El Magazín Cultural

Eduardo Sacheri, el hombre de las letras futboleras

"El fútbol nos desnuda, nos exhibe. Es como una compuerta que conduce a lo muy profundo de nosotros mismos, tanto a lo sublime como a lo monstruoso, no creo que el fútbol solo exhiba nuestras buenas acciones o nuestros valores morales"

Alejandro Salazar Jiménez
28 de enero de 2017 - 10:00 p. m.
Eduardo Sacheri / Foto: Cortesía
Eduardo Sacheri / Foto: Cortesía

Eduardo Sacheri, una tarde futbolera de un día cualquiera en el Estadio Libertadores de América, casa de su amado Independiente de Avellaneda, decidió arrojar sus Papeles al viento. Así echó a volar su cometa de sueños rojos y se convirtió en el escritor contemporáneo encargado de dar voz a la pasión futbolera naciente en la barriada, esa pasión que amigos y familia comparten y que hacen del fútbol algo más que un deporte. En esta entrevista que hoy presentamos, concedida el pasado 9 de enero del presente año, Sacheri se presenta como un hombre de academia que halló en el balompié una manera de contarse y reconocerse desde el acto de amor incondicional que representa seguir a un equipo de fútbol.

Señor Sacheri, háblenos por favor del fútbol y el barrio, factores sumamente importantes en sus cuentos.

La presencia del fútbol y el barrio en mi literatura no tiene que ver con una decisión voluntaria de tratar esos temas, tiene que ver con las razones que me llevan a escribir, yo creo que escribo como un modo de entender y tolerar mi propio mundo y como es mi propio mundo, aparecen los elementos que lo conforman, aparece el Gran Buenos Aires porque yo soy del Gran Buenos Aires, aparece Castelar o Ituzaingó que son los pueblos en los que he vivido y lo mismo pasa con el fútbol, el fútbol es uno de los elementos constitutivos más hondos de mi vida y por eso aparecen en lo que escribo.
¿De qué manera cree usted que esos dos factores inciden en la visión que se pueda tener del fútbol como agente integrador y forjador de valores en los chicos?
Creo que el fútbol, tiene la particularidad de mostrarnos como somos y eso tiene un claro sentido pedagógico, nos permite vernos en acción individual y colectiva, es como todo juego una reproducción de la vida en pequeña escala y eso hace que nos permita reconocer nuestras distintas maneras de ser, nuestra mezquindad, nuestra solidaridad, nuestro afán de sacrificio, nuestra haraganería, nuestra disposición a emprender tareas con otros o nuestra imposibilidad para algo así. Creo que ese es el punto de mayor utilidad en lo que tiene que ver con los chicos.

¿Qué nos podría decir acerca de la relación entre el fútbol y la literatura?

Creo que fútbol y literatura son dos grandes reproducciones artificiosas de la vida, el juego y la literatura son dos maneras de reconstruir esa vida según nuestro espíritu, nuestros deseos, nuestra estética y nuestro gusto por la belleza. Me parece casi inevitable que esos dos mundos se puedan unir, tienen mucho que ver con nosotros y eventualmente ellos tienen mucho en común.

En la mayoría de sus cuentos están presentes la familia y los amigos en torno al fútbol. ¿Opta usted porque esos grupos tengan un lugar preponderante en sus libros?

Cuando escribo, se me imponen ciertos valores o ciertos deseos que tienen que ver con mi vida fuera de los libros. Los seres humanos tenemos una vida muy trágica, marcada por el drama y creo que una de las pocas herramientas que tenemos para contrarrestar el dolor son los vínculos, la gente que conseguimos unir a nuestras vidas y en eso, la familia y los amigos son los mejores de esos vínculos.

A veces reflexiono acerca de que los de la familia nos vienen dados y no siempre son los mejores, en ocasiones son vínculos que nos cargan de problemas, aunque en ocasiones tenemos la bendición de que nuestra familia es un refugio y una caricia. Con los amigos es más sencillo porque los elegimos, entonces podemos ir buscando a lo largo de la vida a esos amigos que nos completan la nuestra, creo que por eso aparecen unos y otros en mi literatura.   
Sus libros reivindican la vida del barrio, el “picadito”, la amistad.

¿Qué nos puede decir al respecto de los motivantes de ese acto en sus textos? ¿Por qué se da esa comparación que hace del fútbol con la vida misma?

Confieso que no hay una búsqueda de comparación entre la vida y el fútbol en mis libros, creo que eso se da simplemente porque creo que la vida es algo muy complejo de comprender y el fútbol es mucho más sencillo,  por eso decía en otras de mis respuestas que el fútbol es como una vida en pequeña escala, con reglas sencillas, mucho más que las de la vida de verdad. La gran ventaja del fútbol en relación con la vida es que en él nada es definitivo, en el fútbol siempre hay revancha, las derrotas son pasajeras, ojala en la vida las derrotas fueran pasajeras, las cosas volvieran a empezar y la muerte no fuera definitiva.    

Usted dijo alguna vez que parece condenado a ser reconocido por los textos de fútbol. ¿Cómo se siente con esa etiqueta actualmente?

Toda etiqueta que le ponemos a las personas, por su trabajo, su pasado o por sus convicciones es incómoda, termina siendo empobrecedora. Al mismo tiempo las etiquetas sirven para que las personas te conozcan, en mi caso pueden asociar mi apellido con los cuentos de fútbol, eso me permite que muchos lectores se acerquen a mi obra, otras personas lo hacen por el film El secreto de sus ojos y por el Oscar que ganó. La relación de las etiquetas es ambivalente, por un lado es útil y por otro lado es un poco limitante, lo bueno en nuestro trabajo es poder hacer cosas distintas, de esa manera ponemos incomodas a las etiquetas.           

Amparándome en la frase que Albert Camus dijo alguna vez y que expresa a grandes rasgos que todo lo que sabía sobre moral lo había aprendido jugando al fútbol. ¿Cree usted que el fútbol inculca valores y saberes más allá de lo deportivo?  

El fútbol nos desnuda, nos exhibe. Es como una compuerta que conduce a lo muy profundo de nosotros mismos, tanto a lo sublime como a lo monstruoso, no creo que el fútbol solo exhiba nuestras buenas acciones o nuestros valores morales, exhibe también nuestros egoísmos, nuestras violencias, nuestros prejuicios, nuestros peores arrebatos y está muy bien que el fútbol lo haga, porque permite que lo que tenemos en el fondo del alma salga y se oxigene y lo vean los demás y sobre todo que nosotros mismos tengamos la ocasión de vernos como somos, aquel perfil que habitualmente tendemos a ocultar.

¿Posee usted alguna apreciación con base en los motivantes que podrían tener los academicistas para demeritar las profesiones vinculadas al fútbol?

Ese viejo prejuicio de los academicistas en razón al fútbol confluyó extrañamente un prejuicio de los intelectuales de izquierda y un prejuicio de los intelectuales de derecha. Los de derecha vieron en el fútbol una cosa peligrosamente populachera, carnavalesca, indeseable y merecedora de reproches, la izquierda se adhirió al concepto de Marx de que la religión era el opio de los pueblos y aplicó al fútbol esa lectura. Me parece que unos y otros están profundamente equivocados, aunque es cierto que el fútbol carga sobre si con vicios, carga también con numerosas posibilidades y virtudes.    

¿Fueron sus afectos por el fútbol importantes para acercarse al ámbito literario? ¿O el deporte no tuvo nada que ver con la “elección” de ser escritor?

Mi formación como escritor, nace de mi formación como lector y ahí que el fútbol no tuvo en el ámbito literario un rol tan preponderante. Mis escritores fundacionales fueron, Julio Cortázar a quien el fútbol no le gustaba y si le gustaba el boxeo, Jorge Luis Borges, a quien el fútbol no le gustaba absolutamente nada, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, a lo mejor Osvaldo Soriano, otro argentino que nombro aquí, a quien si le gustaba mucho el fútbol y escribió grandes cosas de fútbol., cuando yo lo leía en mi etapa formativa leía sus novelas donde el fútbol no aparecía, diría que el futbol aterriza en mi literatura no tanto por mi formación si no como te decía en alguna de mis otras respuestas, por ser parte de mi vida.

¿Qué recuerda de jugadores como Albeiro Usuriaga, Faryd Mondragón y Ricardo Bochini, figuras del Club Atlético Independiente?

Mondragón y Usuriaga son dos de los mejores recuerdos de los Independientes de los años 90. Faryd fue verdaderamente un caballero, un tipo serio, responsable, profesional, a todos los hinchas de Independiente nos dejó el mejor de los recuerdos y verlo todavía, veterano, vistiendo, eh, la camiseta de la Selección Colombia fue una caricia para el alma de los que somos de Independiente porque guardamos de él el mejor de los recuerdos.
Con El Palomo, el amor de los hinchas de Independiente es excepcional, Usuriaga reunía dos cualidades impresionantes que son la efectividad y la elegancia, era bella la manera de jugar de Usuriaga y además era un gran goleador. Mondragón y Usuriaga fueron parte de los últimos grandes planteles de Independiente, lamentablemente a fines del 90, la situación en el club empezó a empeorar y bueno, de ahí para acá han sido muy pocas nuestras alegrías.
En cuanto a Bochini, si hablamos de elegancia y efectividad, un jugador que juega dos décadas con tu camiseta y no se pone ninguna otra, salvo la de la selección nacional, es como el gran sueño de cualquier hincha de futbol en el mundo. Cualquier cantidad de títulos nacionales e internacionales, un jugador inolvidable, una calidad estupenda y reitero esto de la fidelidad a la camiseta y la fidelidad a un estilo de juego.

Por Alejandro Salazar Jiménez

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