El Magazín Cultural

El aguante

Nacimos para aguantar lo que la historia sostiene.

Isabella Portilla / @isobellack
25 de marzo de 2018 - 05:04 p. m.
Archivo AFP
Archivo AFP

Aguantamos la colonia. A Bochica destronado. La invasión española disfrazada de Conquista. Los pedazos de un Llorente destrozado.   
Al chapetón que violó a la indígena. Al mestizo que maldijo a Palenque.

Aguantamos el saqueo del oro encostalado. El federalismo. Hemos aguantado por siglos el centralismo. Una patria bobísima. Aguantamos que los Mil Días de guerra rebasaran el millón.

Aguantamos la amputación de Panamá. La matanza de las bananeras. Aguantamos la Casa Grande, Cien Años de Soledad.

Aguantamos el 9 de abril del 48 y una década teñida de furor. Aguantamos el miti-miti del Frente Nacional. Aguantamos el caudillismo. El germen de un mal llamado comunismo. Aguantamos a Gabino, a Tirofijo. Aguantamos al ELN. Aguantamos a las FARC.

Aguantamos los ochenta y de paso, los noventa. La toma y la retoma del Palacio. La zozobra titirante. El estallido de las bombas. Vivir sin una medicina que nos quitara el miedo. Salir de casa sin saber si volvíamos a entrar.

Soportamos tanto que hasta aguantamos el ego de Pablo Escobar.

Aguantamos la explotación de El Cerrejón. Aguantamos ver morir a Omayra Sánchez. La lava volcánica que escupió el Ruiz. Aguantamos que la virgen escuchara a los sicarios.  Aguantamos el cuerpo abaleado de Galán.

Aguantamos la apertura económica. Una constitución caduca durante más de un siglo. Aguantamos a Castaño y a su séquito de monstruos.

Aguantamos los carteles y a sus sapos. La Bonanza Marimbera. Secuestros. Minas quiebrapatas. Voleduras de oleoductos. El 203 de Avianca explotándose en las nubes. El sagrado corazón de Jesús desangrado en Bojayá.

Lo aguantamos todo, hasta una bomba estallada en un collar.

Aguantamos la ausencia de paz. El Caguán y una silla para siempre vacía.

A Jaime Garzón muerto, pero no de risa.

Los elefantes del ocho mil. Aguantamos la Apertura Económica. El robo de los billetes vallenatos. Aguantamos la Seguridad Democrática. A Vicente Castaño Gil. Aguantamos las Convivir.

Tuvimos que aguantar el eufemismo ominoso de los falsos positivos. Aguantamos un Congreso narcolegalizado. La crisis de fronteras. La mala fama por dentro y por fuera. Aguantamos a la justicia taimada, jeticorchada, vilipendiada.

El arribismo. La mojigatería. Aguantamos Los Ejércitos. Y el ruido insufrible de las cosas al caer. La corrupción enquistada, la podredumbre social.

Aguantamos el Plan Colombia. Dos veces a Uribe dándoselas de patrón. A Uribito y su agro ingreso seguro. La mermelada de la que todo el gobierno se untó.

Aguantamos a violadores y empaladores: Garavito, Velasco Valenzuela, Uribe Noguera y otras piltrafas más. Aguantamos a La Gata, a Silvia Gette y a Griselda Blanco. Aguantamos al hijo de Botero. A los nietos de Rojas Pinilla. Aguantamos a cuanto delfín se ahogó en el charcal.

Aguantamos el No del plebiscito. Aguantamos al Mocoa, Mulato y Sontocayo desbordados. Aguantamos la reforma tributaria. La de Mapiripán, El Salado, Segovia y otras masacres más.

Un Premio Nobel de la Paz inicuo y atrevido. Que el dólar superara los tres mil. Aguantamos Odebrecht. A la ultraderecha. A un centro inexistente. Que nuestra única izquierda sea el océano pacífico.

Empezamos a aguantar los vejámenes del postconflicto. La idea utópica de la reconciliación nacional.

Aguantamos las injurias del tiempo, las injusticias de los hombres.

Aguantamos lo que vino y, aunque nos cueste soportarlo, aguantaremos lo que vendrá.  

Por Isabella Portilla / @isobellack

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