El Magazín Cultural

Danzando con el universo

El primer Encuentro Internacional de Expresiones Artísticas Ancestrales de Comunidades Indígenas y Afrodescendientes de Colombia y Asia, del 8 al 14 de marzo.

Manuela Cano Pulido
11 de marzo de 2019 - 01:00 a. m.
Imagen de una de las milenarias danzas que se recrearán en el Encuentro Internacional de Expresiones Artísticas Ancestrales.  / Cortesía
Imagen de una de las milenarias danzas que se recrearán en el Encuentro Internacional de Expresiones Artísticas Ancestrales. / Cortesía

Lo llamaban el hijo del sol. Había nacido en las entrañas de la Amazonia, de una dulce mujer virgen. Tenía unos poderes tan grandes como los de su padre, y lo llamaban Yuruparí. Yuruparí, el dios de la flauta. Flauta de la que nacían los cantos, las danzas, el arte que aún hoy bailan y resuena en las profundidades de la región amazónica. Él y su flauta nacían en un contexto donde las mujeres imponían las reglas, donde las mujeres tenían el máximo poder, pero Yuruparí quería revolucionar el mundo al que llegaba. Después fueron guerras, fue revolución, fue cambio. Las mujeres, aferradas al mandato, buscaban resistir, pero ellos, con la flauta, no desistirían. Y sus luchas se convertían en danzas, sus movimientos bruscos eran arte.

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Unos años antes, y en otro lejano continente, otro dios con otra flauta haría danzar a los habitantes de la India. Se trataba de Krishna, el dios hindú de la danza. Llegaba a un lugar donde también las mujeres reinaban, pero esta vez su flauta no sería sinónimo de exterminio, sería, más bien, un aliento para el amor. Los poderes mágicos de Krishna, con el dulce canto de su flauta bajo la Luna llena, le permitirían multiplicarse y así convencer a todas las jóvenes de la aldea de que él bailaba exclusivamente con ellas. Ese engaño derivaría en las aún vigentes danzas clásicas de la India.

Así, aunque separados por mares, montañas y continentes, las dos historias, tal como dice Brenda Polo, directora de Manusdea, asociación de antropología escénica, tienen increíbles convergencias.

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Las dos muestran a un dios anunciado por una profecía, las dos cuentan el origen de unas danzas, las dos narran la historia de la llegada de un hombre a una época matriarcal. Y lo que es más importante: las dos derivaron en ritos, bailes y expresiones culturales que hoy en día se constituyen como saberes milenarios.

A estas y a otras conclusiones ha llegado la asociación mediante una investigación profunda desde la antropología escénica y los estudios comparados de los mitos entre los indígenas colombianos y de algunos pueblos asiáticos de la India e Indonesia. Ahora, todos estos derivan en el primer Encuentro Internacional de Expresiones Artísticas Ancestrales de Comunidades Indígenas y Afrodescendientes de Colombia y Asia, que se desarrollará del 8 al 14 de marzo en las instalaciones de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

Este primer encuentro buscará un intercambio de saberes tanto ancestrales como artísticos entre los grupos indígenas y afrodescendientes de Colombia y los artistas provenientes de Asia. De manera que, a lo largo de la semana, se reunirán sabedores de las comunidades indígenas de Colombia, junto con maestros provenientes del continente asiático, no solo a conversar sobre la importancia de los mitos, la danza y el arte para estas culturas, sino también a ejecutar sus danzas más tradicionales. Es por esa razón que el certamen constará de cuatro componentes principales: los conciertos y performances de danzas ancestrales, las mesas de sabiduría ancestral; los semilleros de danza, cantos ancestrales, tejido y memoria, pintura corporal, y la feria de emprendimiento con sentido social.

“Encontramos la necesidad de preservar todo este saber ancestral que reúne la danza y el ritual como parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de los pueblos”, dice Brenda Polo, reafirmando la importancia que tiene este tipo de eventos, sobre todo en el caso de Colombia, donde todas estas expresiones han tenido como enemigo constante al conflicto armado. Además, afirma Polo, estas “vienen de unos orígenes ancestrales milenarios, han viajado generaciones por generaciones y tienen unos saberes que no pueden desaparecer”.

Las danzas, los cantos y las expresiones artísticas son algunos de los cimientos más importantes de las culturas indígenas. Hacen parte de ellos, de sus cuerpos, de sus comunidades, de su tradición. Es por eso que, como dice la directora del Manusdea, los sabedores de las mismas comunidades dicen que “el día en que desaparezcan estas danzas y estos cantos la humanidad como humanidad desaparecerá”.

El encuentro pretende ser transgeneracional. Se espera que puedan asistir niños desde los siete años hasta adultos mayores, para que todas las edades puedan familiarizarse con dichos saberes milenarios. Por lo que se trata de que, en las mesas de diálogo, los sabedores y los especialistas en la cultura expongan “cuál es la importancia de estos mitos, de estos ritos, del territorio en que se dan. Porque cuando estamos hablando de danza, estamos hablando de territorio, hablamos de medio ambiente, hablamos del río, de la selva”, dice la directora.

Como el evento se ocupa de la danza y del movimiento, busca que no solo se quede en la escucha ni en el diálogo verbal, sino que también los asistentes “van a poder vivenciar (las danzas), con los maestros de la India e Indonesia, con los maestros afrocolombianos y con los sabedores de las comunidades indígenas”.

Se trata de comunicarse con ese lenguaje universal de la danza, que trasciende la palabra, ese que, como dice Polo, “es una fuerza que te conecta con todas las instancias del universo”. Una fuerza que será capaz, por ejemplo, de que un mito tan colombiano como el de Bachué pueda ser representado desde las técnicas milenarias de las danzas clásicas de la India. Por otro lado, el certamen, apoyado por el Ministerio de Cultura, las embajadas de la India e Indonesia en Colombia, además de diversas comunidades indígenas del país, abrirá un espacio especial para los niños, para que ellos puedan interactuar con los ancianos sabedores, pero que también puedan mostrar sus propias experiencias con los ritos y los mitos.

También las mujeres tendrán su espacio: una mesa de sabiduría femenina. Una mesa donde mujeres sabias, centrales en las culturas de sus comunidades, puedan hablar de cómo la mujer puede resignificar su cuerpo atravesado por la constante violencia del país. El evento busca que el diálogo de la palabra y del movimiento sea la base de la construcción de reivindicaciones, y memoria de estas culturas milenarias.

Por Manuela Cano Pulido

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