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“Lo que tú llamas amor fue inventado por chicos como yo para vender nylon”, dice Donald Draper, el protagonista de Mad Men, la reconocida serie que evoca los vericuetos del mundo de la publicidad en los años 60. A primera vista, podría verse como un enunciado cínico que ilustra las argucias de la publicidad para vender sus productos. Pero de fondo, no es más que un ejemplo fehaciente de cómo la cultura audiovisual gestiona sensaciones y experiencias de consumo. “Desde la sociología de las relaciones personales, que es mi rama, te diría que no es una provocación, sino una premisa… “el amor”, los afectos y el modo de relacionarnos son una producción social”, explica el escritor español Eloy Fernández Porta, quien en días pasados estuvo en Bogotá invitado por la Universidad Externado.
Su último trabajo “Emociónese así. Anatomía de la alegría” publicado por el sello Anagrama explora los modos de fabricar el sentimiento en el capitalismo. El auge de los cómics de Julia Betsel en San Francisco, que recrea prácticas sexuales no normativas que no pasan por la penetración; las “nuevas” celestinas digitales como Missed Connection, Match.com y Craiglist; y los programas televisivos que juzgan a “personas que no caben en el catálogo y estaban confinados a la psicopatía”, son ejemplos de cómo y dónde se están gestionando los nuevos modos de relacionarse.
Tan sugestiva como sus temáticas, puede resultar también su escritura fragmentaria y por viñetas. Un estilo que, en ocasiones, le ha valido críticas por el desarrollo de conceptos que a veces se queda a medio camino, pero que le ha permitido consolidar una voz narrativa donde convergen temas académicos con la escritura solvente de revistas de tendencias, “todo texto inventa un lector, los textos universitarios interpelan al lector de un modo especializado, pero yo prefiero interpelarlo de múltiples maneras: cambiando de registro, apelando al humor, apoyándome en la lírica”, en un variopinto espectro de temas que va desde el consumidor de pornografía hasta el lector con un interés cultural en teoría de género, literatura queer, anuncios publicitarios y medios audiovisuales.
La era afterpop
Una de las extrañas virtudes del mundo pop, señalaba el escritor Nick Hornby en su libro “31 canciones”, es su carácter efímero y pasajero: un reconocimiento a sus propias limitaciones. No es una veleidad. Se trata de un nuevo modo de consumir la cultura popular y de relacionarse con los otros, en lo que Porta denomina la era “afterpop”: Posturas donde converge la androginia de la moda, la cada vez mayor neutralidad en los roles de pareja y el “consenso nacional deseante”: “En el camino de la democracia irresuelta, las personas buscan lograr el consenso democrático que no pueden afuera, en sus relaciones de pareja… la superación del amor, ya no basado en la pasión, sino en los acuerdos, las negociaciones y los pactos de convivencia”.“Afterpop”, “consenso deseante”, “amor”… solo el tiempo mostrará qué tan sólidos son estos conceptos para explicar el mundo contemporáneo. Los premios hacen los suyo, desde luego, para poner en la agenda a los nuevos líderes de opinión. Así que de momento, quizá, valga la pena apelar a los giros de parodia y humor que Porta realiza en sus ensayos, y volver al publicista Don Draper: “Tú eres el producto, tú sientes algo… eso es lo que vende. No ellos, no el sexo. Ellos no pueden hacer lo que nosotros (los publicistas) hacemos, y nos odian por ello”.