El Magazín Cultural

Diario del confinamiento V: Empoderarse de la casa (Tintas en la crisis)

El pasado viernes 20 de marzo empezó la primavera en el hemisferio norte.

Daniela Siara
22 de marzo de 2020 - 04:54 p. m.
El domingo 22 de marzo el presidente de España, Pedro Sánchez, informó que el confinamiento se extenderá quince día más. / Cortesía
El domingo 22 de marzo el presidente de España, Pedro Sánchez, informó que el confinamiento se extenderá quince día más. / Cortesía

 

 En medio de la vorágine del confinamiento, escritura y vida familiar, fui consciente del cambio de estación por un mensaje que una mamá del cole envió al chat de la cooperativa de educación. Era sencillo y sentimental: 

Sonia: Noies, estrenem primavera 

   (Chicas, estrenamos primavera)

Sonia: Us envio records desde la terrassa. La veritat és que gaudir del silenci i el cant dels ocells a una Terrassa de Barna no está gens malament. 

            (Les envió recuerdos desde la terraza. La verdad es que disfrutar del silencio y el canto de los pájaros desde una terraza de Barcelona no está nada mal.)

Sonia: Aquí us envio una cançó… La primavera trompetera dels Delinqüentes

(Aquí va una canción… La primavera trompetera de Los Delinqüentes)

https://www.youtube.com/watch?v=MfILTRB6h4I

Adoro la primavera en Barcelona, es el único momento del año en el que me siento como en Colombia. La temperatura es ideal, ni muy fría, ni muy caliente. Los árboles adquieren ese color verde intenso que tienen los del trópico, saciados de agua y Sol. La naturaleza explota a la vida y las personas también. Gradualmente, con el cambio de vestimenta, la gente empieza a descubrir centímetros de piel al sol. Y las hormonas se revolucionan ante esos regalos de piel blancuzca. 

Si desea leer la primera entrega de este diario, ingrese acá: Diario del confinamiento (Tintas en la crisis)

En mi balcón ya han florecido varias plantas y, como dice mi amiga Sonia, por primera vez estamos escuchando el silencio en la ciudad. Solo en los días de tormenta puedo escuchar el rugir del mar, nuestro vecino lejano. Y ahora tan solo basta con asomar la cabeza en dirección a él para intuir de lejos su balanceo. Incluso nos están visitando pajaritos. Quizás ya frecuentaban nuestra casa antes, pero no nos habíamos dado cuenta. De hecho, nos hemos propuesto construir un comedero para ellos, para ver si así se animan a venir más.

Desde mi ventana he visto que los árboles de la calle se están llenando de puntitos verdes, hojitas incipientes que crecerán a una velocidad desaforada. En menos de un mes, el paisaje de árboles esqueléticos que hemos visto durante todo el invierno será parte del pasado, como sucede con cada día de confinamiento que dejamos atrás. Hoy nos hemos levantado con energías renovadas a pesar de la multa (hemos leído que solo en Barcelona van más de 6 mil denuncias). Después de este crudo encuentro con la realidad exterior, hemos decidido dar un paso hacia delante y nos hemos encontrado con la siguiente etapa de nuestro confinamiento: la del empoderamiento de la casa, el único espacio donde somos completamente libres. El primer acto que hemos emprendido en esa dirección ha sido el de empezar a reorganizar los diferentes espacios para las nuevas necesidades: tele-trabajar, hacer ejercicio y brindar propuestas de entretenimiento para el niño. 

Hemos ido avanzando poco a poco, total, no hay prisa por terminar la tarea. Además, apenas estamos identificando las necesidades para adaptar los espacios. Por ejemplo, a falta de calle, acondicionamos nuestro balcón para poder disfrutarlo en plenitud. Reorganizamos las plantas para tener más espacio y cada mañana estamos colocando nuestra mesita y sillas de camping para tomar el desayuno bajo el sol. Después recogemos todo, el niño necesita dosis de aire libre en ese limbo entre nuestra casa y la calle. 

Si está interesado en leer el segundo capítulo de esta serie, ingrese acá: Diario del confinamiento II: Miedo (Tintas en la crisis)

El siguiente paso fue una limpieza profunda de nuestra habitación. El conjuro de desinfección tenía grandes dosis de cloro a la colombiana y lejía a la española. Todos los objetos decorativos, libros, portarretratos y velas de diferentes tamaños fueron minuciosamente limpiados. Entró una planta del balcón a nuestro lugar de descanso, que ubiqué en una esquina. Salieron muchos de los libros apilados de la mesita de noche. El suelo fue fregado con mimo. Tengo que decir que me sentí orgullosa de verlo brillar, parecía que muchas lucecitas led estuvieran alojadas en los cantos de la madera. Solo rompía el encanto un intenso olor a cloro. ¡Fuera virus malo, ya te lo había advertido, por si acaso estabas escondido entre el polvo de los portarretratos!

Si está interesado en leer el tercer capítulo de esta serie, ingrese acá: Diario del confinamiento III: Cuidarnos y cuidar (Tintas en la crisis)

La siguiente habitación fue el estudio. Antes estaba totalmente colonizado por dos escritorios que lo ocupaban todo. Desbaratamos uno. De todas maneras, no podemos estar los dos trabajando al mismo tiempo, alguno tiene que acompañar al pequeño Martí. El espacio liberado lo destinamos a hacer ejercicio: estiramientos, abdominales, zumba con la ayuda de una youtuber. Ojalá este confinamiento nos convierta en deportistas motivados. Aunque lo veo un poco difícil, es más que nada una declaración de intenciones. Para redondear el espacio hemos añadido esterillas de yoga, un pequeño altar con un buda, una lámpara y una velita que invita a la meditación. Eso se nos da mejor.

De momento vamos ahí, nos faltan la habitación del niño, la de invitados y la sala- comedor. Estoy esperando a que nos surjan ideas creativas para esos espacios, a los que aún no les ha llegado el tsunami de empoderamiento hogareño. Además, creo que tendremos bastante tiempo para decidir los cambios, porque intuyo que esto va a durar más de lo que nos imaginamos… Así que creatividad al poder para la reinvención de la vida, las rutinas, los espacios, las actividades de ocio y los encuentros sociales.

Si está interesado en leer el tercer capítulo de esta serie, ingrese acá: Diario del confinamiento  IV: Pérdida de la libertad (Tintas en la crisis)

 La primavera siempre ha sido para mí el inicio de una temporada de gozo. Días de actividades sociales, de disfrute de la naturaleza, de compartir con la familia al sol. Este año nos toca cambiar el chip a todos, para hacer lo mismo desde casa. Disfrutaremos de encuentros con los amigos y la familia por videoconferencia, cuidaremos mucho de las plantas, haremos comederos para pájaros y percibiremos con detalle la verde transformación de los árboles por la ventana. Pero, lo más importante es que esta insólita situación nos regala la oportunidad de cultivar lazos amorosos con las personas con las que compartimos nuestro hogar y, en definitiva, nuestra vida.

Por Daniela Siara

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