El Magazín Cultural

“Dunkerque”, ausencias y milagros

El aclamado director británico Christopher Nolan narró por primera vez una historia basada en hechos reales en su nueva película. El resultado fue una obra maestra del cine bélico por la que logró su primera nominación como mejor director.

Camilo Gómez Forero
04 de marzo de 2018 - 10:32 p. m.
“Dunkerque” tiene nueve nominaciones a los premios Óscar que se entregarán el 4 de marzo en Hollywood. / Cortesía
“Dunkerque” tiene nueve nominaciones a los premios Óscar que se entregarán el 4 de marzo en Hollywood. / Cortesía

El 10 de mayo de 1940, el mismo día en el que Winston Churchill asumió el cargo de primer ministro británico, la Alemania nazi comenzó una ofensiva militar en Europa. Primero cayeron Holanda y Bélgica. Luego, en cuestión de días, el ejército alemán acorraló a los soldados franceses e ingleses en Dunkerque (Francia). La derrota era inminente y, por ello, el bloque de los Aliados desplegó un plan para retirar a las unidades restantes en territorio francés y evitar un desastre mayor. De no haberse producido el rescate, el mundo hubiese sido distinto hoy.

La historia de Dunkerque se hizo popular entre los jóvenes ingleses después de la guerra por las anécdotas que se contaron sobre pequeñas embarcaciones pesqueras del Reino Unido que zarparon rumbo a la playa a colaborar en el rescate. Christopher Nolan, inglés de 48 años, contó en su más reciente filme el desarrollo de esa odisea y cómo esa exitosa operación militar, con ayuda de civiles, desembocó en la leyenda conocida como “el milagro de Dunkerque”.

A pesar de las nuevas batallas que se libran, la figura favorita del cine bélico para Hollywood, desde los ochenta hasta hoy, sigue siendo la Segunda Guerra Mundial, y hay por lo menos dos razones para ello. La primera es que al público lo seduce este período y tales historias se vuelven taquilleras. La segunda es que los críticos, al ver un tema tan emotivo y de total fascinación, arrojan una gran cantidad de comentarios positivos.

El cine bélico ha tenido varias etapas y las películas por lo general han sido usadas para diferentes necesidades en un juego sociopolítico y cultural. Por ejemplo, en el período de entre guerras, el cine se caracterizó por mostrar una visión antibélica y pacifista tras las desgracias que dejó la Primera Guerra Mundial. Ya en la Segunda Guerra Mundial, y con Hollywood a la cabeza de la producción cinematográfica, el cine fue usado como medio propagandístico y de reclutamiento para el combate, lo que significó un giro total del pacifismo a la agresividad.

La Guerra Fría tuvo otra necesidad: mostrar que el enemigo seguía ahí, oculto. Mientras que Vietnam exhibió el capítulo más horroroso de la guerra y el realismo crítico del cine sirvió para oponerse a ciertas conductas militares y del gobierno. El conflicto en Oriente Medio, el más reciente de todos, es un reflejo del patriotismo occidental que se intenta vender. Así, el cine siempre ha servido a otros intereses, además de la historia, la cultura y el entretenimiento.

Sin embargo, en medio de la industria que ha sido usada como propaganda hay una corriente diferente desarrollada por directores como Steven Spielberg, primero en La lista de Schindler (1993) y luego en Rescatando al soldado Ryan (1998). En estos dos filmes, en especial el segundo, el director expone la idea del soldado como ser humano y no como mera pieza de combate. Las dos historias apuntan a hacernos sentir el horror de la guerra y emocionarnos con la fortuna de escapar de ella. Y Christopher Nolan logró justo esto y más en Dunkerque.

En su cinta, Nolan narra los momentos cruciales de la operación Dínamo, como se bautizó al rescate de soldados de Dunkerque. Además de ese concepto humanista, se expone un retrato fidedigno del significado de la valentía y la solidaridad. El director inglés, que había escuchado la historia de la extraordinaria operación en distintas ocasiones, puntualizó en detalles para la producción de la obra. Hay que destacar que la película se narró en tres escenarios e intervalos de tiempo distintos, una semana en tierra, un día en el mar y una hora en el aire, que conducían al mismo final. Al entrelazarse, las historias aportaban una impresión del tiempo en la guerra en el que parece no haber un fin.

Pero Dunkerque no sólo es una forma diferente de ver la guerra, sino también de escucharla. Nolan se asoció por sexta ocasión con el compositor alemán Hans Zimmer para ambientar el sonido de la película. Fue una combinación perfecta, pues la música transmite la tensión del combate con el ingrediente esencial del ruidoso sonido de ansiedad que produce la necesidad de una salvación y el fin de la guerra.

Eso sí, la película no está exenta de errores y de polémica, principalmente por algunas precisiones históricas, como suele suceder en este género. Dice Edmon Roch, periodista y crítico de cine, que “todo cine es histórico, pues es fruto de la historia y refleja una realidad determinada… otra cosa es el cine de género histórico”. El gran problema de armar una cinta basada en hechos reales es la encrucijada que tiene el director para incluir en su historia todas las aristas que componen el episodio real. Siempre se quedará algo por fuera, y a Nolan también le ocurrió. Si hay algo que criticarle a la cinta es haber dejado por fuera, en gran medida, a los franceses.

Mientras los ingleses se preparaban para ser evacuados de las playas de Dunkerque, las reservas del ejército francés combatían a los nazis en el frente de batalla para contenerlos y hacer posible la evacuación. Un episodio que se ignoró totalmente en la película. En pleno desarrollo del Brexit, la ausencia de los franceses en el filme histórico del británico Nolan puede reforzar un idealismo erróneo de que los ingleses son autosuficientes y van mejor por su cuenta. El director pudo cometer un grave pecado al inclinarse por una narración patriótica antes que una histórica, aunque puede excusarse en que dentro de la composición de su relato no había cabida para escenas de acción en combate.

Dunkerque destaca dentro del género bélico por su brillante narrativa de mostrar la supervivencia como el eje central de la victoria. Además de enfocarse en la figura de los soldados y los civiles, pues las figuras de Churchill y Hitler, aunque se nombran, no se muestran en ningún momento, deja en un segundo plano las escenas sangrientas comunes en el género. Si bien por esta historia no pararán las guerras, sí se consigue transmitir un gran mensaje antibélico al poner a los soldados de nuevo en el foco de la narrativa y en un papel más humano.

A pesar del tropiezo histórico por la gran ausencia de los franceses, la película tiene una narrativa maravillosa y un sonido que combina a la perfección con los fotogramas de cada escena. La falta de diálogo en la película hace más exhaustiva la sensación de ansiedad que se intenta transmitir. Los personajes, finalmente, son otra composición magnífica: los soldados, por un lado, se sumergen en el dilema del significado del rescate, sobre si es una vergüenza para ellos como hombres o una fortuna completa; mientras que, en las otras historias, se dibuja la valentía que se requiere para sumergirse en el campo de batalla por el rescate de otro, aunque eso pueda significar la muerte.

Sin duda alguna, esta ha sido la película más ambiciosa de este director que por años ha sido ignorado en la temporada de premios, a pesar de que sus películas son aclamadas tanto por la audiencia como por la crítica. Por fin, con un filme que cumple con las aspiraciones de la Academia de Artes Cinematográficas, Christopher Nolan podría llevarse su primer Óscar como director, aunque la nominación ya es todo un milagro.

Por Camilo Gómez Forero

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