba al empresario. El registro consignaba piezas de blues, pero la que más llamó la atención a los directivos de la firma fue Maybellene, uno de sus grandes clásicos.

Lo que vino después para el músico fue una andanada de éxitos sin medida. Entre 1955 y 1959 la fortuna le sonrió, así como las cifras y los aplausos. Sencillos como Thirty days, No money down, You can’t catsh me y Roll over Beethoven fueron preparando el terreno para la aparición de su primer álbum en estudio, “After School Session”, con el que comenzó a proponer el nuevo sonido del denominado rhythm and blues (R&B).

Faltaban todavía dos temas de inmensa divulgación antes de terminar la década del 50. El sencillo Sweet little sixteen y la canción Johnny B. Goode, compuesta a manera de homenaje al pianista Johnnie Johnson, el primer músico que lo dejó tocar a nivel profesional, consolidaron la fama de Chuck Berry en América y Europa. Las manifestaciones con raíces africanas, mezcladas con elementos tradicionales de Estados Unidos, provocaron un fenómeno muy pocas veces visto en el ámbito de la música popular. Para ese entonces, Berry no era solo un artista, era un estilo.

La exhibición permanente lo llevó a todas parte, incluso lo condujo a la cárcel, donde debió pagar una condena de casi tres años al estar sindicado de tráfico y prostitución de menores. Una admiradora de 14 años le aseguró que ya era mayor de edad, así que él la contrató para realizar un periplo por algunos estados de su país. Las autoridades al revisar la documentación en uno de los clubes nocturnos donde se presentaba Chuck Berry con su banda, encontró que la joven no tenía edad suficiente para trabajar y mucho menos para transitar por lugares con esas características.

Su ausencia, sin duda, fue aprovechada por artistas del Reino Unido que llegaron a conquistar los oídos estadounidense. Los Beatles, The Animals, Los Rolling Stones y The Yarbirds, banda comandada por el guitarrista Eric Clapton, fueron algunos de los músicos europeos que sonaban en ese entonces con insistencia en los medios masivos. Todos ellos, unos de manera más directa que otros, reconocieron la influencia de Chuck Berry en sus creaciones e interpretaciones. El R&B fue el eje temático y sonoro del rock en todas sus aristas.

Lo que hizo Berry en las décadas siguiente fue reforzar su nombre como pionero del rock and roll. Estableció alianzas artísticas con músicos tan diversos como Miles Davis, Aretha Franklin, la banda Fleetwood Mac y Bruce Spingsteen para darles nuevos aires a sus temas clásicos. Se concentró en la realización de presentaciones en vivo y en directo, escenario en el que siempre se sintió cómodo, y se encargó de reposicionar las canciones que a finales del 50 y comienzos del 60 lo ubicaron en los primeros lugares de preferencia en las radios de occidente.

Chuck Berry tenía 90 y la intención de grabar un disco con temas inéditos. Hijos y nietos lo respaldaban en esa empresa pero la muerte lo sorprendió el sábado 18 de marzo en su casa de St. Charles, en Missouri.

“Dentro del hogar, paramédicos encontraron a un hombre inconsciente a quien le administraron técnicas para salvarle la vida. Desafortunadamente, el hombre de 90 años no pudo ser revivido y fue declarado muerto a la 1:26 p.m.”, expresa el reporte oficial. Lo que no dice ahí es que este artista, ahora pasa a ser una eterna leyenda del rock and roll.

 

Por JUAN CARLOS PIEDRAHÍTA B.

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