Fotografía: Mireia Comas
Los que figuran en la fotografía son castellers: hombres y mujeres que se organizan en grupos para levantar castells (castillos) humanos. Una tradición catalana que en 2010 fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Entre los seis y siete años, Mireia Comas fue enxaneta, la niña que sube a la cima del castillo y levanta el brazo dando señal de victoria. La fotógrafa catalana lleva cuatro años siguiendo las hazañas de la colla castellera Minyons de Terrassa. Conocía a Miquel Aguilar y a Gerard Pla. Sabía que los jóvenes de 23 años son viejos amigos y miembros de la colla. Lo que no sabía es que habían hecho un pacto: besarse en los labios si lograban levantar una torre de diez pisos, el castillo humano más alto que se haya visto en Barcelona.
El mundo está hecho de momentos que agonizan. Cartier-Bresson lo llamaba el instante decisivo. “Somos pasivos ante un mundo que se mueve —decía el fotógrafo francés—, y nuestro único momento de creación es la fracción de segundo en que pulsamos el botón, el instante en que cae la cuchilla”.
Ocurrió el mediodía del lunes 26 de septiembre. Se celebraban las fiestas de la Mercè. En la plaza de Sant Jaume de Barcelona la música de las grallas y los timbales se mezclaba con los vítores y los aplausos de la multitud. En el momento del descargado, que es cuando los castellers empiezan a deshacer la torre y la exaltación toca su punto máximo, Mireia Comas aguardaba en un lugar estratégico de la plaza. “Hice lo que hubiera hecho cualquier fotógrafo —me cuenta—. Vi el beso y apreté el botón”.
Durante su intervención en el programa de radio Versión RAC1, Gerard Pla aseguró que él y su amigo volverían a repetir el gesto: “Nos miramos en mitad de la euforia y nos besamos. Es una foto que demuestra que los hombres también nos podemos besar y nadie se tiene que asustar por ello. Somos amigos desde hace muchos años, nos queremos mucho y volveríamos a hacerlo 20 veces más”.
La fotógrafa compartió la imagen en su cuenta de Facebook, “como una foto más”, asegura. Intuye que alguien la tomó de su muro y la compartió en Twitter, y que Xavier Aldekoa, corresponsal para el periódico La Vanguardia en África, que tiene más de 50.000 seguidores en Twitter y que retuiteó la imagen el 5 de octubre, es el responsable de lo que pasó después. La foto se hizo viral. Bastaron 72 horas para que empezara a propagarse en las redes sociales y en medios de comunicación masivos. Mireia Comas dice que se siente sorprendida y abrumada. No deja de recibir invitaciones para visitar programas de televisión y radio. Cuando le pregunto qué tiene esta foto de especial, responde que no lo sabe. Según sus palabras: “Es sólo un beso entre dos amigos”.
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