El Magazín Cultural

De la capilla de Miguel Ángel a la Bienal de Shanghái

El artista colombiano Miguel Ángel Rojas participa en la Bienal de Shangai, evento que este 2018 revisa especialmente la escena visual latinoamericana. El Espectador visitó su taller en Bogotá y habló con él, durante la creación de la obra que exhibe en este certamen internacional. 

Daniel Grajales Tabares
16 de noviembre de 2018 - 11:22 p. m.
Nuevo Dorado, una serigrafía con mambe, pigmentos y hojilla de oro, con dimensiones de 4 x18 metros, del artista Miguel Ángel Rojas.  / Cortesía
Nuevo Dorado, una serigrafía con mambe, pigmentos y hojilla de oro, con dimensiones de 4 x18 metros, del artista Miguel Ángel Rojas. / Cortesía

Ya dirán los vecinos que el artista colombiano Miguel Ángel Rojas tiene cultivos ilícitos en su taller en Chapinero. Y tienen razón: el creador estuvo trabajando con coca, porque sus creaciones Nuevo Dorado (2018) y Economía salvaje (2018), dos murales con los que participa en la Bienal de Shanghái, inaugurada esta semana, fueron creados con mambe, con la hoja sagrada-malvada, dando como resultado obras de gran formato que viajaron al otro lado del mundo, a uno de los eventos más importantes de la escena visual, para plantear cómo la producción de riqueza cuesta destruir culturas, tradiciones ancestrales, recursos naturales. 

Nuevo Dorado (2018) es una serigrafía con mambe, pigmentos y hojilla de oro, con dimensiones de 4 x18 MT.; mientras que Savage economy (2018) fue hecho con arcillas, mambe, pigmentos y hojilla de plata (4 x15MT). Rojas trabajó con hojas de mambe secas, que han perdido el color verde, las cuales molió a máquina y cernió como base pictórica, ayudado con pigmentos dorados. Con ellas plantea una reflexión sobre la ecología, cuando el mundo necesita pensar en ello, dando así un testimonio de las problemáticas de su momento, buscando cuestionar, gritar.

"El tema de la Bienal son las diferencias, por ello mi obra de 18 metros de ancho por cuatro de altura, agobia por el material, por el mambe que cubre las paredes, en el caso de Nuevo Dorado (2018) hice un mapa del departamento del Amazonas, dibujado en hojilla de oro”, apunta el creador colombiano, quien plantea que, aunque “las nuevas generaciones hacen un arte desprendido de temática social, refinadísimo”, hoy poco de la escena nacional tiene la “fuerza del arte anterior", el de su generación, que inició en la década de 1970. Así, el colombiano llevó a Shanghái una obra que piensa que "el mundo está lejos de estar en paz, de ser perfecto”, hablando desde su producción plástica, así sea de manera formalista, de cómo “construir un mundo mejor”. 

“En la base del artista, creo yo, siempre debe haber un descontento con el estatus quo, ganas de dar una respuesta al mundo, a través de su arte". 

En esta Bienal, curada por el mexicano Cuauhtémoc Medina, con la comisaria colombiana María Belén Sáez como invitada, Rojas deja claro que, definitivamente, es un artista conceptual, defendiendo la tesis de que "es importante la autoría, porque las ideas, así se realicen a través de un equipo humano, pertenecen a una persona". Es que, como ha dicho la curadora María Wills, este autor se interesa por "las tensiones entre opuestos como el dólar y la coca, toca los contrastes sociales entre la riqueza excesiva y la tremenda pobreza”, busca la belleza y la dureza, la luz y la oscuridad.

Luego de inaugurar en Shangai, el artista viajo a una cita pendiente con Houston (EE. UU.), donde exhibe sus creaciones en la galería Sicardi. Además, la galerista colombiana Catalina Casas lo invitó para que vuelvan a trabajar juntos, en ese interés que tiene ella de revisar las obras de los maestros del país desde su espacio Casas Riegner. 

Viaje a la Capilla de Miguel Ángel

En la capilla de Miguel Ángel Rojas (Bogotá, 1946), el techo tiene cada segundo una forma diferente, cual apología a la belleza de la Capilla Sixtina y los trazos de su homónimo Michelangelo Buonarroti. Su refugio es cultivo de paz interior, respeto por la tierra, silencio. 

El Miguel Ángel colombiano eligió que el cielo pudiera verse, que la luz natural fuese la bendición principal del recinto, ubicado en la localidad de Chapinero, donde, desde cualquiera de sus tres pisos, se aprecia cómo las nubes van haciendo figuras a su antojo, gritando que la única religión en la que se debe creer es en la naturaleza. 

Y así lo piensa el artista. Sentado en una mesa de madera clara, con un sombrero de paja blanco, con cintilla negra, acepta con orgullo sus orígenes campesinos como la principal magia de este lugar, un oasis en el que la vegetación parece haberse devorado el cemento, tanto así que se atreve a decir que el lugar "es como taller, aunque más que todo es jardín". Su madre, Aura, siempre tuvo un gran gusto por la naturaleza, ella le enseñó "a amar las plantas"; su padre, Alcibíades, "fue un campesino maravilloso que se formó y nos formó a todos, siempre fue un enamorado de la tierra". 

La casa donde hoy está su taller la heredó hace cinco decenios, aunque fue su dueño desde mucho antes. Entre esas tapias creció, hasta que su familia huyó aturdida por la violencia. Regresaron después, en los inicios de su adultez, y, quizás por eso que llaman destino, desde allí hoy espera seguir esculpiendo su carrera, mientras el paso de los años marca su piel blanca, diciendo que se ha consagrado como uno de los creadores contemporáneos más destacados de la plástica nacional.

"Esta es la casa en la que yo nací, la heredé y la he ido trabajando. Vivimos aquí hasta después del 9 de abril, que fue muy duro para nosotros. Nos fuimos a Girardot, donde mi padre tenía otros negocios, y allá viví hasta los 11 años. Luego volví para estudiar en San Bartolomé de la Merced, interno, a los 12 años; hice todo el bachillerato y entré a la universidad, mientras ello la casa estaba arrendada y tomamos un apartamento en La Soledad, para después volver... tenía ya 25 años. Con el tiempo nos fuimos al apartamento en La Macarena, donde sigo viviendo, y decidí que este sería mi espacio sagrado".

Su estudio no solo fue el espacio en el que conceptualizó y capturó su David (2005), una serie fotográfica de gran reconocimiento, ícono del conflicto en Colombia, en la que un soldado mutilado de una pierna se aprecia al mejor estilo del David (1501) de Miguel Ángel Buonarroti; recuerda con aprecio que desde este taller también dio vida a las bases de su exitosa instalación Grano (1981), en la que simuló las baldosas de su casa en Girardot, usando solo polvo de colores. Sus collages también los vio surgir allí. 

El taller tiene todavía el cuarto oscuro en el que reveló muchas de las fotos que le capturó desde finales de los años 60, además del gran archivo que sirvió para que la investigadora Ximena Gamma se encontrara, por casualidad, con la serie Esquina rosa, que da título al foto-libro que publicó recientemente Jardín Publicaciones, presentado en una galería de la ciudad y vendido en Artbo, en la sección Libro de Artista. “Las imágenes habían permanecido ocultas en unas carpetas negras durante más de treinta años. Cuando le pregunté por qué no las había hecho públicas, no me dio ninguna razón específica y tan solo recordó que, durante esas tres décadas, había insistido en que esas fotografías no eran perfectas y que algunos de los negativos habían sufrido daños en el proceso de revelado”, cuenta Gama en la obra, que deja en evidencia la mirada contracorriente del creador, así como una radiografía de los setenta en el país.

-Maestro-, para terminar, una pregunta: ¿qué quiere que pase ahora con su carrera?

"Seguir trabajando, teniendo ideas y espacios. Se pueden tener buenas ideas y se ahogan sino tienen el impulso de un compromiso, es bueno que el artista se comprometa con los espacios que se le ofrecen en el tiempo, con lugares para desarrollar las ideas, quiero que la obra tenga repercusión suficiente para que siga siendo estimulada". 

 

Por Daniel Grajales Tabares

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar