El Magazín Cultural

El arte es más importante que las matemáticas: Pedro Ruiz

Presentamos un texto escrito sobre el artista plástico Pedro Ruiz, de la serie que el El Espectador publica semanalmente, Historias de vida, realizada por Isabel López Giraldo.

Isabel López Giraldo
18 de junio de 2018 - 07:34 p. m.
Pedro Ruiz es artista plástico, escultor, pintor y dibujante. / Bamdad Espahbod
Pedro Ruiz es artista plástico, escultor, pintor y dibujante. / Bamdad Espahbod

 

Cuando te acercas tatuado con una sonrisa en el alma el humor permanecerá en ti no solo a través de su arte sino de su esencia que te permea.

Mi papá se llamaba Jorge Eliécer Ruiz, abogado santandereano dedicado al mundo cultural e intelectual de la Colombia de la época. Muy temprano viajó a España y allá recibió gran parte de su formación. Fue un personaje del mundo intelectual de Colombia. Participó, en la consolidación de muchos aspectos del mundo cultural que hoy podemos apreciar.

Su gran amigo Hernando Valencia Goelkel (crítico literario, ensayista y traductor) compañero de muchas de sus aventuras literarias fue uno de los personajes destacados dentro de el gran numero de artistas, poetas y músicos que desfilaban por mi casa cuando yo era niño.

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Por supuesto mi papá nos educó, a mis hermanos y a mi en medio de libros. La cultura se nos presentaba como símbolo y expresión sublime del ser humano. No es el dinero, es la cultura, decía, la que otorga la capacidad de ser una persona especial. Sin embargo, también me enseñó que la sabiduría no radica en un exceso de conocimientos.

Él era una persona muy erudita y generosa con muchas capacidades para ayudar a la construcción de país. Era también muy estricto, preciso en todos los cargos que ocupó.

De Teresa, mi madre recuerdo que era una mujer admirable por su manera de ser. Fue un privilegio haber podido compartir con ella quince años de mi vida. Admiro a las personas de gran carisma por que era una cualidad que ella poseía. Por otro lado, la visión práctica que ella tenía de la vida me ayudó mucho en lo cotidiano, a trascender mis miedos, que eran muchos y en mi evolucionar en un mundo que me parecía hostil.

Para darte una imagen precisa de su carácter quisiera contarte una anécdota: nunca la vi preocuparse en exceso porque me fuera mal en el colegio o por mi forma tan solitaria de existir, la única expresión de alarma que alguna vez le vi fue cuando me vio bailar; “¡ay mijo, que va a ser de usted!” dijo tocando sus mejillas con sus manos.

Tengo dos hermanos, Clarisa y Fernando. Todos dedicados a la cultura. A Clarisa le gusta más la gestión, ha sido secretaria de cultura del Distrito, directora de arte del Ministerio, fue agregada cultural. Mi hermano es un alma libre del cine y sus estrellas.

Tantas anécdotas de vida que fueron aprendizaje.

Por ejemplo, considero que algo tiene que cambiar en el sistema y lo digo por experiencias propias. Rara vez me destaqué en algo que no fuera el arte en el colegio, salvo una vez en la cual mi padre me oyó decir a un amigo que me pensaba ser astronauta. Él retiró su mirada de su periódico y me aclaro que con mis notas en matemáticas nunca lo lograría.

Ese año obtuve las mejores notas en matemáticas, gracias a Dios eso no duró pues el arte es mas importante.

Pero la cosa me quedó clara y es un mensaje que trato de llevar a donde me piden hablar, si no hay motivación no esperen resultados.

—¡Tienes que tener pasión por lo que haces, de otra forma ni lo intentes!

No todo en la vida es arte. También trabajé, algunas veces tuve que ocupar cargos como el de “bocetista” de una agencia publicitaria muy prestigiosa, no sobra decir que fui nombrado como director de arte por mérito propio.

Me gusta la creatividad, sea colectiva o privada. He de confesar que no soy muy bueno para conservar amigos, porque la pintura necesita mucho tiempo. Siempre me quejé porque mis hermanos iban a cine, a fiestas y fue mi cuota, el precio que pagué pues yo quería aprender a pintar como un Miguel Ángel. No lo he logrado pero por lo menos lo puedo copiar con algo de pericia.

Esta es una reflexión reciente acerca de la soledad: me tocó ser diferente y eso me permitió aprender lo que sé pues no tuve profesor y de la escuela solo tomaba lo que me servía. Lo hice solo pues como dijo un ser humano muy importante: debía crear mi propio sistema para no ser esclavo del sistema de otros.

Hernando Caro Mendoza y su familia hicieron parte de nuestros amigos, ellos trajeron la música a nuestras vidas. Nuestras novenas navideñas eran verdaderos conciertos de música barroca. Me vi forzado a aprender algo de solfeo y a tocar uno que otro instrumento.

— Si no puedes vencer a los amigos hay que unirse a ellos.

La música lograba hacerme olvidar del dibujo muy a menudo. Hasta pasé algún rato en el conservatorio nacional.

Mi introversión, que a veces me duele tanto, la he aprendido a tomar con humor; pienso que es el equivalente a la nariz de Bárbara Streisand, que no se la opera porque se le daña la voz. Igual ocurre conmigo, yo tengo que pasar mis ratos duros en la vida porque de otra forma la pintura no va a tener la fuerza y la contundencia para poder comunicar.

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El arte ha sido la mejor elección en mi vida, mi consuelo, mi puente de conexión al mundo. Es muy conmovedor cuando la gente me quiere por lo que pinto, de esa manera me quieren por lo esencial, por lo que soy.

Me quejo de soledad pero fueron muchos los amigos que como una “Legión de ángeles clandestinos”, como diría el poeta Raul, me encaminaron por la ruta del arte. Ellos me impidieron llevar a cabo mi decisión de hacer de París una fiesta permanente y de vivir del cuento, (En París muchas veces, basta con dibujar para ser tomado por alguien especial). Bueno, pues mis amigos no comieron cuento, me obligaron a matricularme en la Escuela de Bellas Artes de París y en el Taller 17.

Por Taller 17 pasaron grandes figuras del mundo del arte al grado de que una vez Hayter, su fundador, me preguntó:

—¿Conoces a Picasso?

Le respondí que sí.

—Querido tipo ¿Cierto?. Comentó.

Pero desafortunadamente yo solo conocía era su obra. Él sí lo conocía personalmente y durante toda la mañana me habló de Picasso.

—Nunca vayas a pensar que Picasso era un tonto, se trataba de un tipo muy brillante, su obra no fue producto de la casualidad.

Desde ese momento tuve una relación con Picasso como quien está frente a un sabio. Esos monos tan feos de las demoiselles D´avignon fueron una aventura en su época. Picasso sabía bien qué buscaba con esto. Ni sus más cercanos amigos entendían. Si bien su vida en lo cotidiano podría resultar complicada, era admirable en cuestiones de arte. Fue alguien en quien me basé mucho a nivel creativo, no en el estilo, sino en la libertad, en la investigación. Aprendí que no todo requiere de una base conceptual manifiesta pues todo tiene ya una base conceptual.

Durante los cinco años que estuve en París siempre viajé a Italia en un momento donde no había tanto turismo, así que podía ser contemplativo cuando entraba a los Uffizi para quedarme con la Venus, con Bottichelli, con todos, un rato largo sin necesidad de estar acosado. Igual ocurría en el Vaticano. Es importantísimo tener ese contacto directo.

Alguna vez estuve en Roma, en un viaje más reciente, y para citarte un ejemplo, el del cuadro de Tiziano del Amor Sacro y Amor Profano, que a mí nunca me gustó por encontrarlo aburrido y godo. Cuando lo tuve en frente y comencé a leerlo, me quedé pasmado. Mi amigo me dijo “ya es suficiente” pero yo le pedí que mas bien ma avisara si venía algún guardia porque sentí la necesidad de tocarlo. Tienes delante de ti a alguien que tocó literalmente un Tiziano en la Galería Borghese.

En alguna ocasíón hice un cuadro con el único propósito de pagar la cuota de la nevera, y debo confesar que ese tipo de obras no tiene salida porque la gente lo percibe así. La gente ve con el corazón. Por lo mismo, cuando alguien dice no saber nada de arte yo les hago ver que todos los seres humanos sabemos de arte. Es un lenguaje universal. Su único propósito debería ser el de unir a los hombres y eso no lo digo yo, lo pensó alguien muy importante que ahora no está de moda.

Para mí el arte es un modo de comunicación trascendental porque no está liderado por el cerebro sino por el corazón y por las entrañas. El centro de la creatividad está donde me indicaron alguna vez unos sabios, los Indúes, “es por aquí” y yo estoy de acuerdo. Yo sigo pintando porque yo quiero que todos entiendan mi obra y es una práctica milenaria y eficaz en ese sentido.

En Beaux Arts aprovecho las clases de dibujo, anatomía y perspectiva y una que otra patadita de uno que otro profesor obligándome a dejar de pintar dibujando.

Así que me lancé a pintar, detalladamente, miedosamente. Fue e esa época comenzó a llegar a mí el tema de la naturaleza de manera no muy fuerte todavía pero si como tema constante.

Nuevamente recuerdo a mi padre y su educación. Para él la cultura es europea, Tomas Mann, Carl Gustav Jung, Martin Heidegger… Estando en París me preguntaba por Colombia, por lo que tenía para ofrecer. Nacen aquí muchas ideas, un poco producto de la rebeldía.

—¿Acaso un colombiano tiene que resignarse a que le dicten todo, a hacer todo como lo indiquen terceros para que valga la pena?

Así que una vez en Colombia comencé a hacer unos cuadros de gran formato, de grandes rascacielos como los que había visto en Nueva York metidos dentro de la manigua, tragados por ella, queriendo decir de manera literal:

—Todo lo que Ustedes proponen es solo parte de la existencia, nosotros también tenemos una historia que contar, una historia verdadera que nos puede representar.

Regresé a Colombia por el amor que le tengo a mis montañas. Como niño gomelo que era siempre soñé con Nueva York, Londres, París y París fue mi casa por cinco años pero los recuerdos de infancia son los que permanecen y están estrechamente vinculados a la montaña, a la naturaleza colombiana y a la forma de ser de mucha gente por aquí.

La tierra me recibe sin cash. Presentaba mis cuadros a las galeristas pero me decían que estaba muy joven, todo lo contrario a lo que ocurre ahora que a los veintidós años ya estás viejo y en ese momento a mis veintiséis debía esperar, madurar.

Es en ese momento cuando decido presentarme a una agencia publicitaria y luego a otra y todas me rechazaban porque llegaba con una carpeta de grabados, pinturas y dibujos académicos. Finalmente Cuando el director de arte de la última y mas importante agencia me rechaza, yo le suelto:

—Mire, ¡si yo pinto esto, le puedo pintar una Coca Cola!

Le dio risa y me contrató.

Eso de mi timidez es, como alguien me dijo, hasta que cojo confianza o porque estoy desesperado y necesita pagar la nevera. O como no sé bailar, recordando a mi mamá, tengo que hacer algo.

Comienzo como bocetista, me retiro después de un año y regreso como director de arte en condiciones laborales muy superiores. Gano un premio también.

Disfruté mucho este trabajo porque tenía todo que ver con creatividad, también me gustó el reto de andar contra reloj. Me divertí muchísimo y rompí muchas reglas que me dieron mucho prestigio en el medio.

La historia con la publicidad termina cuando la parte esencial de la creación no se cumple, esa necesidad de comunicarme con la genta a un nivel más profundo no se cumple en la publicidad.

Recuerdo que estábamos haciendo la publicidad de un perfume femenino y me invitaron a la junta directiva con todos los creativos y el cliente pasó echando el perfume y no pude evitar decir:

—¡Eso huele a mata moscas!

Comencé pues a revelarme.

Mas ángeles entonces, un par de cuadros míos resultan en un salón nacional de artistas por iniciativa de una amiga. A mí nunca se me hubiese ocurrido presentarlos porque no era el contexto para unas pinturas naturalistas, bucólicas y extrañas. Resulta que vino una jurado mexicana, Raquel Tibol, y aunque consideró que merecía un premio, como ella me lo relató, le permitieron darme una mención y eso ayudó bastante en ese momento a este publiartista.

Este fue mi comienzo como artista artista, sin perendengues.

En la actualidad uno de mis proyectos titulado ORO, Espíritu y Naturaleza de un Territorio tiene algún renombre. Está compuesto por treinta obras de formato muy pequeño que representan barcas transportando las riquezas naturales y culturales colombianas: arquitectura, flora, fauna, poemas. No fue comercializada por considerar que tenía cierta fuerza que incidía en nuestra identidad. Ahora está itinerante por el mundo. La Cancillería la tomó como una de las obras que representan al país. Ha viajado a México, Tokio, Italia, Japón…

Inicialmente Oro es un homenaje a la pintura un agradecimiento a todo lo que ella representa en mi vida. Lo inicié en un momento de crisis y por ese motivo el opto por un formato fácil de manipular, por si me tocaba salir corriendo. Con la llegada de las ultimas nuevaolas del arte la pintura quedaba relegada al olvido y quise retirarme dignamente ya que mi galería no estaba dispuesta a apoyarme..

Recientemente se realizó el Tarot de la biodiversidad con el Instituto Humboldt por iniciativa de Maria Elvira Molano. Una gran oportunidad pues siempre es importante que la obra de cualquier artista tenga un significado que vaya mas allá de el mero interés comercial y adquiera su verdadero sentido dentro de la sociedad humana.

De igual manera colaboro con algunas fundaciones por la misma razón. Y debo recalcar que la generosidad es un sistema muy eficaz que de alguna manera me aporta múltiples conocimientos y experiencias en la vida. Me ha permitido iniciar una obra escultórica importante y me ha obligado a ser mas sociable (En la medida de lo posible, no hay que pedirle peras al olmo)

Una de mis grandes preocupaciones resulta muy básica y es nuestra relación como seres humanos con la naturaleza. Pero confío en Blake y en Einstein, ellos pensaban que la imaginación era mas poderosa que el conocimiento. Puedo imaginar un mundo donde el ser humano no se comporte como una plaga para la tierra y para su propia existencia. Puedo imaginar que podemos educar a nuestros niños para que no permitan el abuso, la corrupción, la violencia.

Quisiera hacer la cartilla anticorrupción. Un cuento para niños donde la ciudad de Bogotá es imaginaria: Bogotá es próspera y culta hasta cuando aparece el monstruo corrupción que los trae a la realidad del tiempo presente.

Me maravillo de lo que es la existencia humana cuando filman una de mis obras en detalle, pues mientras trabajo no soy consciente de lo que estoy produciendo. Cada pincelada me regala un momento de conciencia sin pensamientos.

Soy un falso huraño. Me gusta mucho la gente, pero no soy capaz de acercarme a ella aún queriendo que esté a mi lado. La situación ideal era cuando pequeño, el retrato de Pedro feliz y contento, encerrado solo en la biblioteca, pero escuchando vida al rededor, contando con la presencia de la mamá, los hermanos y los amigos pero en otro espacio de la casa.

Pido mucha aceptación para lo bueno como lo malo que pueda pasar. Acaba de morir un amigo muy querido, de manera sorpresiva y todos quedamos enfrentados a eso.

Pienso también en sabiduría, en que tengo que aprender a trascender muchas cosas que he cargado en mi recorrido por la vida. Quiero morirme feliz y agradecido de haber vivido.

Todos debemos encontrar esa forma de existencia coherente al ser humano, que satisfaga esa necesidad de amor que tenemos.

Según las últimas, mas actuales y sofisticadas corrientes del arte, lo que yo practico no es arte. Ando buscando un nombre para lo que me tocó ser en este mundo.

***

Texto tomado de la página

https://isalopezgiraldo.com

Por Isabel López Giraldo

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