Las acuarelas realizadas durante la Comisión Corográfica (liderada por Agustín Codazzi entre 1850 y 1859 en la Nueva Granada); los 1379 volúmenes del Fondo Pineda (que incluye documentos desde 1760 hasta 1792) y otros tesoros bibliográficos que incluyen incunables de mediados del siglo XV, son algunos de los documentos únicos que podrán ser digitalizados gracias a la donación de 1 millón de dólares que hace a la Biblioteca Nacional el gobierno coreano a través de su agencia Koica.
Con la presencia del Embajador de Corea Hong Seong Hoa, la Ministra de Cultura, Paula Moreno, el director de Acción Social, Diego Andrés Molano Aponte y de la directora de la Biblioteca Nacional, Ana Roda Fornaguera se hará oficial hoy este acuerdo de cooperación que además de equipos incluye valoración y capacitación para lograr digitalizar y conservar los archivos.
“Tras el detallado análisis técnico de la comisión coreana, ahora tenemos una ambiciosa hoja de ruta que llevará a la Biblioteca Nacional a prestar servicios acordes con su época y su envergadura” afirma Ana Roda, quien aspira a que, a través de la digitalización, todos los documentos puedan ser consultados en línea desde cualquier rincón de Colombia.
Hasta mediados de los años 90, la biblioteca Nacional servía junto a la Luis Ángel Arango como única opción de consulta para estudiantes, las colas de muchachos recorrían la calle 24 desde la carrera 5° hasta la 7°. Con la creación de las bibliotecas distritales y de bibliored, la Nacional recuperó su naturaleza encaminada más a la consulta de archivos por parte de investigadores. Entonces, por un mal titular de prensa que así lo anunciaba, se creyó erróneamente que había sido cerrada al público, pero lo cierto es que es y sigue siendo uno de los centros más importantes de consulta documental, además de estar a la cabeza de la red nacional de bibliotecas.
Con esta donación se concluye la primera etapa de un proyecto ambicioso que pretende digitalizar todos los archivos y permitir que existan en la red. No se trata sólo de permitir la consulta a través de la Internet, sino de preservar aquellos documentos que por su antigüedad no podrían estar expuestos al público de manera constante.
Así se trabaja en doble sentido a favor de la preservación del Patrimonio y de su difusión pues es tan importante que exista como que se conozca. Como concluye Roda, “el poder de la palabra merece ser preservado, mantenido y difundido, pues en él residen nuestras convicciones, contradicciones y creencias más profundas”.