El Magazín Cultural
Publicidad

En el nombre de Dios

En el marco de la edición número 22 de la Muestra Internacional Documental de Bogotá, se proyecta el documental “Lúa Vermella” del director español Lois Patiño. El largometraje estará disponible en formato virtual hasta el próximo 2 de noviembre. La película hace parte de una propuesta curatorial que se pregunta sobre el documental especulativo y las diferentes fronteras entre el ritual, el mito y la narración.

Valentina Giraldo Sánchez
31 de octubre de 2020 - 12:24 a. m.
En "Lúa Vermella", documental español, la duda suspendida ante un abandono sugerido y ante el miedo pareciera abrir un hueco grande en el cual resuena el nombre temible de Dios.
En "Lúa Vermella", documental español, la duda suspendida ante un abandono sugerido y ante el miedo pareciera abrir un hueco grande en el cual resuena el nombre temible de Dios.
Foto: Archivo particular

El largometraje recoge parte de la tradición cultural gallega y lo entreteje en la historia de un hombre que ha sido tragado por el mar y un pueblo que vive en duelo ante la incertidumbre. El relato es un vaivén en donde pareciera que hablamos con un irreal continuo, como si se tratase de asistir a nuestra propia desaparición. Todo es un ir y venir de dudas, creencias, muerte, misterio y tradición.

En el pueblo se especula la existencia de un monstruo en el mar, un monstruo que ha soñado al pueblo mismo y que respira en sintonía con el ritmo de las personas del lugar. Una vez mi amiga Mariana me contó que el nombre de Dios en Hebreo es un nombre impronunciable. El sonido más cercano a la pronunciación es la respiración. En un fragmento de la película un hombre dice: “mi respiración es débil, ya no la siento. Solo siento la del monstruo, todos respiramos a su mismo ritmo que sube y baja como la marea”. Asistir a la experiencia de esta película es habitar en la imagen como si se tratase de un gesto desde el cual compartimos el mismo suspiro cansado, como si fuéramos también soñados por ese monstruo marino. Suspiramos al ritmo incierto de algo oculto, suspiramos el nombre de un dios cuya sombra masculina, vengativa y humana, nos acecha el duelo.

Le sugerimos leer: La eternidad y un día: filme/poema en tributo a la mujer

Cuerpos cubiertos con sábanas, un mar rojo como la luna, espejos desde los cuales reaparecerán los muertos, un barco perdido, un cadáver en la orilla, peces muertos, una roca origen de todo mal, las estrellas como ojos, el sueño, el recuerdo, la liturgia, el mito y el origen. Me pregunto cuál será el espacio necesario para que el nombre de dios suceda. En Lúa Vermella la duda suspendida ante un abandono sugerido y ante el miedo pareciera abrir un hueco grande en el cual resuena este nombre temible. Un hueco que se hace presente en el eco del rugido del mar, del aire denso, un nombre que persiste en los huecos resonantes de los cuerpos atravesados por ese temor sagrado. En Proverbios está escrita la siguiente pregunta: ¿Quién ha recogido el viento en el hueco de ambas manos?, en el texto bíblico se refieren a dios. Dios ha recogido en el hueco de sus manos todo el viento de la tierra y ha puesto en nuestras bocas su nombre. Nos perdemos en el fondo de ese oscuro mar que en la película dialoga con el cielo. Una mujer menciona “el cielo de noche parece un mar negro”. El monstruo nos mira y repetimos su nombre, a su mismo ritmo, que es el ritmo del mar y el ritmo del duelo. Casi imperceptible pero desesperante.

En el génesis, desde el capítulo seis empieza la historia de Noé. En esta parte de la biblia es cuando a dios le pesa haber creado al ser humano, dios dice: “Mi espíritu no permanecerá por siempre en el hombre, porque es de carne. Sus días serán ciento veinte años, a dios le pesa habernos hecho de la tierra y decide juntar todas las aguas para matar la carne que ha nacido de los sedimentos de un suelo oscuro y fecundo. En Lúa Vermella del agua profunda nace el miedo a la fuerza de unas manos que han juntado las aguas para ahogarnos y han juntado los vientos para nombrar. En el murmullo de estos vientos y en las mismas aguas agitadas, navegaron La Niña, La Pinta y La Santa María, nadan las Marauxainas y se mojan los pies las Meigas. Las mismas aguas y el mismo viento se plega, y ese susurro agotado se repite en los espejos cubiertos, los mantos negros y la luna llena que vemos desde este pedazo del mundo.

Podría interesarle: Ángela Becerra: “La palabra no tiene sexo”

A la misma tierra de la que fuimos arrancadas volveremos al pronunciar el nombre de dios una última vez, un nombre que se repite, que se adhiere y que ensombrece en un aire caliente la venganza, la angustia, la duda y el duelo. Volveremos en las dudas que presenta Lúa Vermella, y en el paréntesis a esa respiración pesada de la cual pareciera no nos podemos deshacer. Volveremos en el tiempo circular, fragmentado y repetido a manera de coro que hace posible el ritual de esta película.

Por Valentina Giraldo Sánchez

Temas recomendados:

 

Francisco(82596)31 de octubre de 2020 - 02:37 p. m.
Hola, amigos. "Lúa vermella" significa luna roja.
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar