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El arte de escuchar, aprender y enseñar

La motivación para venir a Colombia fue “que nunca había estado aquí y la manera como está diseñado el programa del Festival. un poco diferente de otras partes, por los dos o tres conciertos al día y los lugares donde se toca, aseguró Salvatore Accardo.

Lucero Rodríguez G.
07 de enero de 2013 - 09:00 p. m.
El arte de escuchar, aprender y enseñar

“Siendo un violinista tan importante, me gustaría entender su forma de concebir la música y cómo era Paganini para él y cómo se debería ejecutar su música”. Es lo que Mike Jiménez, un músico de la Filarmónica Joven de Colombia, quisiera aprender de Salvatore Accardo, cuando se encuentren para tocar bajo su batuta en el Cartagena VII Festival.

Para Accardo, contestarle a Mike o a cualquiera sería sencillo, no sólo porque sabe lo que sabe, sino porque le gusta compartirlo y eso tiene todo que ver con sus conceptos de la música y la vida. “Enseñar es importantísimo, porque también te enseña mucho”, dice. Lleva más de 30 años enseñando. Nada más en Latinoamérica ha trabajado en proyectos del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela con clases y conciertos.

“Paganini para los violinistas es un mito”, comenta Accardo al referirse a esa leyenda de un virtuosismo diabólico o celestial, en todo caso excepcional, a la que siempre lo asocian, pero a la que dice no hay que temerle. Y el mismo Accardo parece respetarle sin miedo.

A los 13 años, en su primer concierto, Accardo interpretó los Caprichos de Paganini. La misma edad en que decidió que dejaba el fútbol por el violín, según él “porque estaba lastimando mis manos, pero era buen arquero”. A los 16, tras ganarse el concurso Paganini, también tuvo el privilegio de tocar il cannone (el cañón), el mismísimo violín de Paganini. Años después daría la vuelta al mundo con el instrumento, muchas veces más. “En 1982, por la celebración de los 200 años del nacimiento de Paganini, toqué el cañón en Nueva York, Tokio, París, Edimburgo y, claro, Italia”.

Salvatore Accardo, hasta hoy una de las figuras vivas más emblemáticas del violín, llegó por primera vez al Festival y al país, invitado a dirigir dos conciertos de la Filarmónica Joven de Colombia, y en una sorpresiva deferencia para la organización y los músicos decidió acompañarlos como solista en una de las presentaciones.

Saber tocar con otros es, para el violinista, la base de un buen músico, donde aprender a escuchar —no sólo a escucharse— involucra un concepto musical tan importante como el de la armonía. Es la razón por la que piensa que “un joven músico que no haga música de cámara, no puede hacer gran música”.

La motivación para venir a Colombia fue “que nunca había estado aquí y la manera como está diseñado el programa del Festival, un poco diferente de otras partes, por los dos o tres conciertos al día y los lugares donde se toca. El hecho de ir a los barrios a llevar la música a los lugares donde no se conoce, es muy importante”.

 

Por Lucero Rodríguez G.

 

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