El Magazín Cultural
Publicidad

De la literatura y las gambetas de Eduardo Galeano

A 78 años del nacimiento de Eduardo Galeano, recordamos una de las pasiones a las que siempre le dedicó un espacio importante en su vida y en su obra: el fútbol.

Andrés Osorio Guillott
04 de septiembre de 2018 - 01:26 a. m.
Eduardo Galeano escribió "El fútbol a sol y sombra" en 1995. Su última edición incluye relatos e historias del Mundial de Brasil 2014.
Eduardo Galeano escribió "El fútbol a sol y sombra" en 1995. Su última edición incluye relatos e historias del Mundial de Brasil 2014.

A Galeano  siempre le importó el buen fútbol. Y el buen fútbol se refiere a las grandes jugadas tácticas, a los lujos inesperados de los jugadores diferentes, a las genialidades individuales y colectivas provenientes de mentes prodigiosas y cuerpos hábiles. Siempre puso por encima la estética y el buen trato al balón. Jamás le importó que esos instantes excepcionales fueran de equipos distintos a su amado Nacional de Uruguay o a su querida y siempre aguerrida selección charrúa. Siempre aplaudió las jugadas sorpresivas, esas que reflejaban talento, disciplina y magnificencia. No importaba que fuera Antonio Pacheco o Julio César Abbadie. Si era de Peñarol, de Boca, de Colo Colo, igual Eduardo Galeano estaría siempre expectante. Gozaba del fútbol siendo hincha pero no siendo fanático. Inclusive se declaraba como mendigo del buen fútbol, pues consideraba que en la actualidad escaseaban los magos que sacaban de la nada una jugada que exaltara el espectáculo y que adornara la cancha con una gambeta que iniciara el carnaval.

La relación de Eduardo Galeano con el deporte más popular del mundo siempre estuvo cercada por la literatura. La pasión de escribir con la pasión de gritar un gol, o mejor de gritar el orgasmo del fútbol como él lo llamaba, impulsó su pluma, su narrativa y su aliento constante para escribir y observar la vida desde una gradería y no siempre desde el escritorio donde tomaba mate.

En una entrevista que le realizó El Gráfico el 29 de agosto de 1995, Galeano afirmaba que “el fútbol es el espejo del mundo” y que “el fútbol es una parte fundamental de la realidad, siempre me pareció muy indignante que la historia oficial ignorara esa parte de la memoria colectiva que es el fútbol en países como los nuestros, como el tuyo y como el mío. Los libros de historia del siglo veinte nunca lo mencionan, jamás, no existe; y ha sido fundamental para la gente de carne y hueso. ¿Cómo que no existe?”.

Puede leer: Eduardo Sacheri: “En el fútbol vivís perdiendo, morís, y eso es la tragedia”

En el libro “El fútbol a sol y sombra” (Siglo veintiuno editores), el escritor uruguayo relataría, precisamente, los mundiales de fútbol a través de la historia. Con una introducción en la que situaba a cada campeonato en un contexto político, social y cultural, el autor lograba hilar los momentos más icónicos del fútbol con las épocas más complejas de los gobiernos a nivel mundial. Tanta fue la genialidad que hubo espacio para mofarse de la conspiración que rondaba sobre el derrumbe del gobierno de Castro en Cuba a través de los años. Al final de cada contexto y antes de entrar de lleno en las anécdotas de la pecosa, Galeano escribía “Fuentes bien informadas de Miami anunciaban la inminente caída de Fidel Castro, que iba a desplomarse en cuestión de horas.”

Leer “El fútbol a sol y sombra” y “Cerrado por fútbol”, este último como un libro póstumo que reúne anécdotas y relatos curiosos del escritor alrededor del fútbol, es sentir que también se tuvo el honor de tomar una cerveza con él mientras en la televisión se transmitía un nuevo partido de Nacional de Uruguay o de las eliminatorias al Mundial, esas que demuestran que las grandes estrellas que vemos en Europa son de sangre latinoamericana, que las luchas y los roces en la cancha cada vez son más latentes en un fútbol que se juega con la piel y que pocos juegan con la cabeza.

A jugadores extraordinarios y portentosos como Zico, Pelé, Didí, Garrincha, Romario, Maradona, Pedernera, Platini, Müller, Cruyff y Hugo Sánchez les dedicó páginas en específico para hablar de su poesía con “la bocha”. También lo hizo con goles de Di Stéfano, Bettega, Martino, Zizinho, Puskas, Meazza, Gento, Rahn, Rincón, entre otros.

Esa pasión popular y masiva que es el fútbol y que Galeano aprendió a promover a través de la literatura fue la que dividía su vida entre el día en el que escribía sobre fútbol y reivindicaba que su rol en la tierra estaba entre las mentes brillantes de las artes y en las noches en que soñaba que tenía la agilidad de Pelé, la perspicacia de Maradona y la genialidad de Cruyff.

Puede leer: Tres años sin Eduardo Galeano

Los bombos y los redoblantes siguen acompañando las gargantas desaforadas que anhelan incesantemente el gol que borre todo desagravio y todo agobio. Los domingos melancólicos del hincha siguen existiendo y la vida sucede mientras esperamos otros 90 minutos de gloria o de desesperanza. Los estadios que Galeano quería que viéramos vacíos para redescubrir el carácter sagrado de los mismos cuando hay ambiente de fútbol siguen esperando que en el césped existan jugadas de fantasía y en las gradas cantos que festejen el buen espectáculo. 

Hoy, después un mes y medio de haber terminado el Mundial de Rusia 2018, y celebrando el natalicio número 78 de Eduardo Galeano, se levanta el letrero que decía “Cerrado por fútbol” y vuelve a nosotros la posibilidad de hablar con el escritor uruguayo sobre los pormenores y los lamentos de los goles que pudieron ser y de las charlas que quedaron en el tintero.

 

Por Andrés Osorio Guillott

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar